El inútil individualismo de Gabriel Boric
"¿Realmente Boric no vio venir esto? ¿De verdad creyó que no sería un error ir a conversar con Palma Salamanca? Si es así, aún no sabe nada de política".
Francisco Méndez es Columnista.
Gabriel Boric debe ser tal vez el político más interesante de la oposición. Se nota que sabe bastante teoría e historia y muchas veces es capaz de detenerse a analizar y desmenuzar un discurso que, en boca de compañeros suyos, por lo general con más años, no es más que un cúmulo de rabietas del momento para mostrarse más de izquierda que quien está al lado. Sin embargo, cuando intenta dar cierto relato a la construcción de algo nuevo, no lo logra.
¿Por qué sucede esto? Porque, como toda persona nacida a fines de los ochenta, no ha podido escapar a un individualismo generacional, aunque ha tratado de disfrazarlo de colectividad. Pero peor aún: no sabe cómo usar las ideas-más necesarias que la práctica por estos días- para convertirlas en acción, ya que el diputado actúa solo cuando se trata de sus gustos y sus obsesiones.
Es cosa de ver cuáles han sido sus apariciones públicas en el último tiempo. Por lo general, tienen que ver más con sus decisiones que con las del grupo del que forma parte. Hace unos meses, quiso hacer un llamado a la izquierda chilena para preocuparse más por los Derechos Humanos en todas partes del mundo. No lo hizo como dirigente político, porque si hubiera querido hacerlo de esa forma, se supone, habría citado a una instancia para conversar con los otros miembros de su sector. En cambio, escribió un tweet bien vistoso, sin detenerse a pensar que quienes defienden las brutalidades en Venezuela o Nicaragua, son personajes trasnochados que ven revoluciones donde hay fracasos políticos enormes, a veces vergonzosos, con tal de no darle en el gusto a los principales medios nacionales.
Pero eso no importaba. El análisis fino no era relevante cuando intentaba dar un golpe de efecto y autosatisfacerse políticamente, creando un empate que no existe en materia de derechos fundamentales entre izquierda y derecha en Chile. Era cosa de ver la fascinación de algunos dirigentes de la derecha y editores de algunos diarios, que son casi lo mismo, con este llamado con el que Boric, sin que mediara una reflexión acuciosa de las que tanto habla en entrevistas, quería pasar a la historia.
Y es que la reflexión real no es un atributo de toda esta nueva generación de políticos. Algunos, entre los que están Giorgio Jackson y Camila Vallejo y el mismo Gabriel, están cansados sin haber hecho nada todavía. Creen que son veteranos de una guerra que aún no ha comenzado, llegando al extremo de estar convencidos de que, sin ni siquiera cumplir los ocho años en el Congreso, ya pueden darse licencias políticas que no los comprometan.
¿No fue acaso eso el viaje del líder del Movimiento Autonomista a conversar con Ricardo Salamanca, asilado en Francia y condenado en Chile por haber participado en el asesinato de Jaime Guzmán? Todo parece indicar que sí, que creyó que, a estas alturas, podía ir a Europa a escuchar al ex frentista sin abrir flancos políticos. Pero se equivocó. Toda la derecha, con esa desvergüenza tan suya, echó a andar su aparato comunicacional para condenar ese hecho como si fuera algo así como un crimen político. Rasgaron vestiduras con la falta de pudor que solo ellos puedes mostrar, utilizando este hecho como un arma política bastante efectiva. Lógico, tienen el control de la agenda noticiosa y es bueno demostrarlo de vez en cuando.
¿Realmente Boric no vio venir esto? ¿De verdad creyó que no sería un error ir a conversar con Palma Salamanca? Si es así, aún no sabe nada de política. Por otro lado, si es que lo hizo para tratar de lograr un acercamiento con sectores que lo han criticado por sus declaraciones últimamente, sacrificó bastante por muy poco. Y los tiempos no están para sacrificar nada por nada. No están para dejar ningún espacio vacío, ni menos para perder el tiempo en gustos personales.
Pero esto no se entenderá mientras no haya proyecto, ya que la individualidad debe sacrificarse en beneficio de una colectividad existente, y en el Frente Amplio solo hay individualidades dispersas con proyectos personales que resultan inútiles para algo más grande. Y si así no se puede ser oposición, menos se podrá gobernar.