Regreso a Clases Seguro: una decisión que debe ser planificada con anticipación
Las acciones que se han visto y se recomiendan muestran más deseo que resultado. La vuelta a clases puede ser mañana, el próximo semestre o el 2021, pero el trabajo de los posibles escenarios, “se debe realizar ahora”: ya sea en un escenario presencial, semi presencial o a distancia.
Luis Carrasco es Académico de la Escuela de Prevención de Riesgo y Medioambiente de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM)
Frente a un escenario cambiante e inseguro, la principal preocupación para todos debe ser la salud, la vida humana. Sin embargo, el deseo de normalidad, de terminar con la cuarentena, con las restricciones, nos hace olvidar que el COVID-19 es un virus altamente contagioso y que puede provocar la muerte. Al no tener una vacuna para combatir el virus, y al no tener un tratamiento que permita asegurar la vida, esto se traduce en un panorama incierto en los resultados y en el tiempo que estemos sometidos a esta enfermedad.
Tal como se proyecta el desarrollo de esta pandemia, supone que en lugares geográficos abiertos donde se ha perdido la trazabilidad, y el control de la expansión del virus, como es caso de la Región Metropolitana y otras ciudades de Chile, la vuelta a la normalidad será aún más difícil, aun cuando la curva de contaminación sea aplanada, porque bastará que uno o un porcentaje bajo de personas contaminadas con COVID-19, para el número de personas enfermas aumente vertiginosamente aun existiendo la ansiada vacuna, que no llega.
De tal modo, que es del todo posible que cuando tengamos cifras felices (las que la autoridad establezca, como cifras adecuadas), el gobierno empuje a la normalidad, como ha sucedido en muchos países con atisbos de normalidad y deseos de mejorar índices económicos y encuestas desfavorables.
Pues, uno de los puntos de atención, cuando abracemos la ansiada normalidad, serán los colegios, y todas las instituciones de educación; desde la educación pre básica a la educación superior. Serán lugares necesarios no sólo por lo que entregan o forman, sino además porque son soporte para el ordenamiento de la familia, mientras los padres trabajan.
Como dice el refrán: “el deseo hace hermoso lo feo”. Las acciones que se han visto y se recomiendan muestran más deseo que resultado. La vuelta a clases puede ser mañana, el próximo semestre o el 2021, pero el trabajo de los posibles escenarios, “se debe realizar ahora”: ya sea en un escenario presencial, semi presencial o a distancia.
En todos estos posibles escenarios y en la articulación de ellos (incluyentes), todas formas que deberán estar en condiciones de ser aplicadas en la nueva realidad, considerando normas estrictas de seguridad, presencialidad restringida y priorización curricular.
Las medidas y acciones para hacer frente al COVID-19 pueden parecer genéricas, pero son caso a caso, las medidas para la enseñanza pre básica, básica, media y enseñanza superior tienen similitudes, pero tienen diferentes énfasis y la puesta a punto requiere de mucha gente preparada, bajo rigurosos estándares de control, con procedimientos y protocolos validados para cada realidad, “cada institución de educación será un caso especial”.
Los aspectos que debemos tratar de forma rápida y oportuna son múltiples: procedimientos, condiciones físicas de los establecimientos, sistemas de control, de aseguramiento de la calidad, sistemas de limpieza, docencia segura, capacitación, entrenamiento, etc.
Las decisiones que ya se están tomando en relación con la apertura de las escuelas en algunos países (Alemania, China, Dinamarca, por ejemplo) muestran que es del todo impensable que en la reapertura se recuperen los horarios y las agrupaciones de estudiantes que existían anteriormente. Las restricciones relativas a la distancia física entre estudiantes se traducirán en el desdoblamiento de grupos e, inevitablemente, en la reducción del número de horas presenciales por grupo, lo que va de la mano con la priorización curricular.
Este mismo tratamiento caso a caso, de los establecimientos educacionales y comunidades educativas, supone un trabajo minucioso al detalle, de lo contrario el costo de una muerte de un niño, un joven, un funcionario o un docente, deberá adjuntarse a la factura de quienes estimaron, que era más importante volver clases, que la vida humana de los que debían asistir; o de aquellos que. al momento de tomar medidas, traducen todo a: distancia física, mascarilla y alcohol gel. Las mismas instrucciones genéricas que hoy tenemos sin protocolos y controles estrictos que generan como resultado más gente contaminada y más muertos.
Para tener un regreso a clases seguro, se requerirá de la anticipación de un plan bien pensado y conocido por la comunidad, del trabajo serio de estamentos a cargo de la educación y de las comunidades educativas, trabajo que debe ser apoyado con especialistas en gestión del riesgo de forma prolija; porque no existe margen de error, de lo contrario viviremos un escenario de contradicciones y de vueltas atrás, con costos altísimos como sería perder una vida por querer la normalidad.