La discusión sobre los problemas nacionales de fondo está hoy embozada tras un velo de espejismos
"Alguien pareciera estar detrás fijando la agenda noticiosa y manipulando la noticia de manera sistemática desviándola de los temas de fondo, pues no pareciera que este desorden pudiera ser resultado del azar. Para muestra dos botones; Pensiones y Educación".
José Pedro Undurraga Izquierdo es Ingeniero comercial y director de empresas
Los grandes temas que se discuten hoy en la política nacional y que acogen con entusiasmo los medios, no tienen relación efectiva con los grandes temas que aquejan al futuro del país. Son tantos los casos en que esto es así, que parece que no es posible que eso ocurra por azar. Pasa en trabajo, en organizaciones sindicales, en negociación colectiva, en prestaciones de salud, en pensiones, en educación escolar, en inmigración, en seguridad ciudadana y en delincuencia, etc. Alguien pareciera estar detrás fijando la agenda noticiosa y manipulando la noticia de manera sistemática desviándola de los temas de fondo, pues no pareciera que este desorden pudiera ser resultado del azar. Para muestra dos botones; Pensiones y Educación.
En pensiones los ciudadanos aspiran a que al retirarse de la vida laboral su pensión les permita mantener el nivel de vida que tenían mientras trabajaban. Eso no está ocurriendo por diversas razones, ninguna de las cuales se relaciona con el tema que se discute. En el sistema de pensiones actual, la obtención de mejores pensiones se relaciona con la acumulación de ahorros. Sin ahorros suficientes, ese objetivo no se logrará. Por tanto, la discusión debiera estar centrada en cómo incentivar que los trabajadores ahorren más. Cuando el Estado no ha hecho nada por años mientras la evidencia le señalaba que los parámetros de diseño del sistema no se estaban cumpliendo, parece totalmente inconsistente preocuparse hoy de quién administrará el 4%, cuando ese aspecto tiene escaza relación con la magnitud de las pensiones que resulten 30 años después. Ello, si no se han resuelto los temas de fondo que causan insuficiencia en el ahorro, los que se refieren más bien a la continuidad en el empleo, la productividad, las remuneraciones, la edad de retiro, las expectativas de vida y la cotización. Junto con lo anterior, quienes no comparten la solución de capitalización individual y preferirían volver al sistema de reparto, tampoco aclaran cómo esa solución apunta al objetivo de mejorar las pensiones. Sin embargo, la discusión se ha centrado en quién debe administrar el incremento en la tasa de cotización, tema irrelevante en el contexto del problema de fondo, sobre todo cuando los actuales administradores podrán ser acusados de muchas cosas, salvo haber administrado mal los recursos de los trabajadores. La solución que se discute en cuanto a la creación de una superestructura nada garantiza, sino por el contrario, nuestra historia nos hace presumir que será capturada por grupos de interés. Nada mejor que lo que hoy tenemos podemos esperar del famoso “ente”.
Por otro lado, en Educación Escolar, el problema en el que coincidimos todos es que la calidad de la educación que imparten nuestros establecimientos educacionales no se condice con las necesidades del país ni con los propósitos que señala la ley, ni con la declaración de los derechos humanos de las naciones unidas tan socorrida. Sin embargo, la discusión en el Congreso y a través de la prensa está hoy dominada por el llamado proyecto de Admisión Justa. La discusión centrada en el proceso de admisión que afecta a un 4% de los establecimientos educacionales de Chile parece nuevamente irrelevante. Atractiva ideológicamente, pero irrelevante para la solución del problema que nos aqueja. Es más, la discusión sobre la admisión escolar de élite sea que esta se defina por mérito, por talento o como quiere que sea, siempre afectará solo a una pequeña proporción de la población, y mientras no nos aboquemos al problema de fondo, nada sino la envidia puede llevar a oponerse a que al menos a alguien le vaya bien. El problema de segregación educacional no es el resultado de la inequidad en nuestro actual sistema escolar, sino a la mala calidad de la educación escolar que entrega el Estado a la mayoría de los estudiantes. Es la mala calidad la que lleva a la segregación y no al revés. Allí debiera estar centrada la discusión nacional; en cómo resolver ese problema. Ello claramente no se resuelve con las clases suspendidas por largo tiempo por profesores en huelga, ni con colegios tomados por violentistas.
Concedo sí, que en el intertanto el Estado no debe destinar recursos desproporcionados a la élite al mismo tiempo que renuncia a educar merecidamente a la mayoría de los alumnos que atiende en sus recintos escolares. A priori me parecería que el valor agregado por peso invertido en las etapas iniciales de la educación escolar es muchísimo más rentable socialmente que hacerlo en la educación superior. Me parece de total inconsistencia preocuparse por el sistema de admisión escolar y no reclamar con la misma pasión la desacertada política de eliminación de los copagos o la gratuidad en la educación superior. Sin embargo, quienes reclaman contra la Admisión Justa para el 4% de los colegios, son los mismos que promueven la gratuidad en la educación superior, que consume los recursos que eventualmente pudieran destinarse para mejorar la calidad del servicio en el otro 96% de los colegios.