Marisol Peña, ex presidenta del TC: si ocurre el fracaso de Islandia, habría “una tensión de incalculables proporciones”
Ocho años llevan estancadas las reformas constitucionales creadas en el país europeo tras una compleja crisis social.
Luego de los resultados obtenidos en el plebiscito donde las opciones del Apruebo y Convención Constitucional ganaron con un amplio margen, el proceso de Asamblea Constituyente vivido en Islandia debería ser mirado con atención.
Este país europeo comenzó un proceso de crisis social durante varios meses tras una compleja crisis financiera provocada por la especulación bancaria el año 2008.
Hasta ese momento, Islandia era uno de los 10 países más ricos del mundo según el PIB nominal per cápita y parecía un caso de éxito en todos los frentes. Sin embargo, la crisis social caló tan hondo que la pérdida de confianza en los líderes políticos y en las instituciones de gobierno entre los manifestantes y la población en general fue enorme.
Asamblea Constituyente en Islandia y Chile
Ante la compleja situación, a fines de febrero de 2009 se convocaron elecciones anticipadas para abril y el tema de una nueva Constitución, y una Asamblea Constituyente para Islandia, fue central.
Al año siguiente se dio inicio a la conformación de una Asamblea Constituyente y se eligió a mil personas, bajo ciertos criterios, que permitieron respetar la diversidad territorial y de género. Un caso muy similar al chileno que el domingo tuvo su primer capítulo con la culminación del plebiscito y el amplio triunfo del Apruebo.
“Me pareció un proceso impecable desde el punto de vista de la organización electoral y del mantenimiento del orden por parte de las Fuerzas Armadas a cargo de los locales de votación. Fue impresionante la participación ciudadana si consideramos que el sufragio era voluntario y estamos en plena pandemia”, señala la abogada y ex presidenta del Tribunal Constitucional, Marisol Peña, en conversación con EL DÍNAMO.
“El amplio margen de la opción apruebo y la decisión de ir a una Convención Constitucional íntegramente elegida es un motivo de reflexión para la clase política y para el tipo de democracia representativa que hemos tenido hasta ahora”, expresa la abogada.
En relación a las expectativas que se han creado en la población tras el triunfo del apruebo, la ex presidenta del Tribunal Constitucional, indica: “Para ser honesta, lo que más me preocupa son los comentarios que hace la ciudadanía sobre que ‘la educación por fin va a cambiar’ o que ‘tendremos un mejor sistema de salud’ para todos, ya que simplemente la redacción de un texto constitucional, por sí sola, no tiene la virtud de cambiar automática las políticas públicas. Creo que así como los partidos políticos e independientes empezarán hoy mismo a buscar candidatos a convencionales constituyentes hay una gran labor por delante en orden a explicar qué se puede esperar realmente de una Constitución y cuál es el contenido mínimo que no puede estar ausente del pacto social fundamental”.
El fallido proceso de Islandia
El proceso islandés comenzó con la elección de mil personas de todos los grupos etarios, a quienes reunieron en el llamado Foro Nacional. Ellos decidieron los valores para una nueva Constitución en un sólo día (6 de noviembre de 2010). Para calmar la oposición conservadora, el Parlamento de Islandia acordó nominar un “comité constitucional” de siete personas que prepararían los asuntos que debería encarar la asamblea.
Luego fueron elegidas 25 personas (10 mujeres y 15 hombres) de un total de 552. La mayoría de los elegidos tenía educación superior o cierto tipo de perfil público.
El Foro Nacional concluyó que la integridad y la honestidad deberían ser los valores fundamentales en Islandia, y que por lo tanto, debían tenerlos particularmente los políticos y los empleados públicos.
Asimismo, se indicó que en los colegios los niños deberían recibir clases de ética desde muy pequeños y que los recursos naturales sin dueños privados deberían ser nacionalizados.
La propuesta constitucional fue finalmente aprobada por un referéndum el año 2012, con el 66% de aprobación sobre una tasa cercana al 50% de participación. Sin embargo, hasta el día de hoy, el Parlamento no lo ratifica.
Esto porque, según la conformidad a las reglas constitucionales de Islandia, una vez aprobadas las reformas, el Parlamento debe disolverse, convocar a nuevas elecciones y una vez constituido el nuevo Congreso, votar las reformas aprobadas.
Las lecciones que deja Islandia
“El proyecto de reforma constitucional fracasó en Islandia por falta de aprobación del Parlamento. En Chile, se pueden adoptar varios mecanismos del proceso de ‘constitucionalismo participativo’ que se vivió en Islandia como la existencia de una vía para comunicarse con la ciudadanía y recibir sus inquietudes a través de redes sociales, así como audiencias públicas en que determinados sectores de la ciudadanía expongan su mirada sobre contenidos deseables en la Constitución”, manifiesta la abogada Peña.
“Si, pese a todo ello, no se logra el consenso entre las distintas fuerzas presentes en la Convención y no se logra tener el proyecto de Nueva Constitución dentro del plazo previsto o si éste es rechazado por la ciudadanía, porque no la interpreta, la solución está prevista en la Carta: sigue rigiendo la actual Constitución, lo que, estimo, sería una fuente de tensión dentro del sistema político de incalculables proporciones”, advierte la ex presidenta del Tribunal Constitucional.
“Creo que los partidos políticos en Chile van a seguir jugando un gran rol en levantar candidatos, lo que ojalá no signifique que se exprese su particular posición, porque lo que la ciudadanía ha votado ayer es que a quien quiere escuchar es a sus propios miembros“, afirmó la abogada.