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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

#QuédateEnLaCalle

Las personas en situación de calle son parte del grupo de mayor riesgo frente al COVID-19, no tan sólo por encontrarse expuestos a los peligros de la misma calle, sino también porque por lo general presentan otras condiciones de base como enfermedades crónicas no tratadas, trastornos de salud mental y déficit nutricional

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Isabel Lacalle es Directora ejecutiva Corporación Nuestra Casa. Trabajadora social y coach ontológica.

Estamos viviendo, sin lugar a dudas, la peor tragedia sanitaria de las últimas décadas. Ya van cerca de 3 millones de personas fallecidas en todo el mundo producto de la pandemia por COVID-19, y algunos expertos advierten que lo peor aún está por venir.

Hasta hace unas semanas, nuestro país vivía una convulsión social que puso en evidencia lo urgente que resulta sentarnos a conversar y a buscar convergencias, principalmente, porque el “trato social” se encuentra fracturado por las tremendas desigualdades que hemos normalizado.

Esa conversación, hoy en pausa, sigue vigente y cobra más sentido cada día que pasa, al ver lo que ocurre con aquellos que menos recursos y redes tienen para enfrentar esta pandemia, o simplemente para sostener sus propias vidas.

En Chile, hay más de 15 mil personas en situación de calle, y para ellos y ellas hasta la recomendación más simple de lavarse las manos con jabón se transforma en un desafío diario, casi tan complicado como encontrar agua para beber, alimentos de buena calidad o un entorno que les dé abrigo y resguardo.

Las personas en situación de calle, son parte del grupo de mayor riesgo frente al COVID-19, no tan sólo por encontrarse expuestos a los peligros de la misma calle sino también, porque por lo general presentan otras condiciones de base como enfermedades crónicas no tratadas, trastornos de salud mental y déficit nutricional, junto con la imposibilidad de acceder al material de higiene recomendado e incluso algo tan básico como mantenerse informado del avance de esta pandemia y las decisiones que toman las autoridades.

Para ellos, la recomendación de quedarse en casa resulta una ironía.

A la fecha han fallecido tres personas de este segmento producto del coronavirus y ni siquiera ha empezado el invierno, estación en la que nos es –terriblemente- más habitual conocer casos de muertes en la calle. Aún queda tiempo para tomar medidas más radicales de resguardo.

Celebramos las ya anunciadas por el Ministerio de Desarrollo Social y Familia de adelantar el plan de invierno y comenzar a habilitar albergues de resguardo. Y por sobretodo, nos admiramos a diario por las instituciones y sus colaboradores que trabajan diariamente con estas personas y que, a pesar de todo pronóstico, siguen preocupados y dispuestos a acompañarnos en la atención de sus necesidades.

Corporación Nuestra Casa trabaja hace más de 20 años con personas en situación de calle, proveyendo 12 residencias compartidas para un poco más de 70 beneficiarios y, junto con ello, realizando un valioso trabajo en distintas zonas de Santiago.

Hemos hecho todos los esfuerzos por no interrumpir nuestra labor, lo que se ha logrado por el valioso compromiso de nuestros trabajadores y voluntarios.

Quizás esa es la principal enseñanza que nos deja esta crisis mundial, de la que con seguridad vamos a salir: que estamos juntos y nos necesitamos para sobrevivir, más aún cuando nos encontramos y sentimos vulnerables.

Si en nuestro país no existieran estos héroes anónimos que logran conectarse permanentemente con lo humano, probablemente esta pandemia, y cualquier otra, ya nos hubiera hecho desaparecer de la tierra. Hagamos de esto un aprendizaje de vida que nos interpele a conectarnos entre nosotros y de esa manera aprendamos a nunca más invisibilizar a los que, luego de esta crisis, seguirán siendo los más vulnerables.

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