Fibra óptica: la nueva carretera austral
"Desde aquella gran obra de ingeniería, este proyecto se constituye en el más importante esfuerzo de los últimos años por acompañar y apoyar al sacrificado habitante de esos rincones, que sigue siendo en gran medida un pionero".
Rabindranath Quinteros es Senador PS
Ocultas por el ruido de la contingencia suceden cosas importantes que, a veces, pasan inadvertidas.
Si nos preguntan qué ha pasado en Chile durante los primeros meses de este año, se nos vendrán a la mente escándalos, viajes imprudentes, denuncias y otros hechos que nos avergüenzan.
Pero, en este mismo período, silenciosamente, navegaba por nuestros canales australes el barco francés René Descartes, dejando tras de sí no solo una suave estela en la superficie de las aguas, sino que también un firme y resistente cable en el fondo submarino.
Partió desde el remoto Puerto Williams y acaba de finalizar su travesía en las cercanías de Puerto Montt. El cable permitirá conectar islas y localidades remotas con el resto de Chile y con el mundo. Es la nueva carretera austral. Es la fibra óptica austral.
Desde aquella gran obra de ingeniería, este proyecto se constituye en el más importante esfuerzo de los últimos años por acompañar y apoyar al sacrificado habitante de esos rincones, que sigue siendo en gran medida un pionero.
Es también un ejercicio de soberanía, pues nos permitirá contar con una red extendida íntegramente dentro del territorio nacional.
Es la expresión de una estrategia de desarrollo, una visión de país, una determinada manera de ver el rol de lo público y lo privado. Es el Estado impulsando obras de infraestructura, que van en directo beneficio de la gente.
Son familias que podrán conectarse más rápidamente, pero también son nuevas oportunidades para el emprendimiento y el desarrollo sustentable, que hoy requieren no un camino para extraer recursos naturales, sino sobre todo una red para transmitir información y conocimiento.
Con obras como esta se revaloriza lo público y se reivindica lo mejor de nuestra tradición republicana. Se trata de una obra diseñada y aprobada por el gobierno anterior, que es continuada y puesta en marcha por la administración siguiente.
Proyectos como este miran al futuro, que está plagado de riesgos y amenazas, pero también de desafíos y oportunidades.
Podemos imaginar, por ejemplo, una red que llegue hasta la Antártida, el lugar donde seguramente se concentrará buena parte de la investigación científica del futuro.