5G y la obsolescencia: el comienzo del estancamiento en computadores y smartphone
¿Estamos preparados para el nuevo horizonte del 5G? La inminente llegada de la quinta generación de conexión a Internet, cuya licitación ya se ha iniciado, nos abre la posibilidad de imaginarnos una mayor cantidad de servicios CLOUD.
Jorge Pavez es Director tecnológico Academia Industria 4.0
De acuerdo con la Ley de Moore, hoy en día, cada 18 meses se fabrica un ordenador con el doble de capacidades que su versión anterior. Esto, aunado a la obsolescencia programada y a las nuevas características de los hardware que se requieren para aplicaciones y programas, hace que la vida de nuestros computadores y —aún más— de nuestros dispositivos móviles se acorte dramáticamente, llevándonos a la necesidad de cambiar constantemente de equipos. Pero, en un futuro no muy lejano, esto podría llegar a su fin gracias a las soluciones CLOUD que, día a día, son más potentes y atractivas, y con un muy bajo costo mensual.
Hoy, nuestros dispositivos ya consumen de los servicios de la nube, con sistemas como Spotify, Netflix, Youtube, Deezer, aplicaciones de consumo streaming que nos permiten ver películas, videos o escuchar música sin tener que utilizar nuestro disco duro interno. De igual manera, servicios como Google Drive o Onedrive nos permiten almacenar gran cantidad de información y documentos fuera de nuestros dispositivos y, además, editarlos sin la necesidad de instalar un programa que permita realizar dicha tarea.
A estas opciones, desde hace poco, se sumaron igualmente servicios de videojuegos, como XCLOUD de Microsoft, que también vía streaming permite usar cualquier juego desde el móvil, sin la necesidad de tener un smartphone de grandes capacidades, ya que todo el cálculo para procesar los gráficos pasa a ser trabajo del servicio y no del celular. Lo mismo están haciendo otras empresas, como Google con STADIA o Amazon con LUNA, los que pronto llegarán en nuestro país.
¿Estamos preparados para el nuevo horizonte del 5G? La inminente llegada de la quinta generación de conexión a Internet, cuya licitación ya se ha iniciado, nos abre la posibilidad de imaginarnos una mayor cantidad de servicios CLOUD. Basta pensar que el salto en velocidad pasará de 100 Mbps a 10 Gbps y más, a la vez que se disminuirá la latencia desde 100 milisegundos a sólo 1 o 2 milisegundos. Esto significa que el 5G permitirá el envío de grandes paquetes de información por segundo (como una película en blu- ray en pocos segundos) y un tiempo de respuesta (latencia) casi en tiempo real, lo que, sin dudas, aumentará significativamente nuestro horizonte de intercambio de información.
Además, otra consecuencia será que nuestros equipos ya no requerirán de mayor disco duro, de mejor CPU o de una gran tarjeta gráfica, pues dependeremos solo de una conexión a Internet potente, ya que todo el proceso matemático y el uso de grandes recursos se lo llevará el servicio que adquiramos.
Será posible, entonces, contar con lo que se conoce como “estación tonta” en nuestro bolsillo o escritorio, dado que toda la carga de información se radicará en la nube, por lo que trabajar con programas que exijan mucha capacidad de cómputo o de gráficos ya no será excusa para “tener” que comprar un nuevo computador o celular, con lo que se esperaría que ese gasto —que nos sentíamos presionados a hacer cada uno o dos años— se transformará en el pago de un monto mensual constante, con la expectativa de que su costo sea similar —e incluso que lo absorba— al que pagamos hoy por otras soluciones CLOUD como las mencionadas anteriormente.
Esta nueva propuesta tecnológica que, aunque hoy todavía parece ciencia ficción, se nos vislumbra como más cercana que lejana, nos abre un mundo de posibilidades y amplía nuestro horizonte de oportunidades. No obstante, en un país marcado por las diferencias de acceso a todo tipo de servicios, no podemos dejar de preguntarnos si contamos con el nivel de conexión necesario que permita disfrutar de los beneficios del 5G para todos y en todo lugar del territorio.
La respuesta, por ahora, no es la más optimista, pues las actuales condiciones de ostensibles diferencias —con sectores que sólo acceden a la segunda generación (2G) y otros que, simplemente, ni siquiera tienen acceso a Internet— nos hacen pensar en que, una vez más, estaremos en un país en el que un porcentaje de la población vive en el siglo XXI y otro, no menor, aún se mantiene en el siglo XX, algunos en sus finales y otros, incluso, aún en sus albores.
Todavía queda mucho por avanzar. La suerte es que, aunque suene descabellado, quizás la pandemia nos ha regalado algo de tiempo, espacio en el que nuestro deber es generar soluciones basadas en servicios que aprovechen esta nueva oportunidad y que esta llegue a todos, sin excepción.