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Actualizado el 27 de Noviembre de 2020

Efecto Maradona

La tragedia conmovió hasta sus cimientos el sentimiento de los argentinos, también de mexicanos y napolitanos, así como en casi todo el planeta.¿Es necesario saber de fútbol para analizar este efecto? Al parecer, no, porque sin duda el hecho es trascendente.

Foto Agencia Uno.
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Alberto Sato

Alberto Sato es Académico de la Facultad de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad Diego Portales.

No sólo consternación por la repentina muerte del futbolista más apreciado del mundo, querido por multitudes, que siquiera los periodistas argentinos, incólumes ante cualquier desgracia por razones profesionales, pudieron contener el llanto ante las cámaras. En efecto, la tragedia conmovió hasta sus cimientos el sentimiento de los argentinos, también de mexicanos y napolitanos, así como en casi todo el planeta.

¿Es necesario saber de fútbol para analizar este efecto? Al parecer, no, porque sin duda el hecho es trascendente, salvo la consideración que el fútbol, como decía un célebre relator argentino es “pasión de multitudes”, y se podría aclarar que si bien es una pasión transversal, está fuertemente arraigado en los sectores populares, desde donde emergen las figuras más célebres del deporte: es como la puerta más brillante y soñada para salir de la pobreza.

Sucedió que en 1982, la dictadura militar argentina -su peor momento, según dicen-, en un acto desesperado por recuperar su poder, invadió las Islas Malvinas. Todos conocen el desenlace militar: Margaret Tatcher -también en su peor momento-, tuvo la oportunidad de recuperar el cargo de primer ministro de la Corona Británica y emprendió con todo su poder militar contra las fuerzas armadas argentinas, cuya tradición reciente era la de arremeter contra civiles con desapariciones, ejecuciones sumarias y torturas: la inevitable derrota argentina tuvo un balance de 650 soldados muertos y 1.180 heridos, según datos oficiales.

La humillación de los argentinos fue profunda y los excombatientes quedaron en el desamparo y como siempre sucede, sufrieron los pobres, aun así, continuaron aferrándose a su pasión deportiva. Transcurrieron 38 años de esa guerra y significa que buena parte de la población adulta argentina, vivió esta guerra y las vicisitudes de este héroe nacional llamado Diego Armando Maradona.

En 1986 se celebró la XIIIª edición del campeonato mundial de fútbol en México, y Maradona hizo un gol maravilloso. Allí drenaron las emociones más profundas de los argentinos: Maradona hizo dos célebres goles que le dieron el triunfo a su país frente a Inglaterra por 2 a 1 en cuartos de final. El primero fue muy controversial, decían que fue “la mano de Dios”, señal de picardía; y el segundo, después de superar a seis jugadores ingleses, hizo ese gol reconocido como “El mejor gol del siglo”.

Para los argentinos, Maradona fue el que ganó el campeonato mundial de 1986, cuatro años después de la humillante derrota de las Malvinas. Fue una reivindicación. Los argentinos habían recuperado su dignidad a través del fútbol y si bien el héroe fue víctima de sus propios éxitos, quedó fuertemente grabado en el imaginario popular la figura del héroe surgido de la pobreza de la periferia argentina, valiente y querendón, mostrando con orgullo sus virtudes y sus vicios, sin ocultamientos, hablando de frente, sin temor a las represalias porque como héroe se sentía invencible, un ángel vengador. Maradona, él solo, derrotó a los ingleses.

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