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19 de Junio de 2024

Ni un día menos

Si no hacemos algo drástico, más del 52% de los estudiantes podrían tener problemas serios de ausentismo al final de año.

Por Rebeca Molina L.
AGENCIA UNO/ARCHIVO.
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Rebeca Molina L.

Rebeca Molina L. es directora ejecutiva de la Fundación Educacional Presente.

El comportamiento de asistencia del mes de marzo es un excelente predictor del resto del año. ¿Qué podemos esperar en 2024? Los pronósticos no son buenos: el número de estudiantes que presentó ausentismo crónico en marzo de este año aumentó en 2,5 puntos respecto del año pasado. Si bien en abril se observa una mejora, el primer mes del año escolar nos hace pensar que la asistencia de 2024 será peor que la del año anterior.

Si no hacemos algo drástico, más del 52% de los estudiantes podrían tener problemas serios de ausentismo al final de año. Hablamos de alrededor de 1.5 millones de niños, niñas y jóvenes en esta situación. El ausentismo daña tanto su formación como la de sus compañeros que sí van a clases y, por qué no mencionarlo, daña también el desarrollo de todo el país.

Las autoridades educativas, padres, docentes y toda la comunidad debemos actuar ahora. La asistencia escolar no es una obligación arbitraria, es una necesidad básica. No es opcional; es fundamental. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que los niños estén en la escuela, aprendiendo y desarrollándose. Somos los adultos quienes debemos empezar a hacer cambios importantes:

  • Desde el Gobierno y la política, necesitamos acciones claras para mostrar que valoramos la escuela y el bienestar de los estudiantes. Suspender clases por eventos de fuerza mayor puede ser debatible, pero lo que no puede pasar es que por causas controlables -como paros, PAES de invierno, elecciones, etc.- tengamos colegios cerrados.
  • Los servicios públicos y comunitarios deben evitar citar a estudiantes cuando deberían estar en clase. Si queremos proteger su derecho a la educación, los juzgados, consultorios y otros deben encontrar maneras de hacer su trabajo sin interrumpir las clases.
  • Por su parte, los colegios deben lograr que cada día de clases realmente valga la pena. Asegurar clases desafiantes y significativas; ambientes escolares respetuosos y amables; sentido de pertenencia que recuerde a los estudiantes que son parte de algo importante, son elementos que promueven la asistencia a clases.
  • De apoderados y cuidadores necesitamos lograr plena conciencia de que la escuela protege, forma y equipa a nuestros hijos e hijas para su desarrollo. Necesitamos tutores empoderados de su rol de guías, convencidos de la importancia de asistir a clases regularmente, y que no duden ante una petición de faltar.
  • De las redes de las familias, necesitamos el apoyo para lograr que los escolares vayan a clases todos los días. Que nos ayudemos a superar dificultades logísticas, que ofrezcamos ayuda y motivemos la asistencia. Jamás decirles a los padres que “son malos” por llevarlos a clases con un día de frío.
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