El purificador de agua chileno: la tecnología que busca ayudar a 800 millones de personas sin agua potable
Creación de Alfredo Zolezzi, un inventor y diseñador industrial viñamarino, el Plasma Water Sanitation System es una tecnología que permite eliminar el 100% de los virus y bacterias presentes en el agua y convertirla en potable. Su objetivo es que el sistema llegue primero a las personas más pobres de todo el mundo. Con el lanzamiento de un prototipo el 29 de diciembre pasado en Peñaflor, su ambicioso plan se puso en marcha.
Catorce años tenía Alfredo Zolezzi, diseñador industrial de la Universidad Católica de Valparaíso, cuando recibió una lección que inspiraría su carrera. Antes de partir al colegio Mackay de Viña del Mar, Alfredo desayunaba junto a su padre y su hermano mayor cuando sonó la campana que anunciaba visita. En la puerta de la casa, un niño venía a ofrecerse para limpiar vidrios y encerar. “Mi papá lo hizo pasar. Lo llevó a la cocina, puso una silla y lo invitó a tomar desayuno con nosotros. Lo que mi papá nos estaba enseñando ahí marcó mi vida”, dice Alfredo Zolezzi, hoy de 56 años.
Justamente esa fue su inspiración para crear uno de los inventos tecnológicos más revolucionarios nacidos en Chile: la tecnología Plasma Water Sanitaition System (PWSS), un sistema que es capaz de convertir el agua contaminada en agua potable, a un costo bajísimo en comparación con otras tecnologías disponibles. Una tecnología que luego de años de investigación acaba de debutar en un colegio rural de Peñaflor y que este 2015 se expandirá a países como Haití, Nigeria y Bolivia.
Ni santo ni filántropo
Zolezzi no tiene doctorados ni posgrados. Tampoco estudió algo relacionado a la ciencia. No se considera un genio, ni un santo, ni un filántropo, y pese a que le han ofrecido la nacionalidad estadounidense y millones de dólares por comprar la patente de su más reciente invento, se ha negado a ambas peticiones. Zolezzi vive y trabaja en Viña del Mar, donde logró que la NASA le instalara un centro de investigación.
“Me considero una persona súper afortunada porque mis padres se sacaron la cresta para que pudiera estudiar en un buen colegio. Y porque se me ocurren cosas. Entonces mientras hay un niño que se está muriendo cada 21 segundos por no tener acceso a agua potable, yo puedo estudiar, puedo trabajar, puedo inventar algo para solucionarlo. Siento un compromiso muy grande”, dice.
Estudió diseño industrial en la Universidad Católica de Valparaíso donde encontró su vocación de inventor. Pero en esa época “era muy difícil hacer innovación en Chile”, recuerda. Muchos de los académicos estaban interesados en hacer papers e investigaciones que no terminaban en proyectos y los instrumentos de financiamiento eran reducidos, señala.
“Hoy se ha avanzado mucho en instrumentos de innovación y emprendimiento. Yo creo que Chile va a lograr avances importantes a corto plazo”, asegura. “Aunque lo que falta aún es un modelo de innovación propio (…) En mi centro tenemos un modelo. Se llama el Modelo de Objetivos Integrados. Es una receta de cómo se debe hacer innovación, desde la definición de la idea hasta la implementación a escala industrial. Tomamos en cuenta la tecnología, la industria y el impacto social, económico y medioambiental de un proyecto. Cuando a ese modelo le sumas apoyo y financiamiento del Estado, los resultados son maravillosos. Pero no soy de la teoría que el Estado tenga que hacer todo”.
En el año 2000 Zolezzi empezó a viajar y a trabajar en EE.UU y en Rusia – donde recibió de la Academia Rusa de Ciencias de la Ingeniería la medalla Yuri Gagarin en 2011- para desarrollar sus proyectos. Lugares donde aprendió dos grandes lecciones: el amor por la ciencia y que el fracaso es parte del proceso de innovar, algo que dice falta internalizar en Chile. En esos países trabajó en tecnologías para mejorar la productividad del cobre y para la extracción del petróleo. Con éxito logró probar sus inventos y obtener premios por sus aportes.
Hasta que en 2010 se presentó la oportunidad: el programa de transbordadores espaciales de la NASA fue cancelado por la administración Obama. Entonces Zolezzi propuso a uno de los directores del programa, Traver Gruen-Kennedy, con quien se conocía hace años, ocupar la tecnología del centro en buscar soluciones tecnológicas a problemas humanitarios. Gruen-Kennedy, entusiasmado con la idea, llamó por teléfono a Barack Obama.
Validado por los éxitos que obtuvo en inventos pasados, el gobierno de EE. UU. le ofreció construir un centro científico en el Kennedy Space Center, en Florida, con tecnología de última generación. Pero Zolezzi logró convencerlos de que le cedieran la tecnología de la NASA para construir el Centro de Innovación Avanzada (AIC) en Viña del Mar. “Yo soy de acá. Y hoy día en Chile está todo dado para hacer esto. Con las nuevas tecnologías ya no importa tanto donde estés”. Con su centro en Chile, que empezó a ser financiado por la Fundación AVINA, y luego por gobiernos y empresarios, a fines de 2010 se puso a trabajar en el invento que hace un par de semanas acaba de debutar en Peñaflor.
El purificador de agua chileno
“Si revisas la prensa internacional, no se habla de Alfredo Zolezzi, se habla del purificador de agua chileno. Eso a mí me llena de orgullo”, dice Zolezzi.
El sistema que ideó junto a su equipo, que hoy tiene 20 personas, consiste en un dispositivo para eliminar el 100% de los virus y las bacterias del agua contaminada. Es una máquina con una bomba de alta presión que suministra agua a gran velocidad por un tubo. Al interior de este, y por consecuencia de la velocidad con la que ingresa el líquido sumado a descargas eléctricas, el agua sufre cambios en su estado químico y se transforma en plasma, el cuarto estado de la materia.
Gracias esto y a las altísimas temperaturas que alcanza el proceso, en donde actúan campos eléctricos, luz infrarroja y radiación ultravioleta, muere el 100% de los microorganismos patógenos y el agua que ingresó contaminada sale convertida en agua potable. La tecnología es capaz de sanitizar de 4 a 8 litros de agua en un minuto, a un precio por litro de un octavo de centavo de dólar. Su funcionamiento fue validado internacionalmente en EE. UU. en 2013 y se ha probado incluso en agua contaminada con ratones muertos.
Con esto se podría solucionar, en parte, el problema de 786 millones de personas en el mundo que no tienen ningún tipo de acceso al agua potable, y salvar la vida de miles de niños que mueren a causa de esto. “Es además una solución distribuida. Esto quiere decir que no se tiene que construir ninguna infraestructura, ningún canal, nada para instalarla”, dice Zolezzi.
Pero el invento también podría convertirse en un negocio multimillonario. Según el diseñador industrial, hay 2500 millones de personas en el mundo que manejan un auto, van al cine, tienen trabajo y sin embargo, al llegar a sus casas tienen que tomar agua embotellada o tienen que hervirla. Por eso varias empresas le han ofrecido millones de dólares para comprar la patente y desarrollar electrodomésticos que puedan aplicar esta tecnología. “La gente estaría encantada de tener un aparato como este en su cocina, como si fuera un microondas o un lavaplatos”, dice. Junto con eso, se han acercado empresas relacionadas a la farmacia, la construcción y todo tipo de rubros para adquirir la licencia.
Alfredo Zolezzi: “No es que no queramos ganar dinero. A mí me han dicho cuidado, te pueden robar, te pueden copiar, no vas a alcanzar. Entonces en esa lógica, por temor a no alcanzar a hacerlo, ¿vendo y me voy para mi casa con un cheque gigantesco de millones de millones de dólares y no lo intento?
Sin embargo, su decisión ha sido la de conservar la patente hasta asegurar que la tecnología llegue primero a los más pobres. “No es que no queramos ganar dinero. A mí me han dicho cuidado, te pueden robar, te pueden copiar, no vas a alcanzar. Entonces en esa lógica, por temor a no alcanzar a hacerlo, ¿vendo y me voy para mi casa con un cheque gigantesco de millones de millones de dólares y no lo intento? Creo que es posible hacerlo de otra forma. Y en eso estamos”, dice Zolezzi.
La otra forma es un ambicioso plan que trabaja en conjunto con la Fundación AVINA. Juntos se han puesto en contacto con otras ONG´s y gobiernos del mundo para llevar la tecnología a los rincones más pobres del planeta. Esto a través de un modelo rentable y sustentable en el tiempo, que se materializa en una organización: la Alianza Mundial del Agua.
El “modelo” de Zolezzi
El modelo de negocio consiste en contactar a corporaciones que ocupan gran cantidad de agua en sus productos, como Pepsi, que ocupa 79 litros de agua por cada litro de bebida que produce, o Levis, Apple, Coca Cola, entre otras. Lo que hace la Alianza Mundial del Agua es proponerles que inviertan en sus equipos purificadores, para luego instalarlos en beneficio de la gente más pobre. “Por una parte estamos llevando una tecnología avanzada a la gente que más lo necesita y que no puede pagarla. Y por otro lado, las corporaciones que sí pueden pagar, están compensando su huella de agua y generando el bien”, explica Zolezzi.
En 2011 fue instalado en una comunidad de Cerrillos, como prueba. Pero hoy, con un producto más avanzado, el plan piloto de la Alianza Mundial del Agua ya está en marcha. Durante 2015, entre 50 y 60 dispositivos llegarán a comunidades de Bolivia, Haití, Tanzania y Nigeria. Luego de doce meses de observación y monitoreo, se harán los ajustes finales para mejorar el dispositivo y poder entregárselo a un fabricante masivo internacional, capaz de construir y distribuir miles de artefactos.
Luego de eso, Zolezzi pretende incursionar en los distintos negocios que abre la tecnología. “Preocuparnos de que la tecnología llegue primero a la gente que más lo necesita, no implica renunciar para siempre a hacer negocios. Solo que el negocio no lo vamos a hacer a costa de los pobres”.
El primer paso del plan ya se dio y fue en Chile, el 29 de diciembre, en Peñaflor. A esa comuna, específicamente al hogar de niños de la Fundación Koimanodelfia, llegó la Presidenta Bachelet, la ministra de Desarrollo Social, María Fernanda Villegas, y el propio Alfredo Zolezzi para inaugurar un nuevo prototipo para los 86 niños del hogar. El plan también contempla otros cuatro dispositivos que se instalarán en la escuela rural Heriberto Erlwein de Curacaví; los campamentos Longovilo de Meilipilla ; el Milagro de Quilicura; y la escuela Pedernal en Petorca, Región de Valparaíso.
En la ceremonia, mientras hablaba la Presidenta, Zolezzi observaba a los niños. “Había muchos chiquititos que no debían ni saber quién era esa señora que les venía a hablar. Y saber que todos los que estábamos ahí, los empresarios, la ministra, la Presidenta, que todos estábamos haciendo algo por ellos, a mí me fascina. Demuestra que es posible abordar estos temas si todos trabajamos juntos”, dice, y agrega: “Y eso es una de las cosas más potentes de esta innovación”.