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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Comer, Sanar, Educar y hacer Justicia justa…

"Por eso la democracia es bastante más que la posibilidad de elegir. Es tener una ley diseñada para la gente, y no para usufructuar en beneficio propio para quienes son elegidos".

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Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección

Los últimos días hemos asistido a diferentes afirmaciones y acontecimientos que intentan poner en duda la validez y la supremacía de la democracia como el sistema político del siglo XXJ.

No cabe duda que los populismos bolivarianos que declamaban al socialismo como la verdadera democracia, han quedado en evidencia con la realidad venezolana en la que queda demostrado que no hay ni populismo ni democracia, sino una dictadura que olvidó el mandato del pueblo de alcanzar el bienestar. Pero más allá de la brutal autocracia del gobierno de Maduro y Cabello, las experiencias socio-populistas sudamericanas han abandonado dicho mandato, integrando pobreza, corrupción y prepotencia, nada más lejano a la propuesta del socialismo democrático que predicaron.

Como repetía hasta el cansancio Raúl Alfonsin, el paladín del retorno a la democracia en La Argentina en 1983, con la democracia “se come, se cura, se educa y se hace justicia”, como sucede en los países más evolucionados.

Pero ni el neoliberalismo ni el socialismo democrático han resuelto el tema. Y tal vez porque efectivamente no han sido democráticos, o simplemente confunden la democracia con la posibilidad de elegir, cuando en realidad es el sistema que obliga a quien gobierna a generar esos espacios que permitan el bienestar.

No se ha resuelto la pobreza, tampoco se ha resuelto la salud para todos. La educación sigue siendo una asignatura pendiente en los países de la región que más han crecido (pero no desarrollado) en las últimas décadas como Chile y Perú. Y la justicia, sigue siendo injusta porque es parte del partido gobernante o de los poderosos en lugar de ser el mecanismo de equidad frente a la ley para la gente.

Por eso la democracia es bastante más que la posibilidad de elegir. Es tener una ley diseñada para la gente, y no para usufructuar en beneficio propio para quienes son elegidos.

La democracia es un derecho de todos, y los gobiernos deben servir al derecho de todos. Tan débil es esta democracia latinoamericana, que todo sucede al revés. La gente le sirve al gobierno.

Hace pocos días, el presidente Piñera afirmó en China que “Un país tiene el sistema político que quiera darse…”, poniendo de manifiesto que los negocios superan cualquier vocación democrática, aunque un par de meses atrás aparezca como superhéroe frente a la dictadura de Maduro.

Al mismo tiempo, el ex presidente uruguayo José Mujica planteaba que “…no hay que ponerse delante de una tanqueta…” en alusión a la brutal represión a manifestantes en Caracas. Justo Mujica, que pregonaba la lucha por la democracia y la libertad casi como un rockstar. Ahora rehúsa a la lucha. Se vendió.

De un lado y del otro, los discursos flojos de políticos mediocres dejan dudas de lo que significa la democracia para quienes en definitiva son líderes de opinión.

Pero a no confundirse, ya que con la democracia como sistema político se ha derrumbado el fascismo y el comunismo. Es el sistema de la gente para la gente. Es progreso. Qué ningún político hambriento de poder se atreva a mancharla.

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