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Actualizado el 4 de Diciembre de 2020

Sonó la campana: generación 2020

A pocos días de que los estudiantes de 4º Medio terminen su año regular, vale la pena preguntarse – con gran honestidad, por cierto – si, ¿estuvimos a la altura de sus necesidades y expectativas en este, su último y más desafiante año escolar?

Por Roberto Bravo
Foto Agencia Uno.
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Roberto Bravo

Roberto Bravo es Director del Colegio Inglés de Talca

¿Usted se acuerda cómo fue su último día en el colegio? Seguro que sí. La noche anterior a salir de 4º Medio, nos fuimos todos a dormir a la casa de Pablo. Él era el compañero al que siempre le daban permiso para alojar a cuanto personaje quisiera. Era una noche especial, al día siguiente viviríamos el que sería nuestro último día de clases.

Temprano por la mañana, uno a uno, fuimos saliendo rumbo a nuestro colegio. Al llegar, lo que ninguno de nosotros se hubiese imaginado: dos inspectores cerrando el portón e impidiendo nuestra entrada, porque no estábamos con el uniforme. De nada sirvieron los aireados reclamos y perspicaces intentos por abrir la puerta. Nada podíamos hacer. Luego de un rato, 35 resignados compañeros figurábamos sentados en la vereda de enfrente, escuchando como nuestra vieja campana – esa que se ubicaba frente a inspectoría – daba el inicio al que se suponía iba a ser nuestra última jornada.

Hoy, 21 años después, poco importó no haber entrado a esa jornada final. Esa historia se convierte en una anécdota más de lo que fue nuestro último año en el colegio que estuvo lleno de hitos y momentos memorables. Recuerdos imborrables que atesoramos con gran cariño. Sin embargo, la mayoría de los estudiantes de la generación 2020, quienes están ad portas de terminar su vida escolar en estos tiempos de pandemia, no lo podrán contar.

No cabe duda que este ha sido uno de los años más difíciles para nuestro sistema educativo. La pandemia ha exacerbado brechas existentes, ha puesto a prueba nuestra capacidad de adaptarnos al cambio, y ha impedido que muchos niños, niñas y adolescentes, logren seguir aprendiendo y experimentar el resguardo que las escuelas proveen, tanto por falta de condiciones sanitarias como por voluntad política en algunos casos.

Andreas Schleicher, director de Educación y Habilidades de la OCDE, señaló -en una nota en El Mercurio- que se perderán por lo menos tres a cinco meses de aprendizaje efectivo en Chile. Afortunadamente, la mayoría de nuestros escolares tendrán el tiempo necesario para recuperarse. Lo que no se pudo profundizar este año, se trabajará el próximo, tal como se ha dicho en reiteradas ocasiones. Pero, ¿cuál es la situación de los estudiantes de 4º Medio?

Esta es una pregunta concerniente a cada comunidad educativa, la cual podemos responder con otra interrogante: durante este 2020, ¿hemos hecho todo lo posible por brindar las oportunidades, experiencias y recuerdos que atesorarán por siempre estos futuros egresados?

No siempre podemos darnos el lujo de esperar a las autoridades de turno, a los gremios y sostenedores para que nos ayuden a responder este tipo de preguntas. Lamentablemente, muchos de estos actores han estado más preocupados del cálculo político y permanecer en balcanizadas posturas, que de permitir las condiciones reales para abrir un diálogo fecundo y encontrar respuestas contextualizadas y significativas para cada comunidad.

A veces, se necesita reunir a los tuyos y hacer que las cosas sucedan. ¿Podemos generar un sistema de turnos para que estos jóvenes puedan practicar la Prueba de Transición (PDT) con lápiz y papel?, ¿qué tal si sólo regresamos con ellos dividiéndoles en grupos y jornadas para que se despidan de su escuela?, ¿y si juntamos firmas para presionar al alcalde que pareciera estar más preocupado de las votaciones de abril, que de lo que pase con estos jóvenes (con razón ansiosos, expectantes y preocupados) futuros exalumnos?

Estar en 4° medio debe ser una de las etapas más significativas de la experiencia escolar. Es, precisamente en este nivel, donde se viven los últimos momentos junto a compañeros de años, y se debe comenzar a tomar decisiones para la vida adulta que vendrá fuera de las murallas protectoras de la escuela. La mística y complicidad que se genera en este nivel han sido extirpadas sin aviso producto de la pandemia. ¿Cómo nos hubiésemos sentido usted y yo, si el último año que tanto esperamos como estudiantes, hubiese sido prácticamente cancelado? Y no sólo eso, además cambios en la Prueba de Transición Universitaria, que debieron ser preparados con clases a distancia, sin espacios físicos para socializar y viviendo una incertidumbre global?

Los liceos, escuelas y colegios que decidieron y pudieron regresar, han desarrollado estrategias contextualizadas. Probablemente, no exentas de equivocaciones, pero que les han dado sentido y han podido ir avanzando cada uno de acuerdo a un plan que se adapte a su propia realidad, otorgando poco a poco confianza en las comunidades, en tiempos donde la incertidumbre es la regla. De esta forma, cuando la evidencia nacional e internacional es tan distinta como contradictoria, no queda más que preguntarse: ¿qué nos hace sentido a nosotros? Es decir, lo que otorga confianza a la comunidad. Porque lo que resulta en La Araucanía, no es necesariamente replicable en Peñalolén o Alto Hospicio. Pero una cosa es cierta, no basta solo con hacer estos cuestionamientos, se necesita voluntad y decisión para actuar.

A pocos días de que los estudiantes de 4º Medio terminen su año regular, vale la pena preguntarse – con gran honestidad, por cierto – si, ¿estuvimos a la altura de sus necesidades y expectativas en este, su último y más desafiante año escolar? Quizás no haya que esperar a marzo para levantar estas interrogantes y reflexionar con la distancia necesaria, tal vez, aún estamos a tiempo para que puedan escuchar una vez más, dentro las murallas que los cobijaron por más de 12 años, aquella vieja campana que los vio crecer.

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