Coronavirus: estrategias de manejo de rabia para padres en cuarentena
De la mano de Triple P- Programa de Parentalidad Positiva, se recomienda hacer uso de técnicas de relajación y respiración, así como también conversar con alguien que nos pueda escuchar y contener, entre otras acciones.
El miedo, la angustia, el cansancio y la ansiedad son emociones esperables en días como estos, donde el coronavirus se ha tomado la agenda y ha llevado a la población a recluirse dentro de sus hogares con el fin de frenar su propagación. Pero el desafío está en encontrar vías de escape, a través de un correcto manejo de la rabia.
Según plantean bajo la mirada del Triple P-Programa de Parentalidad Positiva, el estrés y la rabia son emociones que se relacionan entre sí. La rabia es una emoción necesaria, una reacción usual frente a algo que percibimos como injusto o que nos hace sentir “pasados a llevar”. Y el manejo de la rabia o expresarla de manera asertiva nos ayuda a poner ciertos límites, aunque lograrlo no es fácil y lo más común es actuar de manera más impulsiva, a veces hasta agresiva.
Si se pudiese hacer una analogía, la rabia sería como un volcán, el cual se va cargando hasta que explota. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre con las fuerzas de la naturaleza que no podemos controlar, sí podemos prevenir nuestra explosión a través de un adecuado manejo de la rabia.
Y para ello, el Programa de Parentalidad Positiva recomienda algunas estrategias que podrían ayudar a los adultos a manejar esta emoción, permitiéndoles:
Mantener el volcán más frío
Existen técnicas de relajación y respiración que nos permiten mantener nuestro volcán frío, reduciendo las probabilidades de que explote, pues tardará más tiempo en alcanzar la temperatura para ello. Otra técnica es tratar de incluir en la rutina actividades que generen placer y nos recarguen de energía, aunque sean breves, tales como hablar con un amigo o escuchar música que nos gusta.
Contener el volcán cuando esté a punto de explotar
Para esto puede servir tomar conciencia acerca de los pensamientos que están pasando por nuestra cabeza. Probablemente, son negativos, generalizadores, le echan la culpa a alguien más y son poco útiles (ej: “Siempre me hace lo mismo”, “lo hace a propósito”). Cuando eso nos pase, puede ayudar hacernos algunas preguntas como: ¿Efectivamente es siempre así? ¿hay alguna otra razón por la que hizo aquello? ¿Qué te diría un amigo si le contaras lo que acaba de hacer?
Y es que tener explicaciones alternativas de la conducta de las y los niños, nos permite elegir pensamientos más útiles y realistas. Aquí también podemos aplicar algunas estrategias de relajación, como apretar y soltar los músculos, respirar profundo inflando el abdomen, y contar desde 100 a 1.
Volver a enfriar el volcán, si es que ya explotó (para que no vuelva a suceder)
En este caso, puede que sea necesario salir de la situación que nos hizo explotar por unos minutos y respirar profundo, cerrar los ojos y visualizar una imagen que nos guste. También podemos llamar a alguien que nos pueda escuchar y contener. Mientras más logremos enfriar el volcán nuevamente, menos probable es que cualquier cosa nos haga “seguir explotando”. Aunque si ya sucedió, también es recomendable poder hablar acerca de lo que pasó con las personas involucradas y disculparse.
A los niños les pasa lo mismo con la rabia. Es normal que en el marco de la contingencia actual se sientan molestos, frustrados y sientan que lo que está sucediendo es injusto. Y bajo ese escenario, son los adultos los llamados a mostrarles cómo manejar la rabia de manera asertiva: primero, nombrando lo que les pasa (“Estás así, respirando rápido y diciendo eso porque te sientes enojado”), luego validando su emoción y empatizando con ellos (“Es normal que te dé rabia y te parezca injusto no poder salir”), y muchas veces eso es suficiente para calmar algo la emoción.
Además, se pueden pensar ideas para intentar solucionar en algo lo que los enoja (“¿Te parece si pensamos cómo puedes jugar a la pelota dentro de la casa o ver a tus amigos igual a través de una videollamada?”). O bien se les puede enseñar a aprender a expresar la emoción (“la próxima vez dime que estás muy enojado y que no te gustó lo que te dije”).
De igual manera, es importante siempre prestar atención a las situaciones o momentos del día que a cada persona lo hacen más propenso a enojarse y reaccionar. Por ejemplo, la hora de acostar a niños pequeños o al momento de acompañarlos a hacer tareas escolares que no tienen ganas de realizar. En esos casos, puede ser útil hacer un plan de manera de anticiparnos a lo que pudiera encender o hacer estallar el volcán. Y este plan puede incluir:
Cómo prevenir enojarse en ese momento: decir algunas frases a uno mismo/a (“Hoy va a resultar mejor”, “Yo puedo”, “Ya pasará”, “Tengo un plan”). Y aplicar algunas estrategias de relajación antes de comenzar también puede ayudar.
Cómo prevenir los conflictos usuales durante ese momento: quizás pensar en una canción, un juego, otra disposición de la mesa o la comida o intentar generar algunos acuerdos con los hijos.
Qué hacer si sentimos que nos estamos empezando a enojar: qué les vamos a decir a los niños, a ti mismo/a en tu mente, cómo vamos a reaccionar. Una buena idea es retirarse unos momentos del lugar para recuperar la calma.
Para mayor información acerca de estas estrategias, contactarse con Triple P a través de sus redes sociales o bien averiguar si en tu comuna hay algún profesional certificado en estas metodologías. y puedes llamar a Fono Infancia (800 200 818) o por medio del sitio web de Chile Crece Contigo.