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27 de Septiembre de 2016

Mª Olivia Mönckeberg: "Creo que hubo presiones de privados que desarmaron la reforma educacional del Gobierno"

La Premio Nacional de Periodismo y académica de la Universidad de Chile fue parte de las mesas de trabajo del Mineduc. "No dejó contento a nadie, porque tampoco satisface a los privados ni a la gente que ha estado trabajando en ideas de reforma en serio", señala.

Por Daniel Martí­nez G.
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A mediados de 2014, poco después de haber iniciado el nuevo gobierno, el entonces ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre, convocó a varias mesas de trabajo para empezar a diseñar lo que sería la reforma a la educación superior. Se realizaban los jueves en el ministerio y eran dirigidas por el entonces jefe de la Divesup, Francisco Martínez.

En ellas participaron el rector de la Universidad de Valparaíso, Aldo Valle, la economista Claudia Sanhueza; la académica Roxana Pey, el abogado Fernando Atria, el economista Manuel Riesco, la directora del CINDA, María José Lemaitre, el investigador Juan Eduardo García-Huidobro, entre otros, además de los asesores del Mineduc Álvaro Cabrera y Francisco Javier Durán.

En el grupo también destacaba la Premio Nacional de Periodismo María Olivia Mönckeberg, quien ha investigado largamente sobre la educación en Chile y sus instituciones. En los grupos convocados por el Mineduc -relata Mönckeberg en conversación con El Dínamo– los invitados analizaban las propuestas del Gobierno para el diseño del proyecto final y proponían sus alternativas a los temas más controvertidos como el rol de la educación pública o la gratuidad..

Había ideas bastante más interesantes que las que finalmente salieron como proyecto de ley al Congreso”, cuenta la periodista. ¿Qué pasó en el camino? Su hipótesis es que hubo gestiones y “presiones de entidades privadas” que desarmaron la reforma original.

En esta entrevista, la directora del ICEI de la Universidad de Chile analiza la reforma a la educación superior que hoy está siendo discutida en la comisión de Educación de la Cámara de Diputados, que se encuentra ad portas de un rediseño por parte del Gobierno debido a las críticas que ha recibido desde todos los sectores que ponen en peligro su aprobación.

-¿Cuáles cree que son los cambios más urgentes?

-Son muchos los aspectos que habría que mejorar. El proyecto no planteó en forma clara y firme el rol del Estado frente al sistema en general y tampoco respecto de un sistema de educación pública. En el nivel superior es muy necesario precisarlo mucho más, no está diseñado claramente. Tampoco se considera un refuerzo a las universidades regionales públicas; sin eso, se mantiene el que planteles del Estado vivan a duras penas en competencia con instituciones privadas, que las van desgastando.

-Muchos cuestionan un exceso de intervención del Mineduc en las universidades en la reforma. ¿Comparte eso?

-Es un proyecto muy gobiernista. Se le entrega mucha atribución al ministerio, como fijar carreras, aranceles, pero hay una cuestión más delicada: el nombramiento de personas en cargos de las universidades públicas. Eso me parece crítico. Ahí la autonomía universitaria se ve lesionada. Un preámbulo de eso es lo que ocurrió con Roxana Pey en la Universidad de Aysén. En el proyecto, la cantidad de representantes del Gobierno es muy alta. En la U. de Chile hay dos representantes de la Presidencia, el Mineduc no tiene nada que ver ahí. Eso parece adecuado, pero más es excesivo.

-¿No hay claridad en el Gobierno en que las universidades estatales sean prioridad?

-Yo no sé qué fue pasando, porque en el programa de la Presidenta Bachelet y en los primeros días de Gobierno se hablaba de una gran reforma. A mí me tocó participar en algunas mesas de trabajo en el Mineduc y había ideas bastante más interesantes que las que finalmente salieron como proyecto de ley al Congreso. Se reflexionaba, se discutía y hubo bastante avance. Se planteaba de forma mucho más clara y nítida el apoyo del Estado a las universidades públicas, exigencias en términos de calidad, la necesidad de fiscalización y de terminar con el lucro. Fueron conversaciones donde se iba avanzando progresivamente; había comisiones de calidad, de financiamiento, algunos exponían y todos criticaban y opinaban sobre lo que se presentaba. Llegó a formularse hasta algún tipo de borrador de proyecto, con consideraciones para una etapa de transición, y en algún minuto no nos citaron más, muchas gracias y listo.

-¿Nada de lo que se discutió en esas mesas apareció en el proyecto?

-No. De repente uno siente que hay ciertos parentescos en algunas cosas, como el tema de exigencias y de los niveles en términos de calidad, que tenía que ver con los requisitos para aumentar matrícula, entre otras cosas. Eran bastantes las ideas que se analizaban. Lo que yo echo de menos en el proyecto es una visión sobre el Estado y sobre fiscalización, cosa que sí se había logrado en esas comisiones en ese aspecto.

-¿Se planteaba también financiar vía voucher?

-No, cada vez tomaba más fuerza la idea de que debiera haber un financiamiento a la oferta y no a la demanda, porque el problema del voucher, que es al más puro estilo Milton Friedman, es que implica que el financiamiento sea elegido por los alumnos y sus familias en un supuesto nombre de la libertad, pero es una libertad desinformada, desigual, porque tientan a los alumnos, muchos de ellos de primera generación en su familia que va a la universidad, con una publicidad no siempre veraz, muchas veces engañosa, con imágenes preciosas de todo lo que vas a hacer en la vida cuando seas abogado o ingeniero. Hasta han sorteado autos.

-¿Y por qué cree que las bases del proyecto cambiaron tanto desde ese momento hasta que éste ingresó a la Cámara?

-En paralelo a nuestras mesas de trabajo, el Mineduc se reunía con organizaciones sociales o gremiales… ¿Cuál es mi hipótesis? Que entremedio de todo esto, hubo presiones de entidades privadas, desarmaron las bases en las que se había ido avanzando para la reforma original del Gobierno y eso terminó por generar una cuestión que no dejó contento a nadie, porque tampoco satisface a esos privados ni a la gente que ha estado trabajando en ideas de reforma en serio.

-¿Y qué habrían buscado concretamente esa presiones?

-Por años se destapó cómo el Estado estaba subsidiando los negocios de las universidades y algunos institutos privados. Uno ve que dentro de los 35 planteles privados, la mayoría ha aumentado sus matrículas en forma desmesurada, creciendo muchísimo en los últimos años, gracias al Crédito con Aval del Estado. El Estado ha financiando el crecimiento de ese negocio y sin ninguna regulación y eso es conveniente para ellos. Hoy, el 10% de los recursos que destina el Estado a créditos y becas va al cuestionado grupo Laureate. Y la Universidad Andrés Bello es la que más recibe, en circunstancias de que sus propios dueños han ratificado que lucran.

-El proyecto también plantea una superintendencia. ¿Eso no soluciona en parte el problema?

-Ninguna de las superintendencias en Chile tiene grandes capacidades reguladoras. Entonces, en estos casos donde ha habido traspasos de dinero, que lo sabemos, tendría que ser una superintendencia con las uñas largas y afiladas, que realmente sea capaz de impedir el abuso y no está claro que entre tanta negociación del proyecto salga eso. Además, de las prohibiciones y medidas para evitar el lucro -que algo de eso se menciona en el proyecto- pienso que es necesario tipificar el delito de lucro en la legislación penal.

-¿Cree que las autoridades han hecho vista gorda ante la fiscalización, principalmente, del lucro? Teniendo en cuenta que hace por lo menos 10 años se sabe cómo opera.

-Creo que se podría haber hecho mucho, mucho más. A veces, aunque no tuvieran la atribución “legal”, hay gente que dice que la tendrían por el lado de la justicia civil, ya que en la justicia penal todavía no está tipificado el delito. También se podría haber hecho más en cuanto a acciones políticas, porque cuando tú eres autoridad y pones el peso de esa autoridad dando una señal contundente, por cierto que quien está lucrando se va a resguardar de hacerlo. Y si te das cuenta de que lo están haciendo, tendrías que propender a que se legislara para castigar ese lucro si no se está de acuerdo…, salvo que se esté de acuerdo…

-La ministra Adriana Delpiano se mostró sorprendida y dijo “hay que ver por dónde están sacando el lucro”. ¿Qué le pareció esa respuesta?

-Yo no sé si entre tanto problema que puede tener la cartera de Educación, a lo mejor no se había informado bien la ministra o fue una forma inadecuada de expresarse. Desde hace muchos años se ha estado viendo que hay lucro y hemos escrito y nadie lo desmiente. Y también hemos dicho por dónde “sale” ese lucro, como “exportan” la plata. Una de las fórmulas ha sido a través de las inmobiliarias y de eso hay muchos antecedentes en la comisión investigadora que presidió la diputada Alejandra Sepúlveda. A mí me han llegado antecedentes sobre las maneras en que lucran, aparte del negocio inmobiliario, que tiene que ver con el pago de servicios digitales, plataformas, cursos de inglés y repositorios, todo esto con valores que no corresponden. No es para sorprenderse. Es sorprendente sorprenderse. Ahí uno empieza a pensar nuevamente en presiones a nivel de Congreso. Hay gente que parece jugársela porque no se legisle…

La salida de Pey

-¿Cómo vio la destitución de Roxana Pey? Ella fue directora de Posgrado del ICEI.

-Ella estaba desarrollando un proyecto muy interesante en Aysén, con mucho trabajo con la comunidad. Es una de las personas que más sabe de educación superior y es una lástima que la primera rectora de una universidad pública haya sido destituida antes de que su proyecto tomara cuerpo. Roxana era crítica, pero lo mismo que puede ser uno y que pueden ser los rectores, sobre varios aspectos de este proyecto de reforma. Sus críticas son muy similares a las que les he escuchado a otros rectores de las universidades del Estado, y en general las comparto.

-Se la acusaba de estar “desalineada” con el Gobierno y de haber diseñado un proyecto que no iba en la línea de lo que ha planteado el Mineduc en su reforma.

-El Mineduc perdió la posibilidad de tener una rectora con un gran liderazgo. Y creo que para ella debe haber sido bien duro, porque la persona que la sucedió era una funcionaria que había llevado ella y porque, además, todos los puntos que se le cuestionaban en una supuesta no alineación están ahora presentes en el proyecto que siguen desarrollando. Entiendo que la única diferencia es que ahora va con menos carreras, lo que a lo mejor es un sentido de realismo. También se mantiene el hecho de ir más allá en la gratuidad, que era lo que estaba planteado originalmente en el programa del actual gobierno.

-Es decir, ¿lo que hizo la ex rectora fue impulsar y profundizar en esa universidad el propio programa de gobierno, respecto de la gratuidad universal?

-Es posible… sería una forma de mirarlo. Pero su destitución, creo que fue un error. Fue un paso que dio el Gobierno que mejor no hubieran dado. Allá veían con mucha esperanza el proyecto en los términos en que planteaba originalmente Roxana y su equipo. Además, todo el tiempo había tenido el apoyo del Consejo de las Universidades del Estado. Fue una señal negativa, que nos puso en alerta a todos de lo que puede significar la intervención directa en esto de poner y sacar rectores y la injerencia excesiva del gobierno de turno queda planteada como un problema frente a la necesaria autonomía que deben tener las universidades.

Bachelet y la prensa

“Yo era la gorda”. Con esas palabras, la Presidenta Michelle Bachelet se refirió esta semana al machismo y sexismo que ha vivido en su carrera e, incluso, como jefa de Estado, esto al referirse, en plena conferencia en el Centro de Estudios Wilson Center de Washington, a los hechos que está enfrentando Hillary Clinton en su campaña presidencial.

“Hasta ahora, hay mucho sexismo y machismo, tú crees que la sociedad ha mejorado mucho, pero sigue, ‘Ay no, ella es débil’, porque no le gritas a alguien y le dices malas palabras (…) Claro, yo era la gorda… Siempre hablan de quién me da las ideas, y aún hoy como Presidenta”, contó.

Ante esto, la Premio Nacional de Periodismo 2009, María Olivia Mönckeberg, se refirió al tratamiento de la prensa a su figura, sobre todo frente a una serie de cuestionamientos personales.

-¿Observa machismo en el tratamiento de la prensa hacia la Presidenta Bachelet?

-Tal vez. Creo que a Michelle Bachelet el problema mayor ha ido derivando a una cosa extraña, de una presidenta que tenía una alta evaluación y ahora está con un 15%. Ha tenido que ver con la crisis institucional y de confianza en la política, que lamentablemente le tocó tan de cerca con la situación de su nuera y su hijo. Ahí hay un efecto directo, que uno al menos no hubiera querido que pasara y pasó.

-Hubo un quiebre frente a la política…

-Sí, pero también en forma simultánea un quiebre de la confianza en el país y frente a políticos o empresarios, y a la Presidenta Bachelet le ha tocado estar a la cabeza del país en este proceso. Ella habría sido una reserva muy positiva, pero como la afectó el caso Caval, entonces no pudo jugar ese papel. Es una mujer inteligente y creo que con muy buenos propósitos… Pero su gobierno y la posibilidad de hacer las reformas planteadas en su programa se han visto debilitados por todo lo ocurrido.

-Hay medios que han hablado de depresión, alcoholismo, rabietas…

-Eso denota una mirada no sólo machista, sino que basada en hechos sin fundamento. Es verdad que a los hombres como que se les respeta más. Antes se hablaba también de la majestad del cargo. Pero creo que con Piñera se perdió el respeto al cargo de Presidente, al dar pábulo a cuestiones como las piñericosas… con su estilo especial. Se tiende a perder todo esto. Pero sí… el machismo en la sociedad chilena está muy impregnado y se nota en diversas manifestaciones.

-Respecto a la querella de la ciudadana Michelle Bachelet contra la revista Qué Pasa. ¿Qué le parece ese episodio?

-No creo que deba aplicarse una sanción penal, no fue lo más adecuado. Yo hubiera recomendado que no se hiciera la querella. Existe, de partida el derecho a réplica, y si querían alguna acción, la podía haber presentado al Tribunal de Ética del Colegio de Periodistas o al Consejo de Ética de la Federación de Medios. Por ningún motivo presentar la querella y no porque los periodistas seamos intocables, sino porque apunta al derecho a la libertad de expresión, algo que debe ser muy cuidado. Además, no me gustó esa señal, porque ha sido un año complicado para el periodismo y el acceso a las fuentes de información, sobre todo cuando nuestra tarea es más investigativa.

-¿La llamada Ley Mordaza?

-Sí. Gracias a que nos pusimos alertas, logramos parar lo que estaba siendo tramitado en el Congreso. Se logró parar en lo que concierne a los periodistas, pero no en cuanto a los fiscales y eso sigue siendo complicado. La primera situación o víctima de esto fue el fiscal Emiliano Arias en el llamado caso Corpesca. Fue retirado del caso por el fiscal nacional en virtud de esta disposición nueva, para que guarde silencio frente a los medios, cuando lo que estaba diciendo frente a la tramitación de la Ley de Pesca es una realidad que todos sabemos ya a esta altura que estaba llena de chanchullos.

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