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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El valor agregado de Piñera en la generación de expectativas económicas

En un intento que parece más bien buscar el impacto inmediato, la agenda presidencial transita en torno a eventos que poco aportan a la construcción de un relato para enfrentar los tiempos difíciles.

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Sergio España Ramírez es Socio Subjetiva

Uno de los relatos recurrentes en torno a los candidatos de derecha es que ellos logran levantar de mejor manera las expectativas económicas, al menos las de los agentes de mercado. Lo hemos escuchado durante las campañas del Presidente Piñera (2009 y 2017).

Observando la serie de encuestas CEP constatamos que desde 2006 hasta el 2009 la aprobación presidencial se comportaba de la misma manera que la percepción de mejoramiento de la situación económica del país, pero con una importante brecha entre ambas que llega hasta los 32 puntos ad portas de la crisis económicas del 2008. A partir de del 2010 ambas variables se siguen comportando de la misma manera, pero la distancia entre ambas desparece y solo vuelve a apreciar circunstancialmente en julio del 2014 (lo que recoge el primer semestre de la presidenta Bachelet).  Posteriormente la aprobación presidencial cae sistemáticamente con una inflexión en julio del 2016. El regreso del Presidente Piñera a La Moneda el 2018 señala un alza, pero bastante moderado tomando en cuenta la votación obtenida algunos meses antes, para caer nuevamente en la medición de mayo de este año. Pero en ningún caso se repite la brecha en favor de la evaluación presidencial por sobre la percepción sobre el futuro de la situación económica del país que se registró en los gobiernos de Bachelet.

En otras palabras, la evaluación del Presidente Piñera no ha aportado valor agregado sobre las expectativas en torno la situación de nuestra economía. O al menos no en la medida de lo que se esperaba.

Fuente CEP

La encuesta Cadem revela un detalle que parece relevante en este sentido. En el 2018, la aprobación del Presidente es incluso  menor a la del manejo de la situación económica.

Fuente: Cadem. Pulso 13 de agosto 2019

Hay muchas hipótesis para explicar que la evaluación del Presidente Piñera en sus dos períodos no despega frente a las expectativas en torno a la economía (CEP), ni de la aprobación de su manejo económico (Cadem). 

Una de las más reiteradas es de la sobre-exceptivas que el mismo Presidente creó en su campaña presidencial (Tiempos mejores, que en el último tiempo se han transformado en Los Tiempos Difíciles). Enfrentado a la disyuntiva de dar cuenta de su promesa electoral, el Presidente tenía dos opciones: la primera era abocar su comunicación ello, intentando dar señales que incrementaran los niveles de confianza. La segunda era buscar otras agendas a través de las cuales fuera posible expandir su popularidad. El resultado no ha ido por ninguna de las dos opciones. Más bien lo que ha prevalecido es una sucesión de errores no forzados (caso Catrillanca, viaje a China con sus hijos, el anuncio de la reanudación del servicio de agua potable en Osorno o -más recientemente- el giro hacia las 41 horas de jornada laboral a la semana). Algunos de ellos incluso han cuestionado el principal atributo que requiere la comunicación en torno a expectativas: la confianza. Del mismo modo, las salidas de libreto del Presidente o sus improvisaciones intentan, una y otra vez, apostar por atributos blandos que nunca le han sido reconocidos en la percepción de su liderazgo, y renuncia a la expectativa que el mismo ha construido: gestión y eficiencia.

Incluso el peso que tiene en su agenda actividades respecto de actividades económicas, productivas o laborales parece no ser el suficiente dado lo complejo del escenario que reconocen las mismas autoridades. En un intento que parece más bien buscar el impacto inmediato, la agenda presidencial transita en torno a eventos que poco aportan a la construcción de un relato para enfrentar los tiempos difíciles. Por ejemplo, el viaje a Lima para recibir la antorcha para los próximos Juegos Panamericanos del alcalde la ciudad solo sirve para abrir flancos de críticas (oportunismo) .

El próximo año tendremos las elecciones con la mayor cantidad de postulantes (al menos desde 1989): 2.985 cargos a llenar entre concejales, alcaldes, gobernadores y consejeros regionales. Un tiempo de críticas que requiere de una comunicación que apunte al eje de lo incide directamente la evaluación de todo gobierno: la percepción de la situación económica y la imposibilidad cierta de la mejora. No está fácil.

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