180.000 niños invisibles
Saber que existen 180.000 niños fuera del sistema escolar es un indicador de que para ellos la cuarentena podría estar siendo aún más difícil que para el resto de los escolares. Es más, las estadísticas descritas nos permiten especular que pueden haber algunos sufriendo lo peor de esta pandemia.
Pía Turner es Investigadora senior de Acción Educar.
En estos meses se han realizado distintas encuestas sobre cómo están viviendo la mayoría de los profesores, estudiantes y familias la educación a distancia, arrojando luces sobre el agobio, aburrimiento y ansiedad de muchos. No obstante, existen alrededor de 180.000 niños, niñas y adolescentes con los que el sistema educacional ha tenido poco o nulo contacto este año, y que, por lo mismo, es improbable que sean parte de estas encuestas virtuales o que su realidad se encuentre reflejada en alguna parte.
Y al ser estos estudiantes invisibles, de momento sólo podemos imaginarnos la realidad que viven, ejercicio en el que es útil considerar algunas de las estadísticas disponibles. Por ejemplo, los resultados de la última Casen arrojan que un 23% de los menores de 18 años viven en la pobreza multidimensional. Además, de los hogares con integrantes menores de 18 años del primer quintil de ingresos, el 58% declaraba haber presenciado o vivido en el último mes situaciones de consumo de drogas o alcohol o tráfico de drogas en el área de su residencia y el 49% de violencia, a la vez que el 18,5% declaraba que alguno de sus miembros había sufrido de un trato injusto o discriminatorio.
También, en un 13,4% de los hogares con niños y jóvenes se vive hacinamiento, un 6,2% carece de servicios básicos, un 14,1% de seguridad y un 34,5% de seguridad social. A las estadísticas anteriores podemos añadir que, de acuerdo un informe de la Unicef del 2012, un 10,8% de los alumnos de octavo básico de colegios municipales declaraba haber sufrido al menos una vez de abuso sexual, y el 50,4% de todos los encuestados de octavo básico que habían sido abusados sexualmente, habían sido víctimas de un familiar. Para muchos de los estudiantes de estos hogares, el salir al colegio implica un escape a otra realidad, donde hay almuerzo todos los días y existe una comunidad que apoye los en lo socioemocional.
Por supuesto, es posible que muchos de estos estudiantes vivan en familias amorosas en áreas relativamente tranquilas, y que la pandemia simplemente los haya privado de los medios para poder mantener contacto con el colegio. A su vez, también es posible que muchos de sus profesores no cuenten con los recursos (señal de internet o celular, habilidades tecnológicas o tiempo en el encierro) para comunicarse con todos sus alumnos. Aún así, mientras no lleguemos a esos estudiantes, no tenemos cómo saberlo, y arriesgamos a dejar completamente abandonados a los que más necesitan de ayuda externa a su hogar.
Saber que existen 180.000 niños fuera del sistema escolar es un indicador de que para ellos la cuarentena podría estar siendo aún más difícil que para el resto de los escolares. Es más, las estadísticas descritas nos permiten especular que pueden haber algunos sufriendo lo peor de esta pandemia.
Sin embargo, y a pesar de que muchas veces son los profesores quienes cuentan con la experiencia e información más acabada para “encontrar” a estos niños, los docentes ya han manifestado el estrés y agobio al que están sometidos, por lo que no podemos esperar que sean ellos solos los que se hagan cargo de esta tarea con la rapidez necesaria. Más bien, se hace urgente desarrollar medidas coordinadas entre los colegios, que debieran de tener la mejor información sobre quienes se encuentran excluidos, las municipalidades y todas las instituciones y organizaciones locales de apoyo para las familias, niños y adolescentes.