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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

“Es lo que hay”

La mediocridad del ambiente permitió que se le llame “educación universitaria” a cualquier carrera artificial, fácil, inútil, larga y costosa.

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Jaime Undurraga M. es Abogado

Calculo que, desde más o menos a principios de la primera década del presente siglo, Chile se ha ido poniendo mediocre en muchos sentidos. 

Después de lograr un desarrollo nunca antes visto en nuestro país, Chile mostraba un diseño y manejo de políticas públicas de primer orden, un manejo fiscal responsable y programas de evaluación de los programas sociales – por dar algunos ejemplos – que se igualaban a las economías más desarrolladas del mundo. Eran ejemplo de calidad en la gestión pública. Hoy ya muchas de estas políticas son cosas del pasado. Cada día más nos hemos ido acostumbrando a manejarnos en la “media” o más abajo. Ya no se ve esa actitud de buscar la calidad. Y con la mediocridad viene el despilfarro.

La mediocridad del ambiente permitió que se le llame “educación universitaria” a cualquier carrera artificial, fácil, inútil, larga y costosa. Para qué hablar de la educación básica y media. ¿Se acuerdan de los patines? Nos inundamos de publicidad que nos incitaba a gastar más de lo que ganábamos, todo en 12 cuotas. Nos acostumbramos a aceptar que más del 50% de la población no entienda lo que lea. Y una parte muy importante del país se rindió extasiado a estos nuevos mundos. Por primera vez una cantidad importante de la población se convenció que la felicidad era igual al consumo. Y ello no requería de mayor calidad.

¿Cuándo más o menos empieza este proceso? Se me ocurre que cuando los políticos empiezan a manejarse por las encuestas (la media);  cuando la TV pasa a ser el oráculo de la sociedad, con sus análisis rápidos, superficiales y filtrados por el famoso “rating”; y, en general cuando nos acostumbramos a implementar políticas públicas en forma mediocre o simplemente mala.

Nos hemos acostumbrado a creer que ser mediocres no tiene mayores costos. Total… Uno de los símbolos de esta mediocridad nacional es la ya habitual y fatalista frase chilena: “Es lo que hay”. Y a otra cosa…

Uno de los grandes problemas para salir de la crisis en que está ahora Chile es cómo poder superar la actitud mediocre en que estamos sumidos. Cómo comprender lo que nos ha pasado y pensar racionalmente las soluciones necesarias. Asistimos a una crisis de proporciones con casi nula capacidad de liderazgo de ninguna institución existente. Pero, además, con una capacidad de análisis realmente mediocre por parte del mundo político, económico y social. Todos tratando de razonar con el nivel intelectual de los matinales de la TV. Con eso basta.

Tengo la sensación que, como país, nos sentimos cómodos en la mediocridad. Una cantidad de servicios públicos que funcionan pésimo, pero “es lo que hay”. Una clase empresarial que necesita una crisis mayor como la que estamos viviendo para darse cuenta finalmente que hay que revisar la manera de hacer negocios y escuchar a sus trabajadores y a la sociedad en la cual están insertos. Una clase política que da ejemplos lamentables de mediocridad sin proporción alguna con lo que ganan. Y un largo etc.

¿Alguien cree que se puede modernizar el Estado con la inamovilidad de los funcionarios públicos establecida por ley? ¿Quién se va a atrever a enfrentar ese tema? Parte de la mediocridad en que estamos hasta las orejas es la captura del Estado por parte de diversas organizaciones gremiales de todo tipo. Pero lo más complejo es la mediocridad en el análisis; la mediocridad en las visiones sobre el país que se quiere; la mediocridad en el lenguaje; la falta de calidad en lo que se hace; la mediocridad en lo que se enseña; la mediocridad de parte importante del mundo empresarial en no “ver” a tiempo las señales del entorno; la mediocridad de un parlamento que no da el ancho para legislar racionalmente y que requiere a cada rato aprobar leyes cortas para solucionar problemas graves creados por leyes largas mal hechas por ellos mismos; la mediocridad en la atención de servicios básicos, como la salud y otros. En fin, para qué seguir.

Pareciera que no sólo nos hemos transformado en un país mediocre sino que nos estamos  acostumbrando a ser mediocres. Lo cual es peor. ¿Volveremos a buscar la calidad en lo que cada uno hace?

Por suerte aún hay excepciones muy valiosas. Y son las que nos dan esperanza.

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