Gabriel Salazar y ex líderes estudiantiles: "Se creen la muerte y siguen el camino de la clase política para ser diputaditos"
El historiador analiza con aguda mirada la actualidad. Critica a los "estúpidos que se centraron en la gratuidad", asegura que Ricardo Lagos está "haciendo el loco", que el rodeo es "fiesta de patrones" y que en vez de celebrar las Glorias del Ejército "podríamos recordar las 23 masacres que han hecho a su propio pueblo".
A sus 80 años, el Premio Nacional de Historia cuenta que había votado toda su vida, pero que esta vez no cree que lo haga. “¿Para qué”, se pregunta y nombra a Ricardo Lagos, a Isabel Allende, a Ignacio Walker y se aterra de que alguno de esos nombres pueda ser el próximo Presidente del país, dado que su juicio perpetúan un sistema que está en uno de sus puntos más críticos. Gabriel Salazar, académico en cuatro facultades de la Universidad de Chile y autor, entre otros, del libro Movimientos sociales en Chile, analiza en entrevista con El Dínamo la lenta agonía de ciertas estructuras, como la del movimiento estudiantil, como la del sistema sociopolítico del país.
-En 2011 el movimiento estudiantil visibilizó una disconformidad con el modelo y fue ampliamente respaldado. La Confech reconoció ahora su pérdida de legitimidad ciudadana. ¿Cuál es su diagnóstico respecto a esa fatiga?
-El movimiento estudiantil partió muy bien, irrumpió con un problema que representaba a todos, pero que no se había explicitado ni se había planteado tan públicamente: el lucro en la educación. Pero ahora presenta una falla fundamental: no se están planteando como un movimiento social de nuevo tipo, si no como un movimiento de masas de viejo tipo. Son un movimiento de gente en la calle que sale a protestar, a pedir, a levantar las banderas de sus partidos, los retratos de sus líderes. Pero la masa en la calle no delibera, no está en asambleas, no decide nada.
-¿Cómo debería estructurarse entonces los movimientos sociales reales?
-Se caracterizan porque en sus bases hay asambleas y en ellas deliberan. Ahí analizan los problemas, proponen soluciones. Por eso que el movimiento de los secundarios en 2001 planteó inmediatamente lo nuevo y la frase que ellos usaron fue ‘la asamblea manda’. Entonces los cabros pusieron sobre la mesa una práctica política absolutamente nueva y revolucionaria en Chile: no manda el líder, ni la ideología, ni el partido, ni el presidente; manda la asamblea.
Lo que se ha hecho desde 2006 hasta hoy es que por sobre todas las cosas marchar como demostración de fuerza. Tienen un lote de ideas, pero no las formulan como propuesta. Al no tenerlas no pueden imponer nada y no han asociados con otros: la CUT, la Confech, la Anef, los profesores, están todos divididos. Las marchas han demostrado que no sirven de nada.
-Esas demandas las recogió en parte el gobierno de Bachelet. Pero, por ejemplo, la reforma educacional tiene una mala evaluación por parte de la ciudadanía. ¿Qué pasó entre medio?
-Es que este gobierno es muy simplista. Aquí no tienen claridad de nada. En resultados concretos nunca en Chile la educación pública había estado tan mal como ahora. Ni siquiera en tiempos de Pinochet. Creo que teniendo una enorme reforma posible por delante ellos sólo se concentraron en el tema de la gratuidad y fueron tan estúpidos, y los estudiantes son culpables, porque pidieron gratuidad universal.
-¿Imposible?
-Imposible, tú lo ves que es imposible. Lo que sí debió haber planteado el Gobierno es la educación gratuita pero sólo en la pública. Pero ahora, colegio tras colegio se están cerrando porque la educación privada la lleva. Desde ese punto de vista es un desastre. No puedes financiar la gratuidad para todos los colegios públicos y privados. Por eso se dijo ‘vamos a partir con los públicos’ y van a tener que quedarse con los públicos no más. Y la Confech cometió el error de pedir la gratuidad para todo. Eso es un absurdo.
-Una utopía.
-Una utopía tonta, una locura intelectual. Una segunda cosa de por qué los estudiantes están gastados es porque tienen una estructura añeja. ¿Cómo funciona la Fech? Tiene un presidente que se elige al año y que dura ese año y es un mandamás y todos los periodistas lo entrevistan, el campeón se cree la muerte y sigue después el camino de la clase política y se convierte en diputadito.
Los estudiantes por sí solos nunca han ganado nada, tienen que asociarse con todos los otros actores y formar una alianza nacional. La reforma educacional que se requiere en este país es muy profunda y ancha y requiere que la entienda el país entero. Si no hay asociatividad horizontal no van a poder romper nunca el monopolio que tienen los partidos políticos sobre la política.
-¿Cómo se lee el giro ciudadano al escoger un gobierno que intenta hacer cambios y que ahora la gente proponga a Lagos y Piñera para dirigir al país?
-Estamos viviendo un periodo de transformación profunda de la política, que es un proceso lento. Lo que está ocurriendo es que la política se está ciudadanizando. Este tipo de fenómenos es una revolución porque el que los ciudadanos controlen la política, el Estado y la Constitución para Chile es un proceso revolucionario de autoconstrucción de poder, por lo tanto es un aprendizaje. Es una revolución cultural.
Es tan profundo que aunque los estudiantes están desgastándose con sus marchas, apareció una marcha nueva para eliminar las AFP y salió 1 millón y medio a la calle. O sea, la cosa está viva, demuestra que el descontento con este sistema va más allá de los puros estudiantes.
-Pero este proceso revolucionario contrasta con aquel sector que cree que Lagos o Piñera son buenas figuras para volver.
-Dentro de este proceso revolucionario lo que está claro es que los políticos han perdido toda legitimidad. Todas las encuestas señalan que el 98% de la población no cree en los políticos, no confía en ellos ni en el sistema. Por tanto hay una crisis enorme. El problema es que como hoy todavía no estamos en condiciones de cambiar esto, de eliminar esta gente y reemplazarlo por asambleas, los políticos subsisten y este jueguito de las elecciones y los candidatos es inercia. Pero todos sabemos que el sistema está podrido.
-Lagos dijo que esta es la peor crisis política e institucional que ha tenido Chile. ¿Coincide con esa visión?
-Para describirlo sociológicamente, cuando un sistema está en una crisis terminal es cuando ocurren al menos tres tipos. Uno, una crisis de legitimidad, entendiendo por eso que el sistema al no haber sido construido libremente por la ciudadanía, siendo producto de una intervención militar en este caso, eso no es legítimo. La otra crisis que concurre es la de representatividad, que es cuando la ciudadanía pierde confianza y deja de creer en sus representantes. Y la tercera es que demuestre ineficiencia en resolver los problemas prácticos.
Las tres crisis que son profundas y que afectan en la definición de una crisis terminal están ocurriendo hoy. Y Lagos, que no es tonto, se da cuenta de eso. Pero es tonto al mismo tiempo como para volver a presentarse como candidato cuando él no va a resolver nada ¿Qué va a hacer ahora? No, si Lagos está haciendo el loco.
-La participación en el proceso constituyente fue baja ¿el cambio de la constitución va a ser ilegítimo en términos ciudadanos?
-Hasta donde yo conozco es cierto, no fue una participación como debe ser que toda la ciudadanía participa. Fueron alrededor de 7 mil las reuniones locales que se hicieron y según lo que sé participó poca gente pero lo hicieron con una fuerza, entusiasmo y con una coincidencia de pensamiento sorprendente. Coincidieron en que hayan consultas al pueblo, que hayan plebiscitos y que eso sea lo dominante en un nuevo Estado. Eso indica que la asamblea manda.
-¿Usted vota?
-Votaba. Yo creo que este año voy a dejar de votar.
-¿Por qué?
-Porque es ridículo. Para qué. ¿Usted cree que voy a votar por Lagos o Ignacio Walker de la Democracia Cristiana? La Allende bueno, es nueva, es más convincente que la Bachelet para hablar, ¿pero por esa razón no más voy a votar por ella?
-Son muchas las personas que ya no votan. ¿Responde a una indiferencia a los problemas comunitarios o una indiferencia ante el actual sistema?
-Yo creo que las dos cosas porque mientras más desconfianza hay en el sistema político y sus habitantes, más confianza hay de la comunidad consigo misma y eso explica el aumento de las asambleas comunales, barriales, territoriales, los cabildos que se hacen por todas partes.
-¿Qué le parece la formación del frente amplio que presenta Gabriel Boric y Giorgio Jackson? ¿Le ve proyección?
-Ninguna porque son fenómenos que se han repetido infinitas veces dentro de la clase política. Cada vez que están sufriendo una pérdida de representatividad y de legitimidad pretenden renovarse. ¿Y qué hacen? Se salen de los partidos, forman fracciones y después de un tiempo se juntan de nuevo en un frente. Al final terminan todos iguales. Si el chico Zaldívar alguna vez también fue joven, se descolgó del partido conservador y formaron la falange.
-¿Cómo se cambia el sistema entonces?
-Quedándose en el movimiento social porque es el único que va a poder cambiar todo de raíz. Los políticos son criaturas de la Constitución. Si la cambian en el sentido que quiere el pueblo ellos van a quedar cesantes. Nunca los políticos han cambiado la Constitución.
Fiestas Patrias: “No es una fiesta popular, es de patrones”
-De cara a las fiestas patrias ¿Chile tiene algo que celebrar?
-Estas fiestas en la medida en que tienen rojo en el calendario se van a seguir realizando porque obviamente la gente dispone de tiempo para pasarlo bien. Mientras sean fiestas oficiales que permitan descansar y reunirse van a seguir funcionando, pero eso es pura mecánica. En términos de lo que necesita la ciudadanía deberíamos celebrar el día del ciudadano, el día de la soberanía popular.
-Usted ha planteado que las fiestas patrias hay una contradicción y un mito nacional.
-No sé si llamarla contradicción, lo que sí está claro es que el 18 de septiembre pretende celebrar la independencia de España. Pero el 19 se celebran las Glorias del Ejército. Podríamos recordar también las 23 masacres que el Ejército ha hecho en su propio pueblo. No sigamos levantando las glorias a un Ejército que hacia adentro se ha comportado como salvajes con los chilenos.
-A raíz de la prohibición del rodeo en ciertas comunas, un sector dice que se trata de maltrato animal y el otro lo defiende por ser una tradición cultural, propia de la identidad nacional. ¿Qué tan cierta es esa postura?
-Es que el concepto de identidad nacional es típico de la clase dominante. El pueblo no tiene símbolos de identidad nacional, tiene costumbres. Me carga el rodeo, fui un par de veces y no le encontré sentido y viendo atrás, los documentos, el rodeo no aparece nunca. El rodeo del que se hablaba antes era el de rodear a los animales que andaban solos en los cerros. No es una fiesta popular, es fiesta de patrones porque ahí no hay mucho trago y no hay sexo, entonces la Iglesia lo permitió.
-¿Cuál es el sentido histórico de perpetuar tradiciones?
-Tiene sentido siempre y cuando recordamos exactamente el origen. Por ejemplo, la cueca en relación a qué personajes aparece, porque la que se baila hoy es muy estereotipada, de salón y la bailan tipos disfrazados de cualquier cosa menos lo que fue el huaso original. El verdadero huaso chilenos para empezar no era patrón de fundo, era un mestizo sin nada. Los patrones, para aparentar ser cercanos a lo popular, adoptan símbolos nacionales que son de los rotos, entonces adoptan la figura del huaso pero la estilizan. Usan símbolos nacionales porque tienen que dominar a toda la nación.