Autor de Masones y libertadores: “La Alameda debería cambiar de nombre; O’Higgins no fue quien nos liberó”
"¿Sabías que José de San Martín no vino a libertar Chile, sino a conquistarlo? ¡Pronto sabremos la verdad!”, asegura el osado anuncio literario de la editorial Planeta.
Son mañanas en que el frío hace caer a cualquiera en el engaño del sobreabrigo, solo para durar un par de horas. En el proceso del despojo de las múltiples capas de ropa, en un concurrido café Tavelli, se acerca Waldo L. Parra, Doctor en Derecho, quien sintió desde sus sobremesas más borrosas en la memoria infantil, la necesidad de mostrar otra manera de plantear la historia.
Desde sus conversaciones familiares nació, quizás, el deseo que terminó gestando a “Masones y Libertadores: el amanecer de la República”, libro que ya alcanza el séptimo puesto en el ranking de La Tercera, y que nació como una verdadera biblia de casi setecientas páginas, y que devino en la primera entrega de una prometedora saga de historias con un trasfondo histórico al que, al menos, hay que leer por mera curiosidad.
¿Qué es “Masones…”? Una exploración documentada hacia lo más selecto de la historia europea que terminó por gestar los procesos de independencia de los países americanos. ¿Qué movía a los próceres a ejecutar planes osados por destruir el sistema monárquico imperante en la época? ¿Los principios o el deseo de pasar a la posteridad? La pugna entre las potencias europeas de aquellos tiempos es algo que Parra se encarga de dilucidar.
El autor confiesa que no fue fácil delinear y dar características sensibles a aquellos protagonistas del mito histórico que originó a nuestro país. “Tuve que meterme en la piel de los personajes. A mí me gusta mucho ‘Star Wars’, por lo que asimilo mucho a San Martín con Anakin Skywalker, ese joven que tenía dudas de unirse al lado oscuro. ¿Cómo hago para que la gente entienda la decisión del argentino?”, se pregunta Parra, explicando lo desafiante que es llevar a un plano de ficción una cadena de hechos que, si bien existieron, recibieron cosechas del escritor para hilar cada acontecimiento con los motivos tras ellos.
“Las cosas cambian para quedar como siempre han estado”
Cuando se trata de hablar de la masonería, el abogado prefiere remontarse a los inicios de la famosa organización secreta. “(Los masones) son ese grupo que surge al alero de los castillos europeos, cuando los bárbaros dominan el continente europeo. Allí, los artesanos y otros oficios van adquiriendo poder. Legítimamente, se preguntan por qué no pueden administrar el poder”, explica. Es en esta búsqueda por las esferas de participación pública que la Gran Logia de Inglaterra urde el plan Maitland, con el fin de hacer crecer al país británico en los países antes conquistados por España, ya venida a menos en aquella época histórica.
“El poder es la dulce carnosidad de la exquisita ambrosía; quien deposita su esperanza de disfrutar de tan magnífico elixir, necesariamente deberá hacer concesiones. El poder se puede ejercer de muchas maneras, lo importante es tenerlo”, se extrae de una conversación ideada por el autor cuando la logia explicaba a Francisco de Miranda (militar que participó en el proceso de independencia de Venezuela) cómo es que la corona inglesa pasaría a tener el poder en los países con ilusiones independentistas.
Consultado sobre su manera de construir la historia, el profesional del Derecho lo esquematiza: “Ésta es una novela histórica, no una historia novelada: utilizo una base de hechos reales, pero la ficción está radicada en el hecho de que yo no sé, realmente, cómo San Martín negoció con los ingleses, por ejemplo”.
Si ya es complicado compilar la historia de una época tan lejana, más aún es captar la atención de aquellos que no creen que conocer su pasado sea de mucha utilidad. “La historia es lineal, y nos la cuentan de esa misma manera. Los tomos de Encina (“Historia de Chile”) son miles, y podrían haber seguido, porque es un relato de nunca acabar. Hacer un relato amigable y tener un desenlace claro podrían ayudar a eso. En ese sentido, hay muchas cosas que necesitamos saber de nuestra historia, y creo que es momento de hacerlo”, enfatiza.
Los falsos padres de la patria
Uno de los personajes clave en la historia es José Miguel Carrera, prócer que, a juicio de Parra, no ha sido homenajeado como se debe en nuestro país. “Carrera podría haberse quedado tranquilo en su casa, teniendo una vida placentera; uno podría analizar por qué tenía esa motivación por luchar; fue el primero que dijo que nosotros debíamos independizarnos, era un hombre brillante. Muchos lo trataban de golpista pero, perdón: en esa época, ¿había democracia?”, cuestiona.
“¿Qué dirá la familia Cousiño por el parque que regalaron a Chile, y que en dictadura fue rebautizado con el nombre de O’Higgins? En septiembre de 2010 se tomó la estatua de Carrera y relocalizó al lado de la de O’Higgins en la Plaza de la Ciudadanía: un símbolo histórico potente. Cuando viene una delegación extranjera, solo le rinden honores a él, porque no se dan cuenta de la importancia de la historia”, lamenta Parra respecto de la figura de quien fuera Director Supremo de nuestro país. Y es aún más incisivo: “La Alameda, por ejemplo, debería cambiar de nombre, porque Bernardo O’Higgins no fue quien nos liberó”.
Aun cuando Waldo se define como un “carrerino, pipiolo y liberal”, aclara que el protagonista de esta primera entrega no es otro sino José de San Martín, a su entender, mal llamado libertador de la Argentina, y el favorito de los ingleses para instalar una monarquía en América. “¿Cómo habría sido Chile si estas ideas hubiesen aterrizado, fortalecido y ganado? Seríamos parte de la Commonwealth…si lo ves en perspectiva, quizás no es tan malo. A mí me encanta Australia y Nueva Zelanda, pero ellos no tienen historia. Son insípidos”, reconoce.
La revolución sin balas
Respecto de esa decisión, que trae de dulce y agraz para quienes la asumen, el autor de “Masones y libertadores” realiza un ejercicio de diagnóstico en los intentos que ha tenido Chile por autodefinirse y desligarse de toda dominación extranjera. “Lo que sucedió en la época de la Unidad Popular en Chile es muy similar al idealismo, pero, lamentablemente, quienes la impulsaron no lo lograron. Esto es porque somos un país occidental y republicano por tradición. Cuando se recuperó la democracia y vino el plebiscito, nosotros ganamos la libertad con un lápiz y un papel. Ese hecho, sin rifles ni armas, nos vincula a la época de nuestros inicios. En definitiva, los hechos pacíficos son más demostrativos”.
Ante esta revelación que hace el autor donde un grupo de poder ejerce toda la fuerza y el control, y considerando que nuestra Independencia no fue sino plan inglés bien ejecutado (de acuerdo a lo que versa “Masones y libertadores”), resulta difícil mantener la fe en la humanidad hacia el final del libro. El abogado – que además oficia como director de la Escuela de Ciencias Jurídicas y Sociales en la Universidad de Viña del Mar -, está consciente de ello.
“No hay que desilusionarse tanto de la política porque, en realidad, nunca fue tan extraordinaria. No hay que generarse tantas expectativas, tampoco. La consecuencia es lo más respetable. Hispanoamérica, en particular, es un reflejo de las revoluciones, y debemos sentirnos orgullosos de lo que hicieron nuestros próceres. Nosotros tomamos la decisión de ser libres, tuvimos una Independencia ejemplar, y los hechos muestran que vale la pena releer nuestra historia. Sería el más feliz de poder contribuir a eso”.