La calmada prepotencia de Andrés Chadwick

Nuevamente el ministro Andrés Chadwick está en la palestra. Luego de conocida la información de que el titular de Interior habría sabido que Camilo Catrillanca no estaba armado al momento de ser asesinado, y por lo mismo que no hubo un enfrentamiento como el gobierno señaló cuando se conoció lo sucedido en La Araucanía, una vez más ha comenzado a pedirse su cargo, lo que tiene en una situación bien compleja a La Moneda.

Como si no pasara nada, Chadwick ha salido con la tranquila prepotencia que lo caracteriza a decir que no renunciará; lo dice refirmando una obstinación que, luego de que se da cuenta de lo dicho, trata de matizar con el clásico “estaré en mi cargo hasta que el Presidente lo estime conveniente”. Pero claramente su decisión es casi tan relevante como lo que piense Sebastián Piñera, porque es quien construyó, junto al mandatario, la estructura política bajo la que funciona (o no funciona) este gobierno. Por lo que su renuncia será un acuerdo mutuo en el que ambos familiares lleguen a una conclusión.

Tal vez por esto es que aparece ante las cámaras con una sonrisa algo socarrona. A lo mejor por esta razón es que puede darse lujos que otros ministros no pueden darse, como por ejemplo dar declaraciones pintorescas, dando a entender no solo que lo engañan las fuerzas policiales, sino que también le dan mensajes cortados y curiosamente él no hace nada para que le entreguen la información completa.

Pero si decimos que Chadwick es solamente el problema, estaríamos señalando que la crisis se solucionaría si es que él deja finalmente el cargo, cuestión que no es así. Hay todo un diseño político en el gobierno que descansó en esa “inmensa mayoría” (que no es tal) que votó por la derecha. Por lo que hay una política basada en la prepotencia de “los mejores” que está haciendo agua por todos lados. Es cosa de escuchar las vocerías de Cecilia Pérez y su eterna defensa de lo indefendible, con un tono muy parecido al del jefe de gabinete, pero sin la inteligencia política que este tiene.

Pérez es también parte del problema. Su discurso hace demasiado evidente que este gobierno quiere ver lo que le conviene, no porque no vea lo que está pasando, sino porque encuentra más importante su visión de los hechos que la real magnitud de estos. Y esto sucede porque en la casa de gobierno siguen creyendo que son mejores de lo que han demostrado ser; porque están convencidos que saben más cosas de las que realmente saben, y porque les aterra reconocer que lo sucedido con la muerte de Catrillanca es exclusiva responsabilidad de ellos y la forma en que empoderaron a Carabineros.

Chadwick y Pérez forman parte de una construcción mal hecha, con ideas sobre la República que solo se quedan en las formas y en las palabras antes que en la acción. Y esto sucede porque a la derecha chilena aún le cuesta esto de gobernar, ya que secretamente sus miembros estaban más cómodos siendo oposición de la Concertación, debido a que así podían velar sigilosamente por el resguardo de las lógicas institucionales que ellos construyeron, cosa que hoy les es más difícil.

Por lo señalado, si el gobierno quiere salir de esta situación en la que se encuentra, lo sensato sería hacer una reestructuración completa. Pero, ¿podría esta no contar con Chadwick y su prepotencia calmada? ¿Cómo lo haría Piñera solo, sin quien es su principal obstáculo hoy para continuar gobernando sin la presión diaria de las redes sociales? Son buenas preguntas, pero no sirven de nada, porque un gobierno que solo tiene respuestas, y malas respuestas, nunca se las hará.