Educación sin fronteras en América Latina
Es urgente mantener un diálogo fluido entre nuestras autoridades si realmente queremos mantenernos unidos y promover una colaboración radical que garantice el derecho a la educación, sin fronteras.
Matías Reeves es Presidente Directorio Fundación Educación 2020.
En casi todo el mundo se cerraron las escuelas dejando a más de mil millones de estudiantes afectados -el 67% de la matrícula mundial según la Unesco- debido a la pandemia. Si bien en algunos países ha comenzado el retorno a clases presenciales, para gran parte de América Latina y el Caribe esa es una posibilidad todavía algo difusa y lejana, con más de 170 millones de niños y niñas sin asistir a sus aulas actualmente.
Los desafíos de continuar entregando alimentación escolar y lograr aprendizajes a distancia sin haber tenido las condiciones y recursos para ello, sumado a la vital necesidad de acompañamiento emocional, son de los retos más grandes de nuestros tiempos. Esta pandemia está obligando a hacer frente a una silenciosa crisis educacional que aún no estamos pudiendo dimensionar, que se suma a los 83 millones de personas que caerán en pobreza extrema en la región de acuerdo con Cepal.
Debido a esta urgente situación, hace unos días se realizó el segundo encuentro de ministros de Educación de América Latina, organizado por la Red Latinoamericana por la Educación (Reduca), de la cual Educación 2020 es organización fundadora y representante en Chile, en coordinación con el Ministerio de Educación de Ecuador y con el apoyo del BID.
Este encuentro tuvo como propósito dialogar sobre las mejores prácticas y experiencias educativas frente a la emergencia sanitaria mundial y analizar los desafíos de la región en este contexto. Además del valor en sí mismo de compartir experiencias, hubo tres temáticas que desde Educación 2020 destacamos.
En primer lugar, y aunque pueda parecer una obviedad, a lo largo del diálogo se remarcó la importancia de la familia en este difícil proceso y la oportunidad de hacer de esto un acercamiento real entre familia y escuela. La pandemia en ese sentido está haciendo carne que acá el trabajo es y debe ser siempre mancomunado, con todos los recursos disponibles y con generosidad extrema en virtud de ofrecer herramientas, conocimientos y habilidades a las y los estudiantes. En este sentido, se abre la oportunidad para reflexionar, construir y avanzar hacia un sistema educativo más resiliente, capaz de transformarse y adaptarse a los desafíos de los nuevos tiempos, y en eso, la escuela juega también un rol fundamental.
Se destacó, además, lo fundamental que es considerar a los gobiernos locales y sus realidades regionales al momento de cualquier decisión de retorno a clases presenciales. En esta línea, se manifestó la convicción de que, al momento de regresar físicamente a la escuela, esto será de manera gradual y hacia un modelo híbrido, en que se entrelace la formación presencial con la virtual.
Por un lado, esto podría facilitar el desarrollo de la autonomía de los y las estudiantes en la búsqueda de su propio ritmo de aprendizaje y, por otro, desmitificaría que la situación en la que nos encontramos eliminaría el encuentro social en el futuro, avanzando a un nuevo modelo exclusivamente online. Sobre esto último, es justo ahora en que debemos reivindicar el valor del encuentro y de compartir, ya que la educación no es sólo leer un texto en internet, sino que es compartirlo, debatirlo y desafiar puntos de vistas, y en ese proceso, encontrarnos unos con otros.
Por último, se compartieron experiencias sobre la urgencia de contar con mejores condiciones de conectividad, donde algunos países lograron avanzar radicalmente gracias a alianzas entre el gobierno y empresas de telecomunicaciones. Se destacó en especial la relevancia de la televisión y la radio como recursos educativos, aspectos mucho más fuertes en otros países que en nuestro país, a pesar de que TV Educa Chile se ha convertido en una buena experiencia nacional.
Por cierto, todos estos recursos tecnológicos son necesarios, pero nunca como lo serán como nuestros maestros y maestras que han debido cambiar de la noche a la mañana sus formas de trabajo y convertirse en uno de los pilares fundamentales de apoyo emocional de las familias latinoamericanas.
Un espacio de diálogo de esta envergadura es, sin duda, un logro y un orgullo para Reduca, pero en especial es una buena señal el que los gobiernos muestren la disposición de enfrentar esta crisis compartiendo aprendizajes. Aún hay muchos temas pendientes de abordar, por lo que es urgente mantener un diálogo fluido entre nuestras autoridades si realmente queremos mantenernos unidos y promover una colaboración radical que garantice el derecho a la educación, sin fronteras, a cada niño, niña y joven, y asegure la paz de los pueblos y mentes de nuestra bella América Latina.