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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Rarezas de la encuesta CEP y el debate constitucional: todos requerimos humildad

"Alguien podrá esgrimir que votar Apruebo es abrir una oportunidad para un nuevo pacto social que permita enmendar los males de la sociedad que han llevado a esta falta de confianza y a la pérdida de la paz. Por mi parte lo dudo".

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Rodrigo Pablo es Abogado Universidad Católica.

La semana pasada cayó como bomba en la opinión pública el resultado de la encuesta CEP que da cuenta de una confianza prácticamente nula de los chilenos en los políticos y otra serie de instituciones que componen la estructura política y social del país. En efecto, habiendo un 3% de error estadístico, un 47% de los chilenos cree que la democracia funciona mal o muy mal, solo un 2% confía en los partidos políticos, un 3% en el Congreso y un 5% en el Gobierno. La Iglesia Católica cuenta con un 14% de confianza y las Evangélicas con un 17%; la Televisión y los Tribunales con un 8%; el Ministerio Público un 6% y los diarios con un 11%. Por su parte, las radios son las mejor evaluadas solo con un 29% y las redes sociales (que son un peligro para la difusión de la verdad y el debate público, por la superabundancia de información no contrastable) cuentan con un 28%.

Así, no es de extrañar que un 55% apoyó las manifestaciones, pero es raro que un 67% apoye la idea de una nueva constitución. Ello porque es extraño que los chilenos apoyen un proceso constituyente que será llevado adelante por las mismas instituciones a las que no reconocen legitimidad. En este sentido, esa misma democracia que un 47% de los chilenos reprueba regulará el plebiscito y el eventual nombramiento de los redactores de la Constitución; serán esos partidos políticos quienes organizarán el debate y el procedimiento; ese Ministerio Público quien perseguirá a quienes intente subvertir el orden necesario para el debate, y esa televisión, diarios, radios y redes sociales quienes informarán acerca de los puntos del debate, beneficiando las opiniones que ellas prefieran.

Alguien podrá esgrimir que votar Apruebo es abrir una oportunidad para un nuevo pacto social que permita enmendar los males de la sociedad que han llevado a esta falta de confianza y a la pérdida de la paz. Por mi parte lo dudo, pues la legitimidad de la nueva Constitución será dudosa, tanto por ser el plebiscito llamado por instituciones poco representativas, que cedieron a la violencia, como por el hecho de ser redactada por esas mismas instituciones que los chilenos parecen rechazar ampliamente. Esto hará que en el futuro abunden los grupos capaces de apelar a la ilegitimidad de la nueva Carta Fundamental para desestabilizar el régimen político o para presionar por sus intereses corporativos, tal y como ha ocurrido desde que a partir del “Acuerdo por la Paz” el foco del debate cambio desde las demandas sociales a las políticas, y el acuerdo transversal con el que se reformó la Constitución en 2005, eliminando la firma de Augusto Pinochet y colocando la de Ricardo Lagos, fue desacreditado.

Por lo anterior, me parece más coherente con el resultado de la encuesta votar Rechazo. Este voto simboliza un “rechazo” a la actitud de algunos políticos capaces de sacrificar la estructura institucional por popularidad, y de otros que se aprovecharon de una protesta social y de sucesos criminales que terminaron con varias vidas; la destrucción de propiedad pública y privada, y miles de puestos de trabajo. Asimismo representa la cautela hacia el futuro y el rechazo a las otras instituciones sociales que fijan la opinión y que informan a los chilenos masivamente sin preocuparse de la verdad e imparcialidad. Finalmente, el voto por el rechazo representa la humildad que es tan necesaria para salir de esta crisis.

¿Por qué la humildad? Porque las instituciones mal evaluadas son compuestas por los mismos chilenos que las mal evalúan y quienes las integran han sido educados por una serie de instituciones y personas donde también se han nutrido los demás. Aún más, es importante pensar que quienes las ocupan están por sobre el promedio de la población en términos intelectuales y posiblemente morales. Por esto, al votar rechazo se es humilde al reconocer que somos nosotros los que tenemos que cambiar para cambiar el país y que no podemos culpar de nuestros males a otros, sean personas o cosas, como la Constitución. Asimismo, somos humildes, y por lo mismo sabios, al reconocer que por nuestro puro deseo el futuro no será mejor y que no nos sirven soluciones rápidas, sino que requerimos del trabajo tenue y constante, que se apoya en los aportes de quienes nos precedieron, el que ha permitido mejorar la vida de muchos chilenos que hoy tienen accesos que sus padres hubiesen querido y que sus abuelos ni soñaron.

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