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Actualizado el 12 de Noviembre de 2018

Juan Allende Blin, Premio Nacional de Música: “Después del Golpe ha sido difícil recuperarse”

El compositor de música contemporánea dice que el reconocimiento le reafirma su vínculo con el país que dejó hace 60 años.

Por Consuelo Olguín
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A sus 90 años, Juan Allende Blin dice que no esperaba ganar el Premio Nacional de Música, que lo tomó por sorpresa, pero que por sobre todas las cosas lo emociona. Este reconocimiento, señala, confirma su vínculo con Chile, país dejó hace 60 años para radicarse en Alemania.

El compositor se formó en la Universidad de Chile y se desempeñó como académico en la Universidad de Santiago. Su obra musical ha sido registrada por prestigiosos sellos discográficos como Cybele SACD, y entre sus hazañas destaca haber sido quien reconstruyó la inconclusa ópera del francés Claude Debussy “La caída de la Casa de Usher”.

Su reconocimiento estuvo rodeado de críticas respecto de su distancia con Chile. Sin embargo, él no se siente desconectado: mantiene relación con sus amistades y durante la dictadura compartió con exiliados en Alemania, con quienes hacía lecturas de poesía. De todos modos, en entrevista con El Dínamo, reconoce que no está al día respecto del presente de la música nacional.

-Su tío Pedro Humberto Allende fue el primer músico en recibir el Premio Nacional de Arte, en 1945. ¿Qué heredó de él en materia musical?

-Aprendí que componer era una tarea difícil, una en que hay que trabajar mucho. Sobre todo que uno es responsable de cada nota que escribía. Hay una ética o una moral en la cual el compositor es responsable de cada nota que él compone: cómo están combinados los diferentes sonidos para hacer de ello un lenguaje no verbal, que no se puede traducir en palabras, es un lenguaje musical.

-¿Qué significa en lo personal y profesional recibir el premio?

-El hecho que haya recibido este premio me ha emocionado mucho porque realmente no lo esperaba. Para mí significa que no he perdido mis raíces y que hay una unión entre lo que aprendí en el país de mi nacimiento y lo que he realizado hoy.

-Usted dejó el país en 1951 ¿cómo recuerda el Chile de ese entonces?

-Era otro. Era un Chile donde la democracia, con muchos defectos, funcionaba. Para mí fue un gran choque el push de Pinochet, porque rompió con toda esa ética política que yo había conocido cuando niño y joven. Repito: era una democracia con muchos defectos, pero era una democracia. Después del Golpe ha sido difícil recuperarse. Yo sé que estamos en un camino que posiblemente sea bueno, pero hay que recordar también las raíces, de dónde viene nuestra tradición democrática.

-¿Le tocó compartir con muchos exiliados en Alemania?

-Sí, claro que tuve contacto con muchos exiliados. Hice lo que pude aquí, sobre todo haciendo lecturas de poemas de poetas chilenos. Encuentro que la poesía chilena es de un alto nivel. Yo he querido dar a conocer aquí no solo a Pablo Neruda, sino que a Pablo De Rokha, a Rosabel del Valle, Óscar Castro y tantos otros poetas que son realmente un enriquecimiento para la literatura. Compartí sobre todo con Gustavo Becerra (compositor y musicólogo chileno), lo recuerdo muy especialmente porque fue muy buen compositor y alguien que se daba el trabajo de pensar lo que estaba haciendo.

-¿Cuál diría que es su aporte como artista a Chile?

-Eso tienen que decirlo los que viven en ese país. Yo puedo hacer lo posible para que mis obras se escuchen en Chile, pero la recepción no la puedo relatar. Quizás la tienen que relatar los que han recibido mi mensaje.

-Los directores de orquesta Juan Pablo Izquierdo, León Schidlowsky, Fernando García, Fernando Rosas reconocen en usted a un mentor. ¿Qué les enseñó?

-Lo que yo hice al comienzo fue enseñarles la honradez profesional, y un concepto de la historia que es un conocer la música desde sus raíces hasta hoy, porque hay un desarrollo lógico. Yo creo que eso fue lo que aprendieron esos artistas que fueron mis discípulos.

-¿No se siente desconectado o distante de Chile luego?

-No, porque siempre he tenido contactos con amigos en Chile. Eso no lo he perdido nunca.

-¿Cómo observa desde el extranjero el desarrollo de la música docta contemporánea en Chile?

-He querido mucho saber sobre lo que está sucediendo en Chile, pero naturalmente que no estoy al día. Respeto especialmente como compositor a Fernando García, lo encuentro un gran artista, además es un amigo. Pero en este caso me distancio de la amistad para decir con toda honradez que lo considero un gran compositor.

-Roberto Bravo, otro de los candidatos para premio nacional, reconoció en usted un compositor con una gran capacidad, pero también hizo ver que usted es un músico para un segmento elitista. 

-No, en absoluto. Mi música es para toda persona que quiera escucharla y tenga la buena voluntad de recibir mi mensaje. Yo no tengo ningún límite para decir ‘hasta aquí no más’. Sino que al contrario: quiero que la mayor parte de la gente participe y reciba mi mensaje sonoro. Yo no conozco elite. Ese es un término que lo encuentro pernicioso, hay que salir de esa manera de pensar, de decir ‘ustedes no son dignos de recibir mi mensaje’. Esa es una actitud altanera, imposible.

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