La batalla por Bolivia
"Está por verse para qué lado de la balanza se inclinará el fiel, pero por lo pronto, lo que está ocurriendo en Bolivia es parte de un juego mayor y su desenlace influirá en el panorama político regional y en la red de alianzas".
Juan Pablo Glasinovic Vernon es Abogado
La caída de Evo Morales
Tras un amago de fraude electoral en octubre pasado y 14 años de gobierno, y el intento de consolidar un régimen con visos dictatoriales (el proceso ya había empezado con el desconocimiento del referendo de 2016 contrario a la reelección), el Presidente Evo Morales sorpresivamente se quedó sin sostén político, a lo que se sumó el apoyo de las FFAA a la demanda popular de su salida. Esto último, además de una policía también en desobediencia al gobierno del MAS (Movimiento al Socialismo), forzaron la huida de Morales, quien obtuvo asilo político en México, junto a su Vicepresidente Alvaro García.
Como en otras circunstancias recientes en el mundo, este desenlace resultó sorpresivo para la mayoría de los analistas y de los propios bolivianos.
Evo Morales, el primer presidente indígena de Bolivia, se había convertido en el mandatario de más larga duración en la turbulenta historia de su país, realizando profundas transformaciones que básicamente se tradujeron en incorporar a la mayoría indígena a una real participación política y de los frutos del desarrollo, lo que fue refrendado por una nueva constitución que consagró la plurinacionalidad del Estado Boliviano. Morales y su inseparable Vicepresidente, constituían una poderosa dupla, que poco a poco fue copando todos los espacios de poder, y debilitando la autonomía de las regiones, en un país de frágil integración territorial. Su control parecía irreversible y encaminado a un mayor autoritarismo.
La pugna política regional
Tempranamente Morales se había alineado con el ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América) y su socialismo del siglo XXI. En esa condición, su país recibió ingentes subsidios venezolanos además del apoyo cubano en materia de salud y educación, entre otras materias. Pero cuando murió Hugo Chávez y el ALBA que se sostenía por el alto precio del petróleo venezolano se empezó a resquebrajar con la caída de su valor, Morales se mantuvo fiel a ese eje (continuando recibiendo apoyo económico). No ocurrió lo mismo con otros estados, cuyos gobiernos cambiaron de signo y se alejaron de esta organización anclada en Venezuela y Cuba.
Con regímenes derechamente dictatoriales en Venezuela, Cuba y Nicaragua, cualquier deserción del ALBA profundiza la sensación de inviabilidad del proyecto, que se concibió como alternativa a los gobiernos “neoliberales”. Por eso la caída de Evo Morales fue un verdadero balde de agua fría para ellos y una campanada de alerta sobre su futuro. Por eso también lo que está pasando en Bolivia actualmente es muy relevante desde el punto de vista de la pugna por el predominio ideológico en la región y la red de alianzas. La instalación de un gobierno de signo contrario a Morales acrecentará la sensación de asedio y soledad de la tríada mencionada, mientras que un regreso del mismo, aunque sea por intermedio de un sucesor, insuflará nueva vida y mística a los objetivos del socialismo del siglo XXI como alternativa a las democracias liberales.
El factor Grupo de Puebla
La situación sigue siendo incierta en Bolivia, tanto por razones internas como externas. Con la reciente instalación de gobiernos de izquierda en México y Argentina, se está reconfigurando una alianza que, en cierta forma, pretende tomar el testigo del ALBA, con el denominado Grupo de Puebla.
Apenas asumido como presidente en Argentina, Alberto Fernández, uno de los fundadores del referente con el presidente mexicano Andrés López Obrador, otorgó asilo político a Evo Morales. Y, contrariando el espíritu tradicional de esa institución, ha dado todo tipo de facilidades para que el ex presidente haga actividad política relacionada con su país, lo que ha sido aprovechado con entusiasmo y determinación por este, para influir decisivamente en lo que se viene en Bolivia.
Es una apuesta de Fernández (y particularmente de Cristina) que podría terminar mal para la relación con Bolivia, si el MAS es derrotado (y dejar a Argentina sin vecinos afines ideológicamente).
La situación interna
La salida de Morales en un primer momento generó diversas renuncias de autoridades y enfrentamientos violentos entre sus partidarios y detractores, pero afortunadamente no escaló a un conflicto mayor, y terminó encauzándose por la vía institucional. Asumió como Presidenta Interina la Segunda Vicepresidenta del Senado, Jeanine Añez, siendo ratificada posteriormente por sus pares y el Tribunal Constitucional. Por supuesto y dadas las circunstancias, no se cumplió al pie de la letra con las disposiciones constitucionales, pero es destacable la prevalencia de los mecanismos institucionales en la sucesión y el resguardo de la democracia, a pesar de las críticas en contrario. El pueblo boliviano ha demostrado, en su mayoría, su apego al sistema democrático, lo que dificultará el restablecimiento de proyectos autoritarios.
La Presidenta Interina convocó a elecciones generales para el 3 de mayo con una segunda vuelta en julio, trazando un cronograma para asegurar comicios limpios y seguros, renunciando ella misma a ser candidata, además de la prohibición que recae sobre Evo Morales.
Tras un período de fuerte concentración de poder y al desaparecer quien lo ejercía, se produce un cambio de dinámica política. En el nuevo escenario boliviano resurgen las fuerzas centrífugas en 2 variantes relacionadas: en primer término, se multiplican las candidaturas y, en segundo lugar, las regiones de la denominada “media luna” (departamentos de Santa Cruz, Tarija, Pando, Beni y Chuquisaca) recobran protagonismo político. Tradicionalmente el poder político en Bolivia ha radicado en La Paz y el económico en la zona oriental, resurgiendo cada cierto tiempo la tensión por una mayor autonomía de la zona oriental, especialmente de Santa Cruz. En el 2008 Morales había logrado desbaratar esa alianza de la “media luna” que casi lo hizo caer, destituyendo y forzando el exilio de sus principales autoridades. Una década después, terminó defenestrado, fundamentalmente por el empuje de Luis Fernando Camacho, líder de Santa Cruz.
Proyecciones
Es innegable que Evo Morales mantiene un fuerte respaldo en el país, especialmente en la población indígena y el apoyo a su partido MAS rondaría el 35-40%. Por eso la multiplicación de las candidaturas es un escenario muy favorable para su opción, que aseguraría pasar a segunda vuelta, cualquiera sea esta. El que más suena como su delfín, es el joven líder cocalero Andrónico Rodríguez (29 años), aunque Evo ha evitado ungir anticipadamente a su sucesor(a), en plena conciencia de que ello le significará perder poder. Además ha ido perdiendo control de su partido, el que se encuentra dividido entre un ala que quiere participar, respetando las reglas del nuevo proceso, y otra más beligerante y afín a su regreso. En ese contexto, este domingo se debiera definir el candidato del MAS para las próximas elecciones. Cualquiera sea el nominado, Evo procurará que responda lo más posible a sus orientaciones, con la esperanza de ser el verdadero poder detrás del sillón presidencial. Morales también apostará al resurgimiento de los eternos fantasmas autonómicos, y a los intentos de restaurar el viejo orden excluyente de los indígenas, para aparecer como la única alternativa capaz de mantener la unidad y garantizar el desarrollo de Bolivia. Sin duda seguirá siendo un actor relevante, mientras no surja una figura que lo opaque, ya sea dentro del propio MAS o en otro partido. La destrucción de sus estatuas y la eliminación de su nombre en algunas construcciones es un paso simbólico en ese sentido.
Está por verse para qué lado de la balanza se inclinará el fiel, pero por lo pronto, lo que está ocurriendo en Bolivia es parte de un juego mayor y su desenlace influirá en el panorama político regional y en la red de alianzas.
Mientras algunos se muerden las uñas y mueven sus piezas nerviosamente, la mayoría esperamos que Bolivia salga con una democracia fortalecida y potencie su posición de corazón para la integración física sudamericana.
Continuará…