Amigo haitiano, no dejes que te echen así de Chile
Miguel Madrid Moreno es Estudiante de Periodismo de la Universidad de Santiago. Fotógrafo freelance y miembro fundador de Fundación Comunidad La Casa, Peñalolén.
Desde que era chico tuve que salir a ayudar a mi papá con su trabajo. Él es soldador, y gracias a eso, sé lo que cuesta trabajar en la “constru” para ganarse el pan. Entre las innumerables veces que lo acompañé, recuerdo una en especial.
Fue en febrero de 2016, en una obra para la Municipalidad de Vitacura. Trabajábamos junto a varios haitianos. Recuerdo bien a una vieja alta, rubia y con aires de patrona de fundo. Ella estaba a cargo de una cuadrilla de haitianos que limpiaban el terreno de al lado, pero los mandaba a barrer junto a nosotros cuando soldábamos fierros. Les decíamos que se corrieran, que se podían lastimar con las chispas de metal fundido que saltaban, pero ella decía que no estaba ni ahí con que los haitianos se quemaran.
Esa experiencia me hizo ver que es mentira que el chileno es solidario, en especial con los extranjeros de piel más oscura. Por años hemos humillado y menospreciado a las y los haitianos que han llegado a Chile. Los discriminamos porque son negros. Porque “nos vienen a quitar la pega”. Porque son diferentes a nosotros. Porque la tienen más grande (con eso nos molestaban ellos). Estos son motivos suficientes para que cualquier migrante quiera irse de vuelta a su país. Pero no con la “Operación Retorno”.
Dicha Operación es la forma en que el gobierno de Piñera ofrece una solución para la migración haitiana, un tema del que nadie se ha hecho cargo, salvo unas cuantas ONGs que trabajan el tema, como Migramigos y el Colectivo Sin Fronteras. Así, el Estado chileno les regala un viaje de ida para todos los que deseen volver a Haití, pero con la condición de que no vuelvan en nueve años. Si tienen familia acá en Chile, deben irse todos o no se va nadie.
Aun así, 347 haitianos y haitianas ya han regresado a su nación. Y les hicieron hasta una convivencia de despedida a quienes partieron primero. Como si con un pan con queso barato y unas galletas les iban a hacer olvidar lo mal que la pasaron acá en Chile. Andrés Chadwick, el Ministro del Interior y niño símbolo de la derecha gobernante, esperaba que no se hicieran una mala imagen de nuestro país. ¡Qué care’ raja! En vez de mejorar la inclusión de la comunidad haitiana, el gobierno prefiere pagarles el pasaje de avión de vuelta a su isla.
No me sorprende que las organizaciones de haitianos en Chile se den cuenta que el Estado los está deportando. Al único migrante que queremos los chilenos es al gringo o al europeo alto y rubio. Se nos olvida que Jean Beausejour, “héroe” de la Generación Dorada del fútbol chileno, es mitad haitiano.
Cuando estuve trabajando en aquella ocasión, había haitianos que incluso tenían títulos universitarios. Uno de ellos contaba -con un español perfecto- que trabajó como diplomático en República Dominicana y hablaba cuatro idiomas. Y ahí estaba, trabajando a más de 30 grados bajo el sol, haciendo hoyos en la tierra. ¿Por qué no darles una mejor oportunidad? Verdad que estamos asustados con que nos quiten la pega. Con lo penca que somos, nos da miedo la competencia.
Es así como queremos que se vayan los haitianos y haitianas. Con un completo lanzado en la cara, muertos de hipotermia en piezas precarias que les costaron un ojo de la cara, o golpeadas hasta la muerte en una comisaría. Los chilenos no los merecemos. La verdad, nunca los quisimos acá.