Ventiladores mecánicos en Chile: ¿Problema del servicio de salud en el país?
¿Tenemos personal para manejar 2.500 camas asociadas a ventiladores mecánicos? Se imaginarán la respuesta. Los que trabajamos en cuidados intensivos llevamos años avisando de esta realidad.
Gabriel De la Fuente es Jefe de la Unidad de Cuidado Intensivo del Hospital de El Carmen de Maipú y profesor de la Universidad de Santiago (USACH).
El único tratamiento demostrado eficaz para la bronconeumonía producida por el COVID-19, llamada Sars-COV 2, es el oxígeno y ayudar al paciente con una máquina de ventilación artificial que disminuye el trabajo respiratorio del enfermo.
En promedio, este estado dura entre 7 a 14 días y pone en riesgo al paciente de sufrir otras infecciones oportunistas bacterianas intrahospitalarias que al final son las que terminan con la vida del enfermo igual como sucedía en la mal llamada gripe española de 1918.
Los países han peleado por proveerse de estos aparatos de ventilación mecánica como si se tratase de armamiento de guerra. ¿Por qué? Estas máquinas comenzaron a desarrollarse desde la epidemia de poliomielitis de los años 1950 y son parte cotidiana del manejo de las
unidades de cuidados intensivos.
Son caras, más que una camioneta de lujo, requieren de conocimientos para su uso como cualquier aparato de precisión y como se han vuelto tan llenas de tecnología son muy pocas empresas a nivel mundial que las producen. Alemania, Suiza y China con su enorme capacidad de manufactura son los principales productores.
Hasta el minuto, Chile cuenta con bastantes equipos. Hasta el 30 de abril, 1.750 aproximadamente con solo un 40% ocupados. O sea, tenemos todavía máquinas para ayudar a los enfermos. Sin sumar los nuevos equipos que el ministerio está comprando y distribuyendo.
Según las mismas recomendaciones ministeriales del Ordinario 1114 de 2012, para 6 camas con ventilador mecánico necesitas un médico especialista, dos enfermeras especialistas, un kinesiólogo, 3 paramédicos, insumos, fármacos, imágenes, exámenes y toda una logística para que el paciente conectado se mantenga con vida y sin complicaciones durante a los menos 7 días.
¿Tenemos todas esas personas para manejar 2.500 camas asociadas a ventiladores mecánicos? Se imaginarán la respuesta.
Los que trabajamos en cuidados intensivos llevamos años avisando de esta realidad. Solo muy pocas universidades imparten la especialidad de cuidados intensivos, no es bien remunerada, es muy estresante, no muy popular entre los médicos, por eso somos pocos y en general nos conocemos casi todos en los 120 centros de cuidados intensivos repartidos en Chile con sus 1.500 camas actuales.
¿Cuál es la solución?: Bueno, ser creativo. Repartir al recurso capacitado. Ayudar a los más inexpertos. Telemedicina. Medios digitales. Guía a distancia para los colegas. Volar a control remoto. Con ayuda de la torre de control.
Los intensivistas estamos colaborando entre nosotros. Diseñando soluciones. Ahora la sociedad debe poner su parte e invertir en una mejor sanidad, para que estemos preparados tanto para atender un accidente de tránsito como una futura nueva pandemia.