Terapia online en tiempos de pandemia: repensando la intimidad terapéutica
Esta ventana a su realidad cotidiana, que generalmente resulta completamente diferente a lo que nos pudimos imaginar, es una puerta de entrada a un mundo de experiencias y significados que son relevantes para comprenderles mejor.
Javiera Duarte es Académica Facultad de Psicología UDP Investigadora Centro de Estudios en Psicología Clínica y Psicoterapia (CEPPS) UDP
El brote epidémico de la enfermedad COVID-19 y su rápida conversión en pandemia mundial ha impactado nuestra manera habitual de hacer las cosas en prácticamente todos los ámbitos de la vida cotidiana. Nuestra flexibilidad y capacidad de adaptación han sido puestas a prueba, ya que hemos debido realizar modificaciones en nuestros estilos de vida, que nunca antes creímos posibles.
Para quienes ejercemos el trabajo clínico y psicoterapéutico, estas modificaciones no han sido una excepción. Curiosamente, a pesar de lo que uno podría pensar, atender de manera remota y por medio plataformas online -algo que era impensado para muchos/as psicólogos/as-, hoy se ha vuelto una posibilidad incluso más allá de la pandemia. Más aún, muchos/as psicoterapeutas se han preguntado si será posible cambiar de manera más permanente sus oficinas por una buena conexión a internet.
Si bien existen estudios que han señalado que la efectividad de la terapia online es similar a la presencial, cabe preguntarse por un aspecto fundamental de nuestro trabajo que pareciera ser más difícil de lograr bajo esta modalidad: ¿qué pasa con la intimidad terapéutica?
Para Patricio Olivos, psiquiatra y psicoterapeuta chileno, intimidad significa tener conciencia de la realidad más profunda de una persona, siendo lo que se revela un conocimiento privilegiado por la privacidad de una relación interpersonal, que normalmente se oculta en el ámbito de lo público.
En psicoterapia, la revelación de la intimidad de el/la paciente es importante puesto que le posibilita compartir aspectos significativos de si mismo/a y establecer una cercanía emocional con su terapeuta. Además, contribuye a la experiencia de sentirse conocido/a y validado/a por un otro, lo que según Reis y Shaver es una característica central de una interacción íntima.
En ese sentido es posible pensar, que la terapia online no solo hace posible que el/la paciente se revele a través del contenido que trae a sesión, sino también al inundarse la pantalla por sus vidas cotidianas -su pieza, sonidos de su entorno, interrupciones de otros-, el paciente nos otorga sin quererlo, acceso a su espacio más íntimo y personal.
Es difícil, por mucho que nos lo hayan contado, imaginarnos como es la vida de nuestros pacientes fuera de la consulta, pero esta ventana a su realidad cotidiana, que generalmente resulta completamente diferente a lo que nos pudimos imaginar, es una puerta de entrada a un mundo de experiencias y significados que son relevantes para comprenderles mejor.
Otras componentes de la intimidad terapéutica que menciona Patricio Olivos y que también parecieran conseguirse mediante esta modalidad, son la escucha, la empatía, la respuesta percibida de el/la paciente y la auto-revelación de el/la terapeuta. Si bien este último punto es controversial y no necesariamente genera consenso entre terapeutas, es interesante pensarlo en este contexto particular.
Ahora, la auto revelación de el/la terapeuta pareciera inevitable en muchos sentidos, al tener que cambiar la privacidad y tranquilidad de nuestras oficinas por algún espacio al interior de nuestros hogares, entre las tareas, el almuerzo y el desorden. De esta manera, al igual que nuestros pacientes, también les otorgamos una pequeña ventana hacia nuestra vida cotidiana y nuestra intimidad, pudiendo ellos/as ser testigos de aspectos nuestros que solo ofrecemos a los/las que consideramos suficientemente cercanos/as para abrirles nuestra puerta.