Celulares en salas de clases: alcances y miradas expertas sobre el proyecto que busca restringir su uso
Un grupo de senadores, liderados por Juan Pablo Letelier, ingresó la iniciativa, la cual pretende eliminar este elemento "disruptivo" de la sala de clases, tanto de enseñanza básica como media.
En Chile, hasta diciembre de 2017, se contabilizaban 27.978.240 números de teléfonos celulares según cifras entregadas por el INE en febrero de este año. Una gran cantidad de estos se encontraría en manos de escolares. De hecho, un estudio PISA, alertaba ya en 2015 de que un 32% de los alumnos connacionales pasaba más de 6 horas al día usando un smartphone, muy por sobre el 24% que se adjudicó América Latina y el 16% promedio de los países de la OCDE.
Pero no se trataría tan sólo de un uso en “horas muertas”, sino también en la sala de clases, ya que -de acuerdo a una investigación realizada por académicos de la Universidad de los Andes- un 71% de los jóvenes entre 10 y 18 años usa el celular en las aulas, mientras que el 98% de los estudiantes encuestados afirmó llevar a diario este artefacto al colegio.
Por lo mismo, un grupo de senadores, entre ellos Juan Pablo Letelier (PS) y Alfonso de Urresti (PS), presentaron un proyecto de ley que busca restringir el uso de celulares en establecimientos de educación básica como media, tal como lo hizo Francia a partir de este año.
“Nosotros presentamos este proyecto con la preocupación que se observa en diferentes colegios en relación a la gran distracción que existe con el uso del celular, conversando con profesores, con alumnos y con los propios apoderados. Entonces, viendo un modelo que se ha llevado en otros países, principalmente en Francia, consideramos que este proyecto era importante para poder preservar la autonomía y -sobre todo- la concentración dentro de este tipo de establecimientos”, señaló a El Dínamo Alfonso de Urresti.
Por su parte, Juan Pablo Letelier aclaró que “no estamos en la discusión acerca de si un profesor invita a los alumnos a usar sus celulares para buscar información, no estamos hablando de eso, sino que estamos hablando del factor disruptivo, de que andan chateando cuando están en clases, que andan sacándose fotos, que andan haciendo cosas que no corresponden al objeto del momento pedagógico en que están”.
Letelier hizo hincapié en la necesidad de “generar primero un debate” al respecto, afirmó que “le he pedido a la presidenta de la Comisión de Educación (Yasna Provoste) que le ponga prioridad, y espero que ya que salió el proyecto del Gobierno de Aula Segura, este proyecto tenga prioridad en la Comisión de Educación. Yo he hablado con ella y al principio la senadora Provoste tenía sus dudas, incluso senadores que firmaron, después retiraron la firma porque tenían el temor de cuál iba a ser la reacción de los jóvenes. Yo creo que aquí el debate es, con todo respeto a los millennials, normas de convivencia; de cómo la tecnología la usamos para mejorar nuestra calidad de vida, para mejorar nuestros procesos y no que se transformen en elementos disruptivos”.
¿Qué tan conveniente sería?
Para Loreto Jara, profesora e investigadora de Política Educativa de Educación 2020, más que restringir el uso de los celulares, lo ideal sería “buscarles un uso pedagógico”. “Somos unos convencidos de que la tecnología tiene que ser un aliado del proceso de aprendizaje, no un obstáculo”, declaró a El Dínamo la experta.
En esta misma línea, Claudia Rodríguez, directora de ONG No Chat, apuntó a que “no se trata de eliminarlo, porque sería un contrasentido con el desarrollo tecnológico. Sin embargo, debemos normar su uso en ciertos espacios y en salas de clases debemos capacitar a los docentes en TICs (Tecnologías de Información y Comunicación), pero seriamente, en que el uso del teléfono sea parte del proceso de aprendizaje y un aporte concreto. Debe sí o sí tener un sentido académico”.
Es que los celulares pueden ser una gran ayuda -por ejemplo- a la hora de buscar información, e incluso se pueden utilizar aplicaciones que contribuyan a cumplir con el objetivo educativo. “Pero efectivamente hay que ponerse de acuerdo, y para ello, se pueden generar procesos de normas colectivas y conjuntas, que tienen que ser, por un lado, respetadas por todos los profesores, porque pasa mucho que se generan problemas de clima al interior de las propias escuelas con profesores que pueden ser más permisivos que otros. Y ojalá que ese ‘ponerse de acuerdo’ tenga que ver con ponerse de acuerdo con los estudiantes para usarlo en algún momento del día y/o para incorporarlo como una herramienta pedagógica, como un recurso didáctico”, detalló Jara.
De esta manera, se cae nuevamente en el lo que es la innovación pedagógica, la cual -según la investigadora de Educación 2020- “aparece en todos los temas de política educativa. Algo pasa que el estudiante necesita distraerse mirando para afuera o mirando las redes sociales. Entonces, tratemos de ganar la atención hacia dentro de la sala de clases, y si para eso necesitamos usar un dispositivo tecnológico que los vincula con el mundo; maravilloso”.
Además, la experta en Política Educativa fue categórica: “hay ponerse un poquito más creativos en vez de pelear con una tecnología que no la vamos a sacar, hay que aprender a vivir con ella”.
Pero, ¿qué hacer en el caso de los recreos? Para la directora de ONG No Chat; “fuera de la sala de clases los niños deben jugar, compartir y relacionarse con sus pares: los dispositivos sobran ahí. Hoy, uno de cada uno niños es adicto al celular; es decir, no se trata de menores que lo utilicen en algunos momentos de día, sino que son absolutamente dependientes de él y no comparten con su entorno de manera normal. Los niños de 12 años ¡no debieran utilizar celulares! Creemos firmemente en que nada reemplaza la experiencia de jugar y nuestro rol como padres, como Estado, es educar a los niños a abordar este mundo digital e integrarlo sanamente en nuestra vida diaria”.