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Actualizado el 24 de Noviembre de 2020

Buenas prácticas, mejores oportunidades en Educación Técnico Profesional

A nivel general, aumentan los liceos TP que trabajan en alianza con instituciones externas para fortalecer la calidad de la enseñanza, demostrando un avance importante en prácticas de mejoramiento institucional.

Por Claudia Peirano
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Claudia Peirano es Grupo Educativo

La pandemia está generando un impacto muy duro en el empleo, afectando especialmente a las personas jóvenes, a las mujeres y a quienes están en peor situación socioeconómica. De acuerdo con la encuesta del Centro de Microdatos, el desempleo para para los jóvenes entre 20 y 24 años alcanzó el 27% en la Región Metropolitana durante junio.

La magnitud de la crisis requiere innovar en todos los frentes para poder proteger las trayectorias laborales y formativas de los jóvenes. En este escenario, la educación técnico profesional se presenta como una oportunidad atractiva para miles de jóvenes. Diferentes estudios señalan que las especialidades ligadas a las tecnologías, salud y mantenimiento mecánico, entre otras, están teniendo alta demanda y buenas condiciones de empleabilidad.

Profesionales técnicos con capacidad de resolver problemas a través de soluciones innovadoras están hoy día permitiendo que sigamos conectados, que se potencie el comercio en línea o que se mantenga la producción alimentaria. No es casualidad que varios liceos técnico profesionales del país hayan puesto sus capacidades al servicio de la comunidad innovando con distintos modelos de protectores faciales.

Para que estas oportunidades se multipliquen es necesario avanzar en calidad de la educación técnica replicando las buenas prácticas pedagógicas que permiten potenciar alianza con empresas y sectores productivos. Un circulo virtuoso que abre alternativas a los jóvenes, pero también a las empresas que contarán con colaboradores mejor preparados para enfrentar contextos desconocidos.

Un estudio realizado por Grupo Educativo en 182 establecimientos educativos de las regiones de Antofagasta, Maule y Metropolitana nos ha permitido identificar un conjunto de buenas prácticas que están sirviendo de inspiración para otras comunidades educativas.

A nivel general, aumentan los liceos TP que trabajan en alianza con instituciones externas para fortalecer la calidad de la enseñanza, demostrando un avance importante en prácticas de mejoramiento institucional. Es así como un 89% declaró mantener vínculos estables con el sector productivo y un 71% declaró contar con al menos un convenio con una institución de educación superior.

La relación con las empresas se traduce principalmente en visitas o pasantías de los estudiantes, en charlas formativas o de orientación para los estudiantes, aportes en insumos o equipamientos para el liceo y capacitación docente. Concretamente, En Antofagasta y Maule destacan también los convenios de formación dual, que permiten que los estudiantes realicen parte de su formación en las empresas, bajo la tutela de un maestro guía. Por otra parte, la vinculación con instituciones de educación superior está asociada a convenios para el reconocimiento y convalidación de los aprendizajes de educación media, trabajo conjunto en el marco del Programa de Acompañamiento y Acceso Efectivo a la Educación Superior (PACE) y distintos tipos de cupos y condiciones preferenciales de acceso. Ello es especialmente relevante en la perspectiva de ir fortaleciendo trayectorias profesionales que permiten a los jóvenes ir avanzado en una formación en un proceso de más largo aliento.

Las buenas prácticas seleccionadas dan cuenta de visiones innovadoras, del compromiso docente y del interés por fortalecer las trayectorias educativas y laborales de sus estudiantes. A modo de ejemplo, estas estrategias para fortalecer las competencias de los estudiantes incluyen la implementación del aprendizaje basado en proyectos; el trabajo conjunto de las materias técnicas y de formación general; talleres especiales para permitir la formación práctica de estudiantes con discapacidad; y certificaciones valoradas en el mundo laboral para los estudiantes. Un paso fundamental para cerrar esta secuencia es viralizar estas buenas prácticas no solo para reconocer a sus protagonistas, sino para inspirar y movilizar a otros establecimientos educacionales.

Los desafíos que nos deja este ejercicio apuntan en primer lugar a la necesidad aumentar la capacidad de medir los resultados de estas buenas prácticas de manera sistemática, mejorando la posibilidad de sistematizarlas. Asimismo, se deben multiplicar las instancias en que los liceos TP puedan compartir sus buenas prácticas dentro del ecosistema productivo del país para la próxima década.

Esta sistematización realizada en el marco del proyecto Futuro Técnico del Ministerio de Educación, espera ser un aporte para difundir buenas prácticas TP y animar a todos los liceos TP del país a seguir innovando de manera sistemática para generar mejores oportunidades a sus estudiantes y para potenciar las redes de colaboración entre pares. El éxito de estas buenas prácticas será un aporte al futuro de miles de jóvenes, de sus familias y de nuestro desarrollo económico y social.

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