Las consecuencias emocionales y el estrés postraumático que podría dejar el coronavirus en los pacientes
La incertidumbre de la pandemia afecta de distinta forma a las personas que vivieron la enfermedad. La contención y la ayuda de especialistas es clave para superar los problemas.
La pandemia del coronavirus está dejando diversas consecuencias, entre ellas emocionales, las que pueden ir desde una desregulación pasajera hasta un cuadro de estrés postraumático más severo, en los pacientes recuperados.
Aunque cada persona aborda las situaciones de forma diferente, como es el caso de una dolencia totalmente desconocida y letal, lo que hace que quienes la sufren puedan sufrir algunas secuelas, las que pueden extenderse por un tiempo breve o de forma más extensa.
Rocío Amaya, psicóloga del área psicosocial de la Mutual de Seguridad, ha visto las reacciones de los enfermos que superaron el COVID-19, quienes tienen que pasar por un complejo proceso de recuperación que va más allá de lo físico.
En conversación con EL DÍNAMO, la experta afirmó que tanto las personas que tuvieron síntomas leves como quienes sobrevivieron tras estar en condición crítica tienen diferentes formas de abordar los sucesos. La profundidad de este desbalance emocional podría necesitar desde contención emocional de los cercanos hasta una ayuda profesional urgente.
La recuperación completa
Para Rocío Amaya, “es malo patologizar” los efectos emocionales de haber pasado por una enfermedad como el coronavirus, pero señaló que es importante mirar algunas señales o síntomas psicológicos que podrían ser definidos como estrés postraumático.
“Cuando hablamos de una pandemia como ésta entendemos que es algo que se presenta de una manera súbita e inesperada, entonces es normal que las personas puedan presentar todos tipo de emociones. No todo estrés es dañino, pero cuando éste no me permite seguir con mis rutinas y presenta desbordes es algo más preocupante”, aseguró.
La especialista afirmó que el estrés postraumático se puede presentar cuando por más de un mes se manifiestan reacciones que salen completamente de lo habitual como la ansiedad, nerviosismo, irritabilidad, cambios bruscos de ánimo, tendencia al llanto, cambios en los patrones de comportamiento, dificultades en el sueño (pesadillas), alteración en la alimentación, concentración, inseguridad en las decisiones y flashbacks repentinos de las situaciones traumáticas, entre otros.
“Muchas veces ocurren bloqueos a la hora de tomar decisiones y complicaciones en las relaciones interpersonales”, agregó.
Amaya señala que si este cambio de comportamiento, que va más allá del susto de haber pasado por una enfermedad severa, sigue por varias semanas, se debe consultar con un especialista en salud mental, que le permita guiar de mejor forma sus emociones.
Los pacientes leves y graves
Los pacientes leves o asintomáticos de coronavirus no tienen mayores problemas físicos, pero sí podrían quedar con ciertas secuelas emocionales. Quienes estuvieron graves y cerca de la muerte, en tanto, se enfrentan a un verdadero punto de inflexión de sus vidas.
La psicóloga, que en su trabajo en la Mutual de Seguridad ha atendido a recuperados de COVID-19 bajo estas dos condiciones, señala que hay ciertos elementos particulares en cada una de ellas.
“Quienes fueron asintomáticos generalmente tienen ansiedad y preocupación por un escenario de incertidumbre total, donde no tienen el control. Algunos también sienten angustia y culpa de haber contagiado a alguien más”, señaló.
En el caso de los graves, la especialista afirmó que “para muchos la cercanía con la muerte implica un cambio total en sus prioridades de vida, se acercan más a su familia, toman un ritmo de vida más saludable”.
Consejos para superar el estrés del COVID-19
La psicóloga afirmó que más allá de la detección de un eventual estrés postraumático tras el coronavirus, lo más importante es la contención emocional y entender que las personas reaccionan de formas diferente dependiendo de su formación.
“Lo más importante cuando se sale de una hospitalización es el tiempo para la recuperación emocional, porque con estas enfermedades se muestra nuestra fragilidad“, afirmó.
En cuanto a la compañía que se le debe hacer a los recuperados, Amaya afirmó que “es súper importante contar con alguien con quien se pueda hablar y no juzgue, que no diga qué se pudo haber hecho o no, si pudo contagiar a alguien más y que haga sentir al paciente culpable”.
La psicóloga señaló además que algo fundamental es el respeto del duelo ante la pérdida de cercanos que también resultaron infectados.
La expresión de los sentimientos también es una buena forma de mejorar el estado emocional de quienes estuvieron contagiados. “No todas las personas pueden establecer una conversación, pero se pueden expresar de muchas maneras, con el arte, por ejemplo”, detalló.
Las secuelas físicas de COVID-19 también son parte de este proceso. En este caso la experta afirmó que se debe tomar un estilo de vida saludable y estar consciente del estado en el que quedó el cuerpo.
“Hay que ir adaptando el proceso de cambio en el cuerpo de forma gradual, no caer en la autoexigencia. No hay que pensar que una vez dado de alta se vuelve a la normalidad de inmediato. Todo vuelve a funcionar de a poco. Muchos pacientes aún siguen con problemas para respirar y creen que se van a morir, y se exigen más para volver a la normalidad. Se deben respetar los tiempos”, dijo.
Otro consejo para enfrentar esta crisis es no consumir drogas, ya que estas pueden generar una evasión temporal de la realidad pero no solucionan los traumas de fondo que deja la enfermedad.