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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Bono para la emergencia, reactivar y reindustrializar como solución

"Nuestro país seguirá teniendo una economía con una alta dependencia de las exportaciones, por esta razón debemos ser capaces de transitar hacia industrias exportadoras de alto valor agregado, con empleos de calidad y mayores salarios".

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Andree Henríquez es Centro de Innovación y Economía Circular-CIEC. Doctor (c) en Administración y Negocios de la Universidad de Chile, MBA Universidad de Chile. Subdirector e Investigador del Observatorio de Innovación del la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.

La transferencia de recursos monetarios desde el Estado hacia diversos sectores de la sociedad, habitualmente los más desposeídos, se ha instalado como un estándar en la implementación de las políticas públicas nacionales. Con defensores y detractores, se ha utilizado regularmente por los diversos gobiernos de nuestro país para responder a las necesidades de la población.

Con una caída proyectada del PIB de un 7,5%, la peor en 35 años, y un desempleo que supera el 10%, dicho instrumento alcanza una mayor notoriedad, por ser el pilar para responder a los efectos que la pandemia global está teniendo sobre el ingreso de las familias. Así, durante las últimas semanas hemos visto a prominentes economistas nacionales discutiendo y logrando acuerdos respecto de su monto y duración, pero sin novedad alguna respecto de sus fundamentos básicos. Esto a la par de que se comienzan a escuchar frases como “el pueblo tiene hambre”, “olla común” o “solo el pueblo cuida del pueblo”, a tan solo 8 meses de las movilizaciones sociales iniciadas en octubre de 2019.

Pero el bono tiene dos problemas de origen cuando se observa a largo plazo. Primero, no crea nueva riqueza. Esto porque es la repartición de aquella generada en el pasado o del endeudamiento contraído, que es captado por el gobierno para ser distribuido a la población de forma directa, pero que tiene una baja posibilidad de ser financiada en el tiempo sin que la economía vuela a crecer y generar excedentes. Segundo, tiene una limitada capacidad para resolver los patrones de desigualdad estructurales en cualquier sociedad, porque apunta solo a una arista de un problema que es multidimensional. Además de ser evidente que el bono, al menos hoy, busca dotar a las familias con un ingreso mínimo para subsistencia, no más que eso.

Por esta razón, resolver el problema del ingreso de largo plazo de las personas y las familias requiere que acordemos un modelo de desarrollo diferente, y más concretamente, que reactivemos y reindustrialicemos el país comenzando hoy. Chile habla de innovación y hace esfuerzos de la mano de los emprendedores e instituciones como CORFO para avanzar, pero quizás se requiera volver a la simple esencia de crear y potenciar industrias, para dar sentido a esa diversidad de conceptos que nos acompañan desde Sillicon Valley.

Pero no se asuste usted, ni imagine grandes chimeneas y personas con overol. De lo que hoy hablamos es de reindustrializar con una fuerte base tecnológica y compromiso con desarrollo sostenible. Es potenciar a las regiones del país y sus sectores estratégicos, es aprovechar el creciente número de profesionales universitarios que el sistema de educacional ha formado a nivel nacional e internacional. Es hacer un uso intensivo de nuestros laboratorios universitarios y, entre otras iniciativas, apoyar el emprendimiento que conduzca a la generación de bienes y servicios para un tejido industrial creciente en todo el territorio.

Nuestro país seguirá teniendo una economía con una alta dependencia de las exportaciones, por esta razón debemos ser capaces de transitar hacia industrias exportadoras de alto valor agregado, con empleos de calidad y mayores salarios, con redes de proveedores que gocen de este salto y que a la vez sean un ejemplo en materias medioambientales y sociales. Tal como dijera Sebastián Díaz, “En vez de bonitos unicornios, es mejor tener toros robustos que ayuden a la economía”, pero estos toros deben ser jóvenes saludables y que impulsen al rebaño.

Nadie con los pies en la tierra podría estar en contra de que hoy se requieren esfuerzos y rápidos acuerdos políticos en materias de Ingreso Familiar de Emergencia. Sin embargo, nunca tenemos el momento indicado para hablar de nuestro modelo de desarrollo. En tiempos de bonanza optamos por no afectar el crecimiento, y cuando entramos en una crisis el tema no es una prioridad frente a la emergencia. De esta manera, el llamado de atención hoy es que aprovechemos esta oportunidad para reactivar y reindustrializar nuestra economía como una solución de largo plazo y sostenible. De contrario seguiremos dependiendo de la capacidad para financiar instrumentos de corto plazo, que no asegura el bienestar de las generaciones futuras.

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