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Actualizado el 19 de Enero de 2021

Comunicación de Riesgo para enfrentar el alza de contagios por COVID

En esta alarmante alza de contagios, urge implementar una nueva estrategia de comunicación de riesgos que permita mitigar el peligro, informar claramente y persuadir a la población respecto del autocuidado.

Foto Agencia Uno.
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Maritza Blanco

Maritza Blanco es Periodista y especialista en Comunicación Estratégica

En pleno verano y con un alza alarmante de contagios en Chile, ya se habla de rebrote y cifras que están cercanas a las de junio del año pasado con casi 4.000 contagios diarios en el país. Las causas son diversas, pero claramente la movilidad nacional e internacional producto de las vacaciones, las aglomeraciones y las constantes fiestas clandestinas han sido variables que inciden en la cadena de contagio.

Si a esto sumamos que el personal de salud está mental, física y emocionalmente agotado, que la infraestructura hospitalariaestá cada vez más escasa por el aumento sostenido de casos, el panorama se vuelve más grave.

En este contexto, el concepto de comunicación de riesgo busca aminorar conductas arriesgadas y enfocar el mensaje de manera más efectiva en la población para persuadir su comportamiento, y así esta emergencia de la pandemia no se convierta en un desastre sin retorno.

Y partamos diciendo que la comunicación de riesgo se utiliza cuando se requiere un preparativo previo a la emergencia y, en el caso de la pandemia en curso, el objetivo es contener la crisis de la mejor forma posible. Por lo mismo, los tiempos siempre son urgentes, requieren de planificación y de un equipo experto en comunicaciones de riesgos que es independiente al equipo de salud, aunque trabajen mancomunadamente.

Comunicar riesgos va más allá de la entrega de boletines, estadísticas, curvas y puntos de prensa. Implica también aminorar la incertidumbre y contener a la población del miedo que genera una situación de emergencia. Busca siempre dar un mensaje simple, claro y de fondo explicando la situación que acontece.

Por ello, es importante saber qué percepciones y emociones tiene la opinión pública respecto de la pandemia, dado que no es igual la percepción de riesgo que el riesgo real existente, y esto claramente determina el comportamiento de la población.

Cuando existe una percepción alta de riesgo, el comportamiento de las personas tiende a ser más prudente y la peligrosidad baja. Por el contrario, la baja percepción de riesgo trae consigo mayor peligro y justamente, este es uno de los puntos que, al parecer, hoy más complica a las autoridades y especialistas del ámbito de la salud pública: la sensación de riesgo ha disminuido en sectores de la población.

Para la Organización Mundial de la Salud, la comunicación de riesgo es un componente esencial en la gestión de emergencias y también de la salud pública, y siempre debe enfocarse en los afectados, basarse en datos duros, fomentando la confianza y la transparencia en cada fase (antes, durante y después) de la emergencia, además de la planificación.

Desde que la OMS declaró oficialmente la pandemia del Coronavirus en marzo de 2020, ya había 118 mil casos reportados a nivel mundial, más de 4.000 fallecidos en el mundo y habían transcurrido casi tres meses desde que la Comisión Municipal de Salud de Wuhan (China) notificase diversos casos de neumonía en la ciudad causados, posiblemente, por un nuevo Coronavirus. Un año después, las cifras en el mundo son superiores a los 95 millones de casos y 2 millones de fallecidos según el centro de investigación Johns Hopkins CSSE.

Por ende, toda instalación de un plan comunicacional de riesgos ante una situación como esta exige conformar un equipo de experiencia comprobada en diversos tipos de emergencia que lidere y prepare vocerías altamente capacitadas para responder a los periodistas, idealmente con canales de atención las 24 horas e información actualizada permanentemente, así como de la capacidad de coordinar y gestionar con los diferentes stakeholders la elaboración e implementación de acciones de comunicación, mensajes claros, pertinentes, asertivos para la opinión pública y en los diferentes canales de comunicación comprensibles para todos los grupos etarios.

En síntesis, comunicar riesgos va más allá de solo informar. Implica contención emocional, miedos y otros que afecten a la población; los mensajes deben ser claros, transparentes, sin espacio a dudas ni interpretaciones. Deben ser inclusivos, con el objeto que todos los actores involucrados sean parte de la construcción de las estrategias y aporten a las aristas que deben enfocarse y ser difundida en diversos canales y formatos.

En esta alarmante alza de contagios, entonces urge implementar una nueva estrategia de comunicación de riesgos que permita mitigar el peligro, informar claramente y persuadir a la población respecto del autocuidado, porque para salir de esta pandemia se requiere el esfuerzo de todos y cada uno de nosotros.

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