Análisis: Filthy Rich, misterio todavía sin resolver
Lamentablemente los cuatro capítulos de la serie de Netflix no logran alcanzar todo su potencial, pero tiene historia tan impactante que de todas maneras mantiene el interés.
La historia de Netflix con los documentales del género denominado “true crime”, que se podría traducir como “basado en crímenes reales” es, para la plataforma, larga. Y partió con el batatazo que para ellos significó Making a Murderer, uno de los títulos que los ayudó a consolidarse como una marca registrada de los maratones televisivos y de los comentarios obligados sobre lo que se está viendo. A lo largo de los años, la compañía ha seguido alimentando su biblioteca del género, y en varias ocasiones con títulos bastante mejor logrados, como por ejemplo el reciente The Innocent Man, basado en la única novela de no ficción del afamado autor John Grisham.
El último estreno que viene a unirse a las filas es Filthy Rich, sobre el multimillonario Jeffrey Epstein, acusado de operar un cartel de trata de jóvenes menores de edad y que, luego de caer en prisión hace un año, fue encontrado muerto en su celda en un aparente suicidio. Un título que suma a los crímenes de la vida real un claro referente al movimiento #MeToo, y aborda uno de los escándalos más bullados de los últimos tiempos en Estados Unidos. Todo listo para lograr una mezcla explosiva. Lamentablemente los cuatro capítulos de la serie no logran alcanzar todo su potencial, pero tiene una historia tan impactante que de todas maneras mantiene el interés.
Su principal problema es que, dadas las comprensibles dificultades de investigación que presenta la temática del documental, lo que se necesitaba acá era estructura e intención, sólo así se podía suplir la falta de grandes revelaciones o hallazgos nuevos con la que se encontraron los realizadores. Pero lo que aparentemente sucedió es que se durmieron en los laureles de la tremenda historia que tenían entre manos, y creyeron que simplemente acumulando testimonios de las víctimas de Epstein, y dejando en claro la corrupción política que rodeó su larga impunidad, ya tenían armado el asunto.
Y claro, no era difícil cegarse con un cuento así de fascinante, pero el relato podría haber sido muchísimo mejor. El mismo estilo documental ya fue mejor logrado en Finding Neverland, sobre Michael Jackson, su pariente más cercano.
Filthy Rich toma una opción enriquecedora y valiosa al darle prioridad a la voz de las víctimas, ignoradas y revictimizadas, por tanto tiempo en vez de poner a los victimarios al centro. Pero aunque los testimonios resultan desgarradores, el documental tampoco profundiza en las historias de las mujeres, muchas de las cuales tienen que vivir con la culpa de, además de haber sufrido abusos, tener la etiqueta de cómplices, debido a que ayudaron a Epstein a buscar más mujeres para violentar. Una trama terrible, compleja, y que explica parte del poder del millonario a la hora de seguir suelto, pero que, como una gran porción de la serie, no profundiza lo suficiente.
El misterio de Jeffrey Epstein continúa, incluso luego de este documental, pero la ventana que abre a sus víctimas, los detalles que ofrece de cómo operaba y de los grandes nombres que lo frecuentaban (Bill Clinton, Donald Trump, Woody Allen, Harvey Weinstein, el Príncipe Andrés) alcanzan para justificar su valor.