Los enemigos de LATAM que propiciaron su caída en Argentina
La compañía tuvo que enfrentar una competencia desleal frente a a la estatal Aerolíneas Argentinas, que ahora controla el 80% de las rutas internas.
“Orgullosos de nuestra aerolínea de bandera. Uniendo esfuerzos, para unir a todos los argentinos y argentinas”. Minutos antes de que LATAM Argentina anunciara su cese indefinido de operaciones, estas eran las palabras con que el peronista Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados, saludaba un video-arenga de Aerolíneas Argentinas.
La situación hubiera sido anecdótica, pero minutos después, la cuenta oficial de Twitter de la aerolínea con capitales chilenos y extranjeros anunció que dejaba Argentina después de 15 años conectando rutas internas y transformándose en un actor relevante del cabotaje en ese país.
Las palabras de Massa, ex jefe de Gabinete de Cristina Kirchner, sobre Aerolíneas Argentinas, reflejan la acción de diversos enemigos que tuvo que enfrentar LATAM durante 15 años en el país trasandino: competencia desleal que le provocó grandes pérdidas. La llegada del coronavirus aceleró la desaparición de la aerolínea.
La llegada a Argentina en medio de polémicas
La entonces LAN llegó a Argentina en junio de 2005, luego de varios intentos fallidos.
Con Néstor Kirchner en el poder, la aerolínea, que ya era un éxito con sus expansiones en Perú y Ecuador, aterrizó en una Argentina que aún sufría las consecuencias de la crisis del 2001 y que venía del fracaso de la creación de la primera compañía estatal Líneas Aéreas Federales (Lafsa).
Cuando en Argentina descubrieron que Ricardo Jaime, secretario de Transporte, había transportado cocaína en un vuelo regular a Madrid a través de Southern Winds, con la cual operaba Lafsa, el proyecto de aerolínea estatal fue cancelado. Como Aerolíneas, entonces empresa privada, se podría quedar sola y convertirse en monopolio, el gobierno autorizó la entrada de LAN, que llegó a tener el 18% del mercado y 12 aviones, además de estimular una guerra de precios que permitió a los argentinos a volar a precios más bajos.
Competencia desleal
No fue hasta el 2008, con Cristina Fernández en la Presidencia, que las operaciones de LAN comenzaron a peligrar. La estatización de Aerolíneas Argentinas fue el golpe de gracia para el mercado aéreo trasandino y especialmente para LAN.
Los gremios comenzaron a presionar a la aerolínea para que cumpliera las mismas condiciones laborales que la empresa estatal. Metas utópicas para una línea privada que en 2011 tuvo pérdidas US$325 millones, mientras que su competidor recibió US$4.790 millones en subsidios.
En 2010, el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde, confesó en un encuentro privado con militantes de La Cámpora que le había pedido a la Presidenta Fernández cancelarle las rutas a la aerolínea extranjera, rebautizada como LATAM tras su fusión con la brasileña TAM Airlines.
“Un día le fui a pedir (a la entonces presidenta Cristina Kirchner) algo que después voy a negar, que le suprimieran rutas a LAN, que el Estado le negara la autorización para volar ciertas rutas a LAN”, afirmó Recalde, ahora senador nacional.
Ni durante el mandato de los Kirchner ni con la llegada de Mauricio Macri, LATAM pudo competir de igual a igual.
En algún momento se pensó que con la llegada del ex CEO de LATAM Argentina Gustavo Lopetegui como vicejefe de Gabinete de Macri mejoraría las relaciones de la compañía con el gobierno. Pero fue todo lo contrario.
Ese año comenzó a mostrar sus peores números, mientras Aerolíneas Argentinas seguía recibiendo subsidios para tapar las pérdidas y el mal manejo financiero. Los cuatros años de Mauricio Macri en la Casa Rosada no marcaron diferencia alguna para LATAM.
Al contrario, la compañía acrecentó su agonía y la presión sindical aumentó. Uno de los gremios que más luchó contra LATAM fue la APLA, que agrupa a los pilotos argentinos y cuyo lema es “No a los cielos abiertos”.
Uno de los ejemplos de que la APLA era uno de los principales enemigos de LATAM ocurrió en septiembre del año pasado, cuando impidió que sus pilotos asociados se enrolaran en el “interchange”, que consistía en usar aviones de matrícula extranjera para volar la ruta argentina a Miami, con los pilotos y tripulantes de a bordo de la filial argentina.
Para la APLA, esto era sólo una maniobra para perjudicar a Aerolíneas Argentinas y por lo mismo, el sindicato presidido por Pablo Biró, optó por expulsar del gremio a sus pilotos.
Llega el coronavirus
LATAM no debió enfrentarse sólo con sus enemigos en el aire. La llegada a nivel mundial de la pandemia obligó al 80% de la flota a quedarse en tierra, provocando una crisis económica en cadena.
Argentina tampoco fue la excepción.
Al igual que en Chile, el gobierno de Alberto Fernández fue en busca de material para el sector sanitario. LATAM pidió sumarse a los vuelos junto a Aerolíneas Argentinas, pero el no fue rotundo. Sólo la empresa estatal fue comisionada para llevar ventiladores y mascarillas a Argentina. Uno de los pilotos de estos vuelos era Pablo Biró.
A medida que el COVID-19 avanzaba en el continente, los gobiernos fueron en ayuda de las empresas, ya sea financiando parte de los sueldos o bien permitiendo suspender los contratos. El peronismo tampoco se quedó atrás.
En el sector aeronáutico, las aerolíneas privadas Flybondi y Jetsmart fueron autorizadas a hacer ajustes salariales para enfrentar la crisis, mientras que la subsidiada Aerolíneas Argentinas llegó a un acuerdo para no pagar los aportes jubilatorios que van a la Anses, la agencia estatal que asumió las operaciones de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
LATAM, al igual que en otros países, presentó un plan para reducir el 50% de los sueldos de sus empleados, con un mínimo de 50 mil pesos argentinos (unos $570 mil pesos chilenos).
Pero el portazo del ministro del Trabajo, Claudio Moroni, fue más que claro: LATAM debe pagar el 100% de los sueldos.
Era cosa de días para que las consecuencias se hicieran públicas: 1.715 personas se quedaron sin trabajo en plena pandemia y LATAM Argentina cedía su posición en el mercado a Aerolíneas Argentinas, que ahora tendrá el 80% de las operaciones y que en 2019 recibió 500 millones de dólares en subsidios.
Flybondi -la pequeña aerolínea de vuelos internos que tiene el 9% del mercado- acusó en un comunicado el golpe del avance del Estado en el mercado: “Un mercado con menos aerolíneas representa menos conectividad federal, menos oportunidades de desarrollo y empleo, y menos alternativas para los pasajeros”.
El miércoles, Pablo Biró, el dirigente de los pilotos, cerraba la triste jornada para la aerolínea con una amenaza: “Que no le permitan a LATAM llevarse los aviones”.