La educación en tiempos de crisis
"Quizás el mayor riesgo de esta crisis es la fracturación de la interacción entre los alumnos y los profesores. El cómo, dónde y cuándo aprender se ve interrumpido".
Francisca Müller es Consejera educación, ciencia, tecnología e innovación. Misión Permanente de Chile ante la OCDE
El éxito en la educación ya no se trata principalmente de reproducir el conocimiento. Se trata de obtener ese conocimiento, comprenderlo y razonar sobre él para luego aplicarlo. En ese sentido, significa ser capaces de extrapolar lo que sabemos y aplicar el conocimiento de manera creativa en situaciones novedosas o, para ponerlo en contexto, en tiempos de crisis. Lo anterior toma especial relevancia mientras el mundo enfrenta severos desafíos debido al coronavirus (COVID-19). Un número récord de niños y jóvenes han sido afectados por cierres temporales o indefinidos de colegios y universidades en un intento por frenar la propagación del virus.
En el plazo inmediato, las interacciones físicas están siendo reemplazadas por interacciones virtuales y el aprendizaje a distancia está teniendo una inédita expansión. Esto presenta un desafío para todos los actores del sistema. Por un lado, los establecimientos educacionales han tenido que apelar a toda la tecnología disponible para que lo anterior sea posible. Los profesores y los alumnos, por su parte, deben adaptarse rápidamente a esta nueva forma de interactuar y las familias adecuarse a esta nueva organización.
Esta increíble expansión de servicios educativos digitales tiene algunas limitaciones, en especial para aquellos de grupos más marginados, que no cuentan con los dispositivos para aprender remotamente o bien no tienen acceso a internet. Es fundamental el apoyo gubernamental para mitigar las interrupciones educativas. Hablamos de la implementación de programas de aprendizaje a distancia a gran escala y el desarrollo de plataformas educativas abiertas y de bajo costo. Estas son herramientas esenciales que los establecimientos y los profesores pueden usar para llegar a los alumnos de forma remota. La UNESCO ha hecho un catastro exhaustivo sobre soluciones de aprendizaje a distancia que los países pueden usar. En Chile, por su parte, se destaca el programa Aprendo en Línea que permite avanzar en los contenidos curriculares de forma gratuita y complementando los recursos de la biblioteca escolar online. Para los más pequeños el Ministerio de Educación también ha puesto a disposición recursos en línea.
Esta crisis exige a los profesores no solo replicar sus materias en otro medio, sino encontrar respuestas completamente nuevas a cómo aprender, dónde y cuándo. Se requiere mucha innovación y manejo de herramientas digitales. Según datos de la encuesta sobre profesores TALIS 2018 (OCDE) recién publicada, el 51% de los profesores chilenos – versus el 60% en países OCDE – recibió desarrollo profesional en tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el año anterior a la encuesta, mientras que el 17% informó una gran necesidad de desarrollo en esta área. El interés de los profesores chilenos por el uso de las TIC podría explicar el alto porcentaje de estos – un 63%, 10 puntos porcentuales sobre el promedio OCDE – que permite a sus estudiantes usar las TIC con frecuencia.
Este periodo puede ser una gran oportunidad para que los profesores se abran a la posibilidad de capacitación en áreas tecnológicas, por ejemplo a través de cursos en línea lanzados por el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas del Ministerio de Educación (CPEIP). Solo el 28% de los profesores chilenos encuestados por TALIS ha realizado este tipo de cursos. ¿Cómo nos aseguramos entonces que los profesores den cursos en línea de calidad, si ellos mismos no han participado de un ejercicio como tal? Es un momento para que la comunidad educativa – padres, alumnos y profesores – dimensionen y enfaticen la importancia del desarrollo de la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas utilizando las herramientas digitales.
Quizás el mayor riesgo de esta crisis es la fracturación de la interacción entre los alumnos y los profesores. El cómo, dónde y cuándo aprender se ve interrumpido. El aprendizaje, que por definición se adquiere por la interrelación de muchas variables, se puede ver mermado. Kant, el filósofo alemán muy leído en el área de la educación, lo manifestaba en simples palabras: “el hombre necesita un maestro”. Este planteamiento que refiere a la importancia del maestro en aula, sugiere un desafío adicional en tiempos de crisis y aislamiento. En este sentido si bien las nuevas tecnologías permiten la obtención de conocimientos, éstas parecen quedar al debe con la imagen ejemplificadora del maestro. El éxito de los estudiantes en las próximas semanas y meses depende fundamentalmente de mantener una relación cercana con sus profesores.
La crisis actual provocada por el COVID-19 evidencia la necesidad de actualizar los entornos de aprendizaje para permitir la comunicación no presencial y la colaboración fluida dentro de la comunidad escolar. ¡Qué se aproveche el potencial transformador de la tecnología! Podemos hacerlo mejor. Es de suma importancia que la sociedad valore el trabajo diario de los profesores, que en su ausencia obliga a los padres a asumir roles pedagógicos para los cuales, o bien no están preparados, o no tienen vocación, y nos da la oportunidad de revalorar el rol que históricamente le hemos dado a los profesores.
No pensemos que los cambios impuestos por el COVID-19 serán pasajeros. Estos cambios – la teleeducación – llegaron para quedarse y debemos reaccionar rápido para la tranquilidad de nuestros pequeños y familias.