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Actualizado el 10 de Diciembre de 2018

Desde Missisipi con amor: crónica de la escena blusera en Chile

A pesar de una instalación compleja en la música popular chilena, el blues mantiene un circuito activo de jams sessions, lanzamiento de discos y hasta una experiencia académica formadora de nuevas generaciones de músicos. 

Por Emmanuel Ganora
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Sábado 24 de Noviembre, 23:00 horas. En el barrio Bellavista de Santiago se escuchaban doce compases que están en el inconsciente colectivo; gemían las guitarras, suspiraban las armónicas. Nos encontramos en el escenario del Bar Grez, donde esa noche, estudiantes y músicos profesionales se congregaron para el evento “Blues Town IV. Noches de Blues en la Ciudad”. La tocata, organizada por la Escuela de Blues de Santiago, se prolongó hasta pasada las 01 de la madrugada.

La presentación es una de las muchas expresiones que tiene la escena blusera de Santiago. Aún distante de la difusión en los medios masivos, el circuito que cultiva el género de raíz afroamericana mantiene una saludable vida subterránea con tocatas -principalmente en Bar Grez y Altazor-, jams sessions, lanzamiento de discos e incluso festivales. Un estilo musical que, sin embargo, en Chile tuvo un despertar medianamente tardío.

Un veranito de San Juan

Las primeras huellas del blues criollo las encontramos a inicios de la década del setenta con las bandas de rock del momento que, por lo mismo, cultivaban el blues. Ejemplo de ello fue Aguaturbia, la banda del guitarrista Carlos Corales y su pareja, la cantante Denisse. En su primer álbum de 1970, donde los integrantes aparecen desnudos en la carátula -lo que generó la estridente crítica de los sectores conservadores de la época-, se encuentra la canción Uno de Estos Días, un blues “electrificado” de estilo Chicago. Al álbum siguiente, Aguaturbia Volumen 2, la banda persistió en el estilo con un título sin medias tintas: Blues On The West Side. 

Los Jaivas, además, hicieron otro tanto en una de los constante estados evolutivos de la banda. Fue en la etapa de transición entre lo que fue High&Bass y su nombre actual que los músicos de Viña del Mar se hicieron llamar Pan Negro, fase de experimentación entre 1969 y 1970, donde registraron los blues Mañana cuando Llegues Te Amo, Mujer, ambas canciones donde la voz y la armónica de David Fass (El Gringo David, miembro circunstancial de la banda) fueron protagónicos.

Hasta que llegó el Golpe de Estado de 1973 y las expresiones de blues chileno, a la postre en su etapa germinal, fueron prácticamente abortadas.

“Si no es de Lousiana, ¿Qué querés que yo le haga?”

“De hecho, con mi familia salimos al exilio en el 75 y volvimos el 85. Y claro, en la práctica no había nada de  blues”, resume Pancho Rojas, frontman de La Banda del Capitán Corneta. “Estaba en su apogeo la música protesta. Lo más cercano al rock eran Los Prisioneros y Los Jaivas”, agrega el músico.

En efecto, durante la dictadura militar el blues fue un estilo casi inexistente, a excepción de la solitaria voz de Mauricio Redolés. El poeta y músico, quien también saliera al destierro en 1975 rumbo a Inglaterra, volvió a Chile diez años después. Al poco tiempo, en 1987, Redolés editó el cassete “Bello Barrio” donde se encuentra la canción Blues de Santiago. Sus primeros versos ya eran una declaración de principios:

Este blues ha nacido en un barrio de Santiago

Si no es de Lousiana, ¿Qué querés que yo le haga?

Con todo, coinciden los músicos y la crítica especializada en situar a La Banda del Capitán Corneta como pionera en dedicarse a cultivar de forma sostenida el blues. Liderada por el cantante y guitarrista Pancho Rojas y con algunos cambios de formación en su historia, el acercamiento de la agrupación al blues se vio influenciado por el aprendizaje autodidacta de Rojas frente a la armónica y a la escucha atenta de Muddy Waters. Chile recién había recuperado su democracia y los lugares donde interpretar blues eran escasos, salvo un espacio de un estilo emparentado con el blues.

“Nuestra referencia entonces era el Club de Jazz que estaba ubicado en Macul. No habían así como espacios de blues, pero los jazzeros solían jammear blues. En ese nexo con el jazz sirvió mucho el trabajo de mi hermano Cristóbal, baterista de la banda, un músico prodigio que también tocaba jazz”, rememora Rojas. “Si no era en el Club de Jazz, a veces salían jams en una escuelita de jazz a cargo de Roberto Lecaros (multinstrumentista, “Figura fundamental de la Música Chilena”, según título otorgado por la SCD) donde llegaban músicos talentosos que por entonces eran cabritos; Ángel Parra hijo, Nelson Arriagada, Federico Dannemann” agrega.

Con el tiempo, La Banda del Capitán Corneta mantendría su esencia blusera, pero también se abriría a realizar guiños al funk, soul y rock a secas. Estuvieron juntos hasta 1995, para luego retomar desde el 2007 en adelante. A la fecha, ya había una semilla blusera que brotaría en la segunda mitad de los noventa.

Blues a la chilena

Santiago ya contaba con, al menos, un lugar donde los músicos tocaban blues. Se trataba del bar La Blusera, ubicado en Bellavista, espacio que vio el surgimiento de otra banda imprescindible en la historia del blues chileno: El Cruce. El colectivo, que le debe su nombre a la leyenda del guitarrista Robert Johnson -de quien se cuenta que le vendió su alma al diablo en un cruce de caminos en Missisipi, a cambio de virtuosismo en la guitarra-, se propuso hacer un blues de marcada raigambre local.

Liderados por Felipe Toro (voz y guitarra) y por el reconocido armonicista Claudio BluesmanValenzuela, desde 1998 vienen presentándose en todos los lugares que el blues ha tenido en la capital: House Rock & Blues, Bar Grez, Club de Jazz, además de participar en eventos masivos como la banda que abrió el Primer Festival de Blues de Santiago en el 2003 donde compartieron escenario con Memphis La Blusera, época donde lograron instalar en las radios singles como Galán Mi Negra. En el 2005 participaron del Festival Latinoamericano de Blues de Sao Paulo y al año siguiente grabaron A mi País, con producción del bajista Christian Gálvez, donde incursionan en la cueca con una relectura de Dicen que soy Borracho de Tito Fernández.

Pergaminos que, por ejemplo, explican su inclusión en la última versión del Festival Cosquín Rock de octubre de este año.

A El Cruce, además, se fueron sumando otras bandas bluseras consolidadas en la escena: Vintage Blues, La Rata Blusera, Bluseros Muertos, La Chimba Blues, Blueswingers, entre otros. A esto se suma el trabajo de bluseros solistas o, en la jerga, un blusman. Un caso reconocido en el medio es el del guitarrista, cantante y compositor Jano Letelier, quien hace un mes lanzó el disco “Responsabilidad Compartida” con una posterior gira por Argentina.

Otro estreno muy esperado en el blues chileno es el disco “Otros Después” del músico Sebastián Córdova, reconocido bluesman con pasado en el jazz y el hip hop. Con una propuesta de temas propios -a excepción de A Eme o Erre, original de De Kiruza-, Córdova se ha propuesto también relevar el rol de su instrumento, el bajo eléctrico, en la interpretación blusera, siempre hegemonizada por guitarras y armónicas. Su disco será presentado este domingo 09 de diciembre en el Teatro Aurora del Barrio Italia y estará acompañada de la banda Chilaqueles. En redes sociales circula su single DejaBlues, un blues rock con letra de desamor.

Una experiencia pedagógica

Una cantera de nuevos bluseros se forman en una experiencia académica inédita en Chile: la Escuela de Blues de Santiago. Dirigida precisamente por Sebastián Córdova y Rodrigo Rodríguez (guitarra en La Chimba Blues), la escuela imparte talleres de los instrumentos asociados al estilo (guitarra, bajo eléctrico, armónica y canto) para ser aplicados al lenguaje blusero, además de talleres de banda donde los alumnos interpretan junto a otros músicos, método donde la asistencia improvisada a las jam session es parte del quehacer práctico.

Lo que se suma a la grabación en vivo del homenaje que la institución realizó al armonicista norteamericano Little Walter. El concierto fue realizado en el mes de agosto en la Sala Máster de la Radio Universidad de Chile y se espera que el registro de ese encuentro se lance en enero del próximo año. Todo un hito de aprendizaje para los alumnos que se foguean en los códigos del blues.

“Creamos la Escuela de Blues de Santiago hace 5 años, tomando como referente las escuelas de Buenos Aires y Madrid. Como somos profesores ademas de estar insertos en la escena del blues, planteamos como proyecto un centro que se enfocara específicamente a la enseñanza y divulgación del estilo blues. La escuela ha abierto espacios para la ejecución, encuentro de músicos, difusión de actividades de músicos de la escena. También ha sido semillero de nuevos músico que han aparecido en la escena”, explica Rodrigo Rodríguez, Ringo el mundo blusero.

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