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22 de Octubre de 2019

Un barrio sitiado: así se defendieron los vecinos de los saqueadores

Ante los hechos delictuales que se registraron durante las últimas jornadas, los residentes se hicieron cargo de su propia seguridad.

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saqueos
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“Tengan cuidado. Avisaron que viene una turba de tipos que andan saqueando las casas de los vecinos”.

Esa fue la alerta que se repitió en distintas comunas del país al caer la tercera noche de saqueos e incendios.

En La Pintana se vivió una situación similar desde temprano. Cerca del mediodía del domingo 20 de octubre las personas corrían desde la feria ubicada en Avenida La Bandera, luego de que sujetos armados saquearon el lugar, robando incluso los carros de las personas que a esa hora intentaban abastecerse de frutas y verduras.

El caos era total. Los almacenes bajaron sus cortinas para no dejar ingresar a aquellos que inescrupulosamente arrasaban con todo a su paso. El miedo se apoderó de la comunidad y, en cosa de minutos, la feria se esfumó.

La unión hace la fuerza

Llegada la noche se inició otra crisis, la que tuvo nuevamente a los vecinos como protagonistas. A eso de las 20 horas llegó la alerta. Se corría la voz por los pasajes. La delincuencia a la que tanto le temen los pintaninos los acechaba otra vez.

Las esquinas de pasajes y calles sirvieron para reunir a aquellos que quizás nunca habían cruzado una palabra, pero que ahora el miedo de perder todo los obligaba a conversar y organizarse.

Tras varios minutos de intentar llamar a Carabineros sin recibir una respuesta, los residentes debieron hacerse cargo de su propia seguridad.

Con palos, fierros y armas de fuego esperaron a los supuestos saqueadores, que aprovechándose de una manifestación contra los ineficientes sistemas de salud, pensiones, seguridad, educación y otros problemas que existen actualmente en el país, iniciaron una ruta delictual que atormentó a varias comunas.

La desesperación se apoderó de todos. Algunos se ponían chalecos reflectantes para identificarse como vecinos, mientras que otros armaban barricadas para evitar que los autos, en los que se movilizaban los delincuentes, se atrevieran a entrar a las calles.

La noche recién comenzaba y aún faltaba mucho por ver y sentir. “Vienen con pistolas por Venancia Leiva”, gritó un vecino desde la instersección de Violeta Parra con Almirante Latorre.

Todos expectantes. Algunos niños que no entienden que la situación es crítica son enviados al interior de sus hogares. Se cargan las armas y comienza la angustiante espera.

Pasados algunos minutos, el anuncio se vuelve real: aparece un hombre en moto y una camioneta lo sigue de cerca.

Los vidrios polarizados no permiten ver la cantidad de sujetos que se encuentran a bordo, ni qué armas llevan. Pasan lento y se retiran como pueden entre las barricadas.

Una hora después se repite la dinámica. La misma moto, la misma camioneta, pero esta vez simulan que la moto queda en panne. Se baja del vehículo un joven a “ayudar” al motorista.

Los vecinos, intrigados y alertas, los miran mover sus manos sin realizar una acción real en la moto. Las armas que sostienen los residentes, entre escopetas y palos, terminan por intimidar a los sujetos que, milagrosamente, y sin hacer nada, logran arreglar la moto y emprenden su huida nuevamente.

“Andan sapeando, mirando donde la gente está más desprotegida”, comentan los vecinos.

Autodefensas

Los llamados a los funcionarios policiales no cesan, hasta que se obtiene una respuesta poco satisfactoria: “Resguárdense en sus casas, estamos haciendo lo que podemos (…) no vamos a detener a nadie por estar protegiendo sus casas, pese al toque de queda”.

La instrucción era simple: cada cual debe defenderse por sí solo.

Pasados algunos minutos, aparece una camioneta pick up con al menos 15 sujetos a bordo. Todos a rostro cubierto, llegaron a la esquina y son increpados por quienes se esfuerzan por no sucumbir ante el miedo.

Se oyen gritos, garabatos y disparos hasta que los sujetos deciden retirarse.

Pasadas las tres de la madrugada, la tensión se incrementa. Pese a que algunos ya se encuentran dentro de sus casas, los vecinos siguen alertas.

Los que quedan afuera, aún avivando el fuego de las barricadas, se percatan que un grupo de al menos 25 hombres se acercan a las esquinas protegidas e intentan ingresar a una distribuidora de alcoholes que se encuentra en avenida Violeta Parra.

Se enfrentan con el primer grupo de vecinos, pero logran escabullirse por un pasaje que los lleva justo hasta la esquina de Celanova con Almirante Latorre, donde son perseguidos por residentes armados que lanzan disparos al aire, lo que en primera instancia no los intimida, hasta que un vecino con escopeta dispara en al menos dos oportunidades contra los antisociales.

Huyen sin un rumbo fijo y la paz regresa nuevamente a la calle. Sin embargo, la guardia por parte de los pintaninos sigue hasta que el sol se asome nuevamente.

 

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