Masacre en Copesa
Nuevamente somos testigos de una masacre laboral, una en la que 194 familias han quedado sin los ingresos que trabajar en el medio les otorgaba, una masacre que se extenderá en los próximos meses y que elevará la cifra a 230 núcleos familiares sin ingresos.
Señor director:
Los cuestionamientos surgen, las respuestas son poco claras y finalmente todo vuelve a ser un “requerimiento de la empresa”. Nunca hay justificación real a lo que está sucediendo, a un “por qué”, de las causas que tristemente enrostra la realidad social y las injusticias en las que como subordinados estamos todos obligados a ser sometidos a diario.
Nuevamente somos testigos de una masacre laboral, una en la que 194 familias han quedado sin los ingresos que trabajar en el medio les otorgaba, una masacre que se extenderá en los próximos meses y que elevará la cifra a 230 núcleos familiares sin el ingreso pertinente para la subsistencia en un sistema capitalista y donde la dependencia económica es vital.
Cruzamos una crisis sanitaria, es cierto; y los medios se han visto afectados tanto como otras miles de pequeñas y grandes empresas que han sido declaradas en quiebra, pero… Aquí viene la contradicción: los altos cargos, según el mismo sindicato de periodistas de Copesa señala, continuarán en sus puestos y sin verse afectados por el barrido injustificado de tantos trabajadores que han dado vida a los medios que diariamente informan y entretienen a la ciudadanía.
Es así, como los medios impresos poco a poco van en extinción, se van acabando y el único periódico que sobrevive a toda esta crisis, es el de los grandes empresarios, un medio que informa con un lenguaje poco cotidiano para algunos, como, por ejemplo, aquel que lee La Cuarta y con la coloquialidad del mismo, entiende la situación país o al menos, desconecta de la sociedad conflictuada en la que estamos viviendo en pleno siglo XXI.
¿De quién es la culpa? Se preguntarán muchos, ¿por qué pasó todo esto? Es el cuestionamiento más lógico de todo aquel que no conozca en profundidad la historia, sin embargo, según el mismo sindicato cuenta, dos nombres, pero -sobre todo- el mencionado gerente general, aquel que presentó proyectos y se fueron a pique, todo lo apunta y señala. ¿Y su cargo? No está en riesgo, pero a raíz de sus irresponsables movimientos, en los que, por supuesto podemos ver la reducción de medios impresos, revistas y hoy incluso La Tercera… En la cual, responsabilizó directamente al estallido social como único motivo de aquellos que previo a esta masacre quedaron sin trabajo.
¿Y ahora a quién culpará Benítez? No hay a quien señalar más que a él, quien en teoría y según indican los propios periodistas del sindicato, es el causante de que hoy todo se acabe para esos que resultan ser los más humildes, los que están detrás de un teclado informando, compartiendo y comunicando. Ese que, la gente no ve, pero que logra ganarse el cariño por medio de las letras, por ser un aporte, por escribir para el que lee, el que se informa, el que se interesa por la cotidianidad o simplemente, busca distraer la mente de la crítica sociedad actual.
¿De quién es la culpa? Jamás oiremos realmente los nombres en esa lista de culpables, lo que sí, podemos ver que a quienes afectará siempre. Será a esos, que a puño y letra escriben, trabajan, corren y reportean, a esos que, con tinta, papel y lápiz, logran informar, entretener y mantener viva la tinta en el papel café que, según muchos, será siempre la fuente más confiable, la informativa, la que en recuerdos quedará por siempre en la posteridad.