Educación: no se escucha hablar del pensamiento crítico
Si bien está considerado como uno de los objetivos transversales de la educación en casi todos los países del mundo, pocos son los que le dan la importancia que se merece.
Marcelo Trivelli es Ex intendente de Santiago. Presidente de la Fundación Semilla
Las autoridades de educación siguen presionando por el regreso a clases presenciales porque niñas, niños y jóvenes están dejando de aprender materias y contenidos consideradas esenciales. “Expertos” compiten por determinar cuánto dejarán de aprender y pocos se preocupan del desarrollo del pensamiento crítico.
Pensamiento crítico es contar con las habilidades de observación, de hacer preguntas, de razonar de manera lógica y ordenada, de levantar variadas respuestas, de evaluar y de decidir o llegar a una conclusión. Es también, al final del proceso, atreverse a pensar de una manera diferente a lo que está normalizado o que parece obvio.
En tiempos de clases presenciales y ahora con la educación a distancia, seguimos sin escuchar hablar (ni menos de priorizar) sobre el desarrollo del pensamiento crítico. Si bien está considerado como uno de los objetivos transversales de la educación en casi todos los países del mundo, pocos son los que le dan la importancia que se merece.
La educación no incentiva el pensamiento crítico en el contexto escolar, ni en el aula ni fuera de ella. No existen programas para devolver a las y los estudiantes la curiosidad que traen al ingresar a la escuela; peor aún la excesiva atención y priorización en aprender contenidos, va marchitando la curiosidad y la creatividad a medida que van pasando de curso.
Pareciera ser cierto que es más fácil y más cómodo poner los incentivos en el rendimiento en pruebas estandarizadas o imponer disciplina por la vía de reglamentos o leyes, como es el caso de la mal llamada ley “Aula Segura”, en vez de apuntar al desarrollo humano. Afortunadamente, para muchos niños, niñas y jóvenes la escuela ya no es el único espacio de aprendizaje y de socialización y por ello hoy se atreven a leer, conversar, investigar, razonar, hacerse preguntas y cuestionar. La pandemia que trajo consigo la validación de la tecnología de comunicaciones, internet y redes sociales, les ha abierto un mundo nuevo de conocimiento, opiniones, puntos de vista diferentes, diversidad, etc. a millones de estudiantes en el mundo.
La generación de los jóvenes de hoy son la generación mejor preparada que ha tenido la humanidad a través de la historia. Las generaciones mayores no siempre opinan lo mismo porque les gustaría ver a jóvenes sometidos e iguales a ellos. Ejemplo de ello son las declaraciones de una ex autoridad quien dijo públicamente, ante el llamado de jóvenes a evadir el pago del metro de Santiago, que dio origen al estallido social de octubre de 2019: “Cabros, esto no prendió” u otros que no logran comprender la reacción juvenil a las restricciones de desplazamiento por la pandemia.
Mientras esto sucede, las autoridades de educación continúan presionando para regresar a las y los estudiantes a las aulas para evitar el peligro que significa que la sociedad esté integrada por personas capaces de pensar por sí mismos. Es por todo ello que en educación no se escucha hablar de pensamiento crítico.