Educación en pobreza en tiempos de Covid-19
"Se requiere transformar el actual modelo educativo, competitivo y enfocado en resultados en uno más colaborativo y preocupado tanto de los procesos como de los resultados educacionales".
Jaime Portales es Jefe de estudios de Fundación Súmate
La pandemia ha significado un cambio gigantesco en nuestras vidas. En el ámbito educativo, docentes, estudiantes y familias han debido adaptarse repentinamente a nuevas modalidades de enseñanza-aprendizaje. Y es en los sectores de mayor vulnerabilidad social y pobreza donde las situaciones se han vuelto más críticas.
Los profesionales que trabajan en establecimientos educativos de alta vulnerabilidad, pobreza y/o exclusión social tienen enormes desafíos; y sus acciones u omisiones pueden tener un gran impacto en sus estudiantes. Por estos días, hemos corroborado en nuestras escuelas de reingreso que el alto compromiso con ellos, el que se traduce en un contacto sistemático con cada uno a través de una llamada telefónica, es clave para continuar con su proceso educativo. Así, vía WhatsApp, logramos establecer una conversación enfocada en fortalecer el vínculo socioemocional. Esto es mucho más central que enfocarse sólo en tareas académicas. Generar espacios de vinculación entre docentes y estudiantes y entre estudiantes a través de la creación de un WhatsApp de curso, de videos donde se compartan emociones, reflexiones e información, o de juegos a través de grupos privados de Facebook o Instagram es de gran utilidad.
Otra estrategia relevante consiste en saber cuáles estudiantes no están participando de las actividades en línea y contactarlos para definir otras formas de vinculación y trabajo. Además es primordial asegurar la entrega de raciones alimenticias a los alumnos y preocuparse de que en sus hogares existan condiciones mínimas de alimentación, convivencia y seguridad.
Un último punto y crucial: se requiere transformar el actual modelo educativo, competitivo y enfocado en resultados en uno más colaborativo y preocupado tanto de los procesos como de los resultados educacionales. Se trata de reemplazar un modelo enfocado en el logro de desempeños académicos por uno que apunte a conseguir aprendizajes integrales; reemplace el aprendizaje de contenidos por el desarrollo de habilidades y actitudes; y pase de valorar solo lo cognitivo a potenciar el desarrollo socioemocional de los estudiantes.