
¿Nunca hablamos de trabajo con nuestras parejas?, por lo tanto, ¿es creíble pensar que Marcel y Tohá nunca hablaron sobre las declaraciones de Matthei o de alguno de los otros candidatos? ¿Los cuestionamientos de Marcel eran una legítima respuesta a una crítica política o tenían otra intención?
Lo ocurrido esta semana con la reacción del Gobierno frente a la decisión del Ministerio Público de intervenir el teléfono del ex jefe de gabinete presidencial, Miguel Crispi, y el intento de hacerlo con el del presidente Gabriel Boric es de suma preocupación.
No se puede, simplemente no se puede, un día querer ser la encarnación misma de la sensatez si antes se aplaudió y promovió una de las mayores irresponsabilidades y desvaríos de nuestra historia contemporánea.
En pleno 2025 aún tenemos que soportar con asombro que aspirantes a conducir nuestro país sigan reivindicando la dictadura de Pinochet, o que cuestionan los fallos judiciales con los que se logró condenar a los agentes del Estado que planificaron y ejecutaron las vulneraciones a los derechos humanos o que ponen en duda la culpabilidad de ex uniformados que suman un par de centenarios en condenas por la brutalidad de sus crímenes.
En rigor, lo que hizo Jara fue notificarnos por televisión que la suya es una candidatura meramente testimonial, un saludo a la bandera, que en una primaria de la izquierda aspira con suerte a quedarse con el 5% que suele votar por el Partido Comunista y se solaza al saludar y declarar su admiración a Corea del Norte, Hugo Chávez o Daniel Ortega.
Da lo mismo, que usted, yo, todos los chilenos financiemos mensualmente más de 20 millones de pesos por parlamentario para costear sueldo, viáticos, gastos y asesores, sobre todo asesores, porque una diputada de la República admite que cuando debaten, legislan y votan, lo hacen sin conocer lo que están discutiendo.
Queda un año de gobierno y es una ingenuidad total esperar que Boric entienda lo que realmente significa habitar el cargo. Ya no lo hizo.
Es obvio que Cariola no estaba pensando en incumplir la ley, capaz que ni siquiera sabía que lo estaba haciendo, porque también es igual de obvio que llegar al Congreso con su hijo de apenas 8 días en los brazos tenía otro objetivo, buscaba generar otros efectos. El más evidente: victimizarse.