Volver a empezar
"Tenemos que prepararnos para volver a empezar, con otra predisposición para darnos cuenta, como plantea Pinker, que la ciencia y la razón deben estar al servicio de los demás a partir de la compasión".
Guillermo Bilancio es Profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibañez. Consultor en Alta Dirección
“No se puede ver el fin desde el principio…”. Con esa frase, Gary Hamel (Uno de los más destacados pensadores en política de negocios), plantea el concepto de estrategia. Nada más aplicable a la situación actual. Pero la idea de esta columna no es hablar de negocios, sería un despropósito en tiempos de supervivencia.
En tal sentido, creo que es el momento de reflexionar acerca de tres vías de análisis: El pasado y presente de nuestro mundo, de nuestras vidas como seres supuestamente sensibles, y de nuestras cosas.
Vamos a lo más irrelevante: Nuestras cosas. En las últimas dos décadas empezamos a comprender que vivimos en un espacio de significados, no de objetos. Y los significados son los que tienen valor, aún en lo económico.
Esta afirmación sirve para interpretar que, más allá de la pérdida material inevitable que sucederá después de esta crisis sanitaria y existencial, será clave identificar lo esencial de lo accesorio.
Y en tal sentido, habrá que revisar la nueva relación que tendremos con las “cosas” que será seguramente muy distinto a lo que esperaba.
Acostumbrados a acumular bienes materiales posiblemente aprenderemos a darle significado a lo sustancial. Quizá esta crisis nos haga ver prioridades, y posiblemente sentirnos culpables por la ignorancia y mezquindad del consumismo superficial.
Respecto a la segunda vía, será un desafío para nuestras vidas el día después en el que salgamos a la calle, dónde tendremos que reencontrarnos con lo que queda. Y va a quedar mucho menos.
Mas allá de cálculo de economistas y de especulaciones políticas, tenemos que hacernos cargo de una realidad que impactará a todos en cada una de sus realidades y expectativas.
Es aquí dónde se pone a prueba desde la capacidad de los políticos de convivir en un espacio estratégico para diseñar un mundo posible, hasta la capacidad de resiliencia de cada uno de nosotros frente a una situación sin precedentes.
Porque esta nueva realidad es mayor que el impacto de una guerra, porque la guerra es una decisión voluntariamente estúpida de los hombres para resolver conflictos.
Pero esto es imprevisible y no controlable, es algo a lo que no nos hemos enfrentado y dónde no hay registro. Una pandemia en la era de la inteligencia artificial, del consumo exacerbado, de la competencia y de la presión de los mercados, no tiene precedentes.
Y esto nos lleva a pensar en la tercera vía de análisis, dónde la pregunta es: ¿Porqué el mundo que viene no será como el que vivimos?
Desde cambios en los conceptos de la democracia, que impulsaron a tomar medidas “totalitarias” de control social para reducir los riesgos, hasta cambios en las relaciones interpersonales y en las expectativas de los seres humanos. ¿Seremos más individualistas o definitivamente nos integraremos como una comunidad global que se cuida mutuamente?
¿Esta crisis que enfrentamos hará que las nuevas generaciones modifiquen sus hábitos de consumo, de relación con los bienes materiales, con las modas, con las ideas políticas, con las expectativas económicas?
Muchos desprevenidos aún siguen esperando los “rebotes” de Wall Street, o cómo volver a crecer y seguir por el camino que se venía transitando. Los que quieren sacar ventaja dónde no hay ventaja.
Esa manera de pensar es el pasado. Ya no hay espacio para quienes especulan porque camino ya no es el mismo.
Tenemos que prepararnos para volver a empezar, con otra predisposición para darnos cuenta, como plantea Pinker, que la ciencia y la razón deben estar al servicio de los demás a partir de la compasión.
Volver a empezar implica reconstruir un modelo de mundo basado en la convivencia social para cuidar nuestra especie y nuestro planeta. No hacerlo, será otro acto de ignorancia.
Por eso, estamos frente a una oportunidad.
Por eso, volver a empezar, que no se apague el fuego. Queda mucho por andar y mañana será un día nuevo.
El futuro ya llegó.