Alumnos, funcionarios y académicos piden desvinculación definitiva de profesor de la UC
El académico reconoció haber mantenido una relación sentimental con una ex alumna. Tras su apelación, la investigación determinó que no había “abusos sexuales y académicos”, sino “relaciones inapropiadas".
N. de la R.: Esta nota fue actualizada con los descargos enviados por el profesor mencionado, Gabriel Castillo, los que se incorporaron al texto original y se reproducen al final.
La toma feminista en el Campus Oriente de la UC se gestó en una denuncia por supuesto encubrimiento de la casa de estudios a un académico de la escuela de Estética, quien fue suspendido por casos de abuso y acoso en su contra.
En esa oportunidad, el desalojo fue solicitado por el rector Ignacio Sánchez: según el reporte policial, en el operativo fueron detenidas 57 personas, 15 hombres y 42 mujeres.
La universidad reaccionó, confirmando que existen procesos en contra de dos académicos y cinco estudiantes “por situaciones de violencia sexual y otras que, no siendo de violencia sexual, constituyen comportamientos impropios, consistentes en violencia física, acoso y hostigamiento”.
En cuanto a las denuncias contra académicos, según la UC, un proceso terminó con la petición de renuncia en enero de 2019 de uno de los involucrados, mientras que el restante está en etapa de notificación de sanción por comportamientos impropios.
En ese contexto, el pasado 17 de mayo se ingresó una solicitud oficial en rechazo al eventual reintegro del profesor que suma cinco acusaciones por acoso en su contra. Se trata de Gabriel Castillo, profesor titular y ex director de la carrera de Estética, que luego de una indagatoria interna, se logró comprobar “conductas reprochables” en contra de una ex alumna con quien mantuvo una relación sentimental. En el proceso, él mismo admitió que ocurrió una situación similar en al menos cinco oportunidades.
En la misiva, firmada por alumnos, ex alumnos, funcionarios y académicos, se rechazó la sanción de suspenderlo de sus labores docentes de cátedra y dirección de tesis durante un año, por lo que durante 2019 se dedicará sólo a la investigación, pero en 2020 podrá reincorporarse al plantel. Esta fue una rebaja del primer castigo, el que consistía en la petición de renuncia del académico, que incluso fue firmada por el rector Ignacio Sánchez.
Según expone CNN Chile, la denuncia contra Castillo se remonta a mayo de 2018, cuando una ex alumna del Instituto de Estética presentó ante la Secretaría General los antecedentes de haber sido víctima de violencia sexual del profesor entre los años 2010 y 2013.
Se constató además que Castillo había sostenido relaciones con otras estudiantes, entre ellas con una ayudante durante 2003, “la que incluyó relaciones sexuales, producto de la cual habría quedado embarazada y habría abortado“. Además, se indagaron relaciones sexuales en espacios académicos como su oficina y en una iglesia durante una salida a terreno, por las que además se comprobó el cargo de “uso indebido de espacios”.
Castillo expuso su caso en el Comité de Apelación, integrado por cinco decanos, quienes rebajaron el cargo de “violencia sexual” a “comportamientos indebidos”, y lo absolvieron de “uso indebido de espacios” ya que aseguraron que las pruebas “no eran contundentes”. Durante el proceso del Comité, el profesor afirmó que “los alumnos son adultos, que la Universidad no es un quinto medio”.
Descargos de Gabriel Castillo recibidos por El Dínamo
El artículo publicado por su medio digital el 23 de mayo del 2019, firmado por “El Dínamo”, afirma, desde su título, y en relación a mi persona, que “alumnos, funcionarios y académicos piden desvinculación definitiva de profesor de la UC por más de 30 denuncias”, agregando luego en su bajada que yo habría reconocido “haber tenido relaciones con al menos cinco alumnas”.
Situando el artículo en el contexto de la toma feminista de mediados del 2018, se afirma que fui objeto de un proceso de responsabilidad que “terminó con la petición de renuncia” en enero del 2019, en mi contra. Tomando como referencia una nota de CNN removida más tarde por la misma cadena por sus graves errores de información, me imputa incluso una relación con una ayudante, el 2003, producto de la cual habría quedado embarazada y habría abortado. Finalmente se sostiene que yo habría expuesto mi caso en el Comité de Apelación, que habría rebajado el cargo de “violencia sexual” al de comportamientos indebidos y me habrían absuelto del cargo de “uso indebido de espacios”. La información publicada por su medio, que no cita fuentes ni me consulta, es gravemente inexacta, cuando no aberrantemente falsa.
En primer lugar, nunca hubo treinta denuncias en mi contra en ningún momento del proceso. Ese gravísimo error, imagino, sólo puede explicarse por la confusión con otros casos de funcionarios y académicos denunciados en el Campus Oriente, donde yo trabajaba, en el contexto de las movilizaciones y tomas feministas, uno de los cuales acumuló efectivamente más de 30 denuncias, cuya veracidad no obstante ignoro. Muy lejos de ello, el proceso de responsabilidad en mi contra surge de la denuncia de una ex alumna con quien tuve una breve relación sentimental el 2010, un año después de egresar ella de su carrera de origen. Desde entonces tal relación se había vuelto una amistad carente de toda ambigüedad, plenamente consentida, compartida y correspondida.
En segundo lugar, la decisión de mi amiga de denunciarme, que hasta el día de hoy sigue siendo una incógnita dolorosa, se basó no en un cuestionamiento a alguna acción particular de mi parte, sino en una resignificación negativa de los vínculos entre adultos pertenecientes a estamentos universitarios distintos.
En el horizonte cultural del 2010, una relación afectiva con una exalumna egresada era considerada una relación externa al contexto universitario, y así se entendió naturalmente durante años.
Ignoro igualmente cómo llega afirmarse que yo habría “reconocido” haber tenido relaciones con cinco alumnas, ni mucho menos que habría embarazado a una de ellas, “que luego habría abortado”.
En tercer lugar, tras el proceso de responsabilidad llevado en mi contra, nunca fui encontrado culpable de “violencia sexual”, ni de “abuso sexual o de poder”, sino de haber mantenido relaciones afectivas que hoy la universidad considera “impropias”, con independencia del hecho de que, como en mi caso, se tratara de relaciones consentidas y correspondidas entre adultos, que no eran mis alumnos directos, que incluso no pertenecían a la Universidad, y que ocurrieron entre el 2004 y el 2010, en un contexto cultural en que tales vínculos formaban parte de la vida privada y no podían estar supeditados al control y al
arbitrio del mundo universitario.
La resolución final del proceso llevado en mi contra concluye, de manera inequívoca, con fecha 8 de abril del 2019, que en mi caso no había sido cuestión de investigar “abusos sexuales y académicos”, sino “relaciones inapropiadas, no constitutivas de abuso” (Acta de Acuerdo Comité de Apelación, p.8), para luego estipular de manera categórica que: “Se elimina la referencia a los Protocolos de Violencia Sexual aprobados por el Honorable Consejo Superior el año 2016, puesto que no es la norma infringida por la que se sanciona al profesor” (Acta de Acuerdo CA, punto 3, p. 10. Nosotros subrayamos).
Vale la pena señalar que en los procesos de responsabilidad como el que enfrenté, la Secretaria General no es una fuente “objetiva”, sino la parte acusadora que, lejos del más elemental sentido del debido proceso, actúa como juez y parte, decidiendo, por ejemplo, qué argumentos o pruebas de la defensa aceptará antes de resolver “en conciencia”, sin contrapeso alguno. La única instancia en que el escrutinio de los antecedentes es sometido a un mínimo, pero todavía insuficiente equilibrio es, finalmente, el Comité de Apelación, integrado por seis decanos y decanas.
Por último, quisiera informarle que tras un riguroso examen de la información rectificada por mi parte, los editores de CNN, cuya nota sobre el proceso aludido sirvió de fuente directa para otras publicaciones y especialmente para el artículo a que esta carta alude, decidieron, en junio del 2021, eliminar de sus plataformas el artículo que tan gravemente ha lesionado mi vida y la de mi familia. Es en base a estos antecedentes, que sólo han traído un dolor tan injusto como innecesario para mi familia, que le solicito remover la publicación hasta aquí descrita.