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Actualizado el 20 de Enero de 2021

Plan de Mejoramiento Educativo: ¿planificación estratégica o lista de compras?

Debido a la rigidez del sistema, el PME pasó a convertirse en un instrumento de rendición de cuentas que debe ser lo más amplio posible para poder justificar los gastos de todo el año.

Foto Agencia Uno.
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Tania Villarroel

Tania Villarroel es Directora de Estudios de Acción Educar

Existe consenso en que la planificación estratégica en las escuelas es fundamental para el mejoramiento de la calidad de la educación. La principal herramienta de que dispone nuestro sistema es el Plan de Mejoramiento Educativo (PME). Lamentablemente, la poca flexibilidad de la Ley de Subvención Escolar Preferencial (SEP) lo ha desvirtuado y se ha ido transformando, poco a poco, en un instrumento de rendición de cuentas.

La Ley SEP, publicada en 2008, vino a aumentar la subvención general en un 68% para aquellos estudiantes más vulnerables. Fue una política pública transformadora, que, sin embargo, dista de ser perfecta. Una de las complejidades que tiene la Ley SEP es que exige que estos recursos adicionales sean gastados en aquellas acciones que están establecidas en el PME, a diferencia de la subvención general, que puede ser gastada en fines educativos generales y que no requiere ser relacionado con una acción específica del plan.

A pesar de que la intención es buena -asignar recursos para tornar operativo el PME- el efecto no ha sido el deseado. Debido a la rigidez del sistema, el PME pasó a convertirse en un instrumento de rendición de cuentas que debe ser lo más amplio posible para poder justificar los gastos de todo el año. Tanto es así, que existen escuelas que tienen un plan estratégico aparte del PME, ya que este último no puede cumplir correctamente ambos fines a la vez.

El problema se agrava, además, debido a lo complejo que es entender de antemano qué será considerado un gasto rechazado y lo sorprendente que, a veces termina siendo la aplicación de la norma. Conversando con directores y sostenedores salen a la luz casos tan insólitos como la posibilidad de comprar fotocopiadoras con la SEP, pero la imposibilidad de realizarles la mantención. O la posibilidad de comprar estufas, pero no así el combustible con la SEP.

Toda esta rigidez termina desvirtuando el PME que se hipertrofia para mejorar las posibilidades de que los gastos de fin de año sean aceptados y, además, deja esa sensación desagradable de profunda desconfianza en la gestión económica de sostenedores y directores que, generalmente, sólo quieren lo mejor para su escuela.

Para solucionar estos problemas y darle al PME el verdadero enfoque de planificación estratégica que debe tener, es fundamental que se apruebe el proyecto de ley que extiende y moderniza la subvención escolar preferencial. Esta iniciativa, apunta justamente a permitir que los recursos se puedan gastar en fines educativos generales -que, si bien es más amplio que sólo en el PME, sigue teniendo restricciones importantes para evitar la desviación de fondos-. De esta manera, se evitaría que el PME se convierta en una lista de compras y se permitiría que pueda cumplir cabalmente su rol de herramienta de planificación, aportando al mejoramiento continuo en la educación escolar.

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