El coraje de Don Pato
"Cómo se echan de menos hoy día estas actitudes de claro liderazgo, frente a las que observamos hoy día en casi todo el mundo político que prefiere satisfacer sin más las 'creencias y opiniones de la gente'”.
Jaime Undurraga M. es Abogado
Aylwin tuvo muchas fortalezas y debilidades, como todo ser humano, pero la suma personal e histórica dio más que positiva, a mi juicio. Conducir una transición a la democracia con Pinochet vivo y en funciones no era tarea simple. Una de sus fortalezas más notables que le conocí era el coraje para enfrentar situaciones poco gratas, contra el sentir de la mayoría circunstancial, pero que atentaban contra sus principios más claros. Y, ahí, su sonrisa se transformaba en un rayo.
El primer año de su gobierno había que tener mucho coraje para enfrentar la permanente odiosidad y peligrosidad de un Pinochet (y sus seguidores), por un lado, que no se resignaban a perder el poder total del que habían gozado y las ansias de venganza del otro lado, por haber sufrido la dictadura en sus peores manifestaciones.
El discurso en el Estadio Nacional al inaugurar su mandato fue una muestra clara de su coraje, cuando fue capaz de enfrentar la pifias atronadoras de todo el estadio al mencionar su visión de un solo País, sin divisiones. ¡Frente a 70.000 personas pifiándolo! Los hizo callar y se mantuvo incólume en sus planteamientos.
Fui testigo privilegiado de otra muestra notable de su coraje.
En los primeros meses de su Gobierno, decide ir a Chuquicamata a reunirse con los mineros. Ni Pinochet se atrevió a ir durante los 17 años en el poder y Allende seguramente no alcanzó a ir.
La reunión se llevó a cabo en el teatro de Chuqui, repleto con más de dos mil trabajadores, dirigentes sindicales de la Gran Minería y toda la corte de políticos locales. El teatro abarrotado y con gente en la plaza para escuchar sus palabras por altoparlantes. Era Presidente Ejecutivo de CODELCO Alejandro Noemi y Máximo Pacheco el Vicepresidente de Operaciones, ambos por supuesto presentes. En una parte de su discurso les dice que son los trabajadores mejor pagados del País y que deben tener una actitud más solidaria con el resto de los trabajadores. Ahí se produce una pifia descomunal y le gritan de todo y en forma bastante violenta. Don Patricio impertérrito arriba del escenario los escucha con su sonrisa “bonachona”. Yo pensé que hasta ahí llegaba la reunión y que los y trabajadores se iban a retirar del teatro dejándolo plantado arriba del escenario.
Entre la platea se levanta un minero joven y le muestra una papeleta de sueldo y le grita que el gana $86.000 al mes (nunca más se me olvidó esa cifra). Nuevamente Don Pato lo invita a subir al escenario y que le muestre su boleta de liquidación de sueldo. El minero sube decidido y arrogante y se la entrega. La pifiadera sigue en forma estruendosa. Aylwin comienza a leer la liquidación y – sin inmutarse – le comienza a leer su liquidación de sueldo en voz alta y a mostrarle que tiene descuentos por planilla de varias tiendas locales y que los $86.000 de su sueldo es el remanente después de realizarse los descuentos correspondientes; y que su verdadero sueldo era de $550.000. ¡Y se lo menciona en voz alta en forma clara y dura!
Se produce un silencio sepulcral de toda la audiencia y Don Pato arremete como un tanque. Igual que en el Estadio Nacional.
Retoma su discurso pero esta vez en forma dura, clara y con manifiesta molestia. Les enrostra a todos con voz firme que son unos ¡privilegiados! con los sueldos que ganan; los compara con los obreros del Carbón y les echa en cara que les debiera dar vergüenza las diferencias de sueldos. Se cansó de remarcarles estos puntos en los próximos 15 minutos que duro su discurso. No más pifias. Silencio total y – finalmente – tímidos aplausos que terminaron siendo de casi toda la audiencia. Tampoco ninguna manifestación en contra a la salida del teatro.
Había que haber estado ahí para darse cuenta los riesgos que corría el Presidente con esa audiencia arrogante, dura y con fama de “intocables”. Pero lo hizo en forma magistral y con coraje.
Cómo se echan de menos hoy día estas actitudes de claro liderazgo, frente a las que observamos hoy día en casi todo el mundo político que prefiere satisfacer sin más las “creencias y opiniones de la gente”, las manifestaciones de las redes sociales y la de los numerosos opinólogos, con tal de no perder apoyo electoral o con tal de subir en las encuestas, aún a costa de sus principios.