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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

1, 2, 3, ¡por mí y por todas mis compañeras!

Es esencial que el nuevo Chile que debemos construir lo hagamos sobre la base de un profundo equilibrio para las mujeres, permitiéndoles conciliar los anhelos que tienen para sus familias y comunidades, con los que sueña para ellas mismas.

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Karina Gómez es Gerente de Emprendedoras de Fondo Esperanza.

Hace unos días participé en un Círculo Territorial en Calama, espacio de diálogo donde las y los emprendedoras/es que participan en Fondo Esperanza pueden conversar en torno a la crisis social, sus causas y proponer soluciones. Este espacio estaba compuesto sólo por mujeres, entre 20 y 60 años.

Al momento de hablar de las propuestas para los cambios que necesita el país, más allá de lo que es prioritario para ellas transformar -el sistema de pensiones, de salud, político y de educación- me llamaron especialmente la atención temas que allí se plantearon, que no dejan de emocionarme e impactarme.

Entre ellos me gustaría destacar el tener fuertes esperanzas que las cosas van a cambiar para bien, que ellas sin duda son protagonistas de todos esos cambios y, finalmente, el que más me impacta: que sus propuestas siempre son en beneficio de otros, ya sean sus hijos, hijas, madres, padres, etc., asumiendo en su mayoría, que ellas no serán receptoras directas del nuevo Chile que sueñan y por el cual trabajan día a día.

Entonces, vemos cómo nuevamente se repite, también en momentos de grandes cambios sociales, como el que vivimos, mujeres resilientes, luchadoras y extremadamente solidarias, con una conciencia de otros que sobrecoge. Patrón que, sin duda, tiene muchas virtudes y debiese estar en la base de la sociedad que tenemos que construir.

Sin embargo, no podemos ignorar las consecuentes desigualdades que se generan si no hay un equilibrio entre las decisiones de vida de una mujer, y los múltiples focos del que son responsables, al ser en su gran mayoría el pilar central que lleva y guía a sus familias.

Creemos, por tanto, que es esencial que en el nuevo Chile que debemos construir, lo hagamos sobre la base de un profundo equilibrio para las mujeres, permitiéndoles conciliar los anhelos que tienen para sus familias y comunidades con lo que sueñan para ellas mismas, sin postergarse, con plena libertad y conciencia del presente y futuro que quieren y merecen.

Por esto, hoy queremos convocar a todas esas mujeres, a todas aquellas como las que han confiado en Fondo Esperanza, a ponerse en el centro de esas transformaciones, no solo como gestoras, sino también como receptoras; especialmente cuando conmemoramos un hito que marcó la lucha por la igualdad para las mujeres en la historia.

Queremos que la consigna que las guíe en la generación de este nuevo acuerdo social sea tan espontánea, natural e inclusiva, como cuando de niñas jugaban a las escondidas y corrían para liberarse diciendo “1, 2, 3, ¡por mí y por todas mis compañeras!”.

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