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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Revalorización de la democracia y debate constitucional

Poner el acento en la recepción y no en la emisión política implica nuevas lógicas y nuevos desafíos para las instituciones políticas en aras de revalorizar la democracia recuperar las confianzas y la legitimidad.

Por Augusto Parra Ahumada
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Augusto Parra Ahumada es Presidente de la Fundación República en Marcha

Los estados de ánimo se han convertido hoy en día en auténticos estados de opinión y tienen una repercusión importante tanto en la política como en las elecciones.

Las emociones pueden provocar resultados inesperados, pues votamos cada vez más con el corazón y esto pone de manifiesto los límites de las promesas electorales y de la racionalidad.

Saber entender la atmósfera emocional en la que se desenvuelve lo político deviene crucial para poder interpretar nuestro presente. Poner el acento en la recepción y no en la emisión política implica nuevas lógicas y nuevos desafíos para las instituciones políticas en aras de revalorizar la democracia y recuperar las confianzas y la legitimidad.

Las ejercicios de democracia directa combinadas con sociedades emocionales y permeables, resultan impredecibles.

En nuestra coyuntura constitucional, pareciera hay que dudar un poco de las encuestas, hay que observar los efectos de la violencia y cuidarnos de la radicalización y reduccionismo del debate alejado de contenidos.

En lo personal no creo sea posible una deliberación democrática adecuada al debate constitucional, en medio de una discusión pobre, adornada de monsergas y bajo un clima de violencia, chantaje y presión.

En Chile, según cifras de 2019, el 82% de la población tiene acceso a internet, el 76% ingresan desde un equipo móvil, es decir, 14 millones de usuarios activos de internet, de los cuales 13 millones se encuentra en Facebook, esto es igual a 93%; 7,3 millones son usuarios en Instagram; 4,8 millones son de LinkedIn; 1,53 millones son de Twitter.

Los partidos políticos, devenidos en meras agencias electorales, han optado por simplificar el lenguaje y apelar a su propio electorado, cada vez menos transversal y más de nicho, para desde la monserga y el slogan a través redes sociales, apelando a su emocionalidad, lograr la adhesión suficiente para mantener sus cuotas de participación y de poder. Desde sus propias trincheras, renunciando al diálogo y a la obtención de acuerdos. Trasuntando incluso la implementación del acuerdo constitucional… Y dejando una estela de hedor a populismo que resulta preocupante y parece alejarnos de los fines de paz social y de pacto para el desarrollo, para los que el acuerdo fuera concebido.

Para Lechner, una sociedad que no se interroga acerca de sí misma, que no conversa del sentido que pueda tener la convivencia actual y futura, sustrae a la política su razón de ser renuncia a la política como el esfuerzo colectivo de construir una comunidad de ciudadanos.

Es así que la distancia que ahora separa a la sociedad de la política está relacionada con la dificultad de acoger y procesar la subjetividad, ya que si ésta tuviera cabida en la política, se le daría al ciudadano la oportunidad de reconocer su experiencia cotidiana como parte integrante de la vida social.

La ética de la revalorización de la democracia debe favorecer el paso de la política emocional a una racional. Y Las nuevas tecnologías deben a su vez favorecer por un lado el paso de la manipulación a la formación de ciudadanía crítica y por otro de la intuición a la precisión en cuanto a la dimensión gobernante para asegurar eficiencia y eficacia en la toma de decisiones, en la formulación de políticas públicas y en el gasto publico orientado a objetivos definidos, en el marco de una profunda modernización del Estado.

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