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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Igualdad y súper ricos: una demanda en desarrollo

"Chile ya no tolera tanta desigualdad, este modelo que nos condujo al estallido del 18 de octubre, tocó fondo".

Por Gonzalo Durán Baronti
acreencias bancarias
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Gonzalo Durán Baronti es Alcalde de Independencia

Estamos inmersos en medio de una crisis social que se viene arrastrando por años y que actualmente se ha visto agravada por la pandemia. En efecto, asistimos al fin de un modelo de desarrollo que permitió la acumulación sin límites para las familias más ricas de Chile, que hoy los consolida entre los más ricos del mundo, como si se tratara de riquezas del primer mundo, pero lamentablemente con la conducta y la conciencia de tercer mundo.

Un tipo de enriquecimiento que no se permite en los países desarrollados, a los que muchos anhelan alcanzar, muy por el contrario, es una acumulación de capital que aumenta las brechas, las desigualdades y que beneficia sólo a unos pocos. Sin un bienestar común, como sí gozan en el primer mundo, cuando los sistemas políticos garantizan desde los Estados el derecho a que las personas tengan acceso y garantías a sus derechos sociales, como lo son la salud, la educación y el trabajo justo.

Hoy existe una iniciativa en el Congreso que ni siquiera busca ser permanente, es sólo excepcional, para que esas riquezas de primer mundo que tenemos en Chile, aporten a través de un impuesto transitorio en la Constitución, el 2,5% en un impuesto al patrimonio, que podría llegar a recaudar más de 6000 millones de dólares, con lo cual se podría, a lo menos, aspirar a un ingreso de emergencia que esté por sobre la línea de la pobreza, para aquellas familias que en la actualidad no pueden solventar sus vidas.

Esta iniciativa está siendo apoyada por académicos y políticos desde el centro a la oposición, sin embargo, aquello que es casi de sentido común, no es admisible para una derecha atrapada en una forma de pensar neoliberal, individualista y mezquina.

Chile ya no tolera tanta desigualdad, este modelo que nos condujo al estallido del 18 de octubre, tocó fondo. Al mismo tiempo, el país debe saber que los que se han hecho ricos, muchos de ellos con verdaderas regalías durante la Dictadura Militar, no están dispuestos a dar nada por sus compatriotas, por los chilenos que se están muriendo no sólo por la enfermedad, sino que también por hambre, producto de esta desigualdad.

El modelo de la caridad tampoco resiste más, es momento de comenzar a dar señales y de construir una real justicia social.

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