¿Juegos de niños?
En los adultos responsables surge la necesidad de asegurarse de supervisar qué es lo que los niños ven en la TV, en Internet y también qué videojuegos usan, pues muchos de los contenidos ofrecidos no están dirigidos a ellos y pueden generar, a la larga, más de un problema a los más pequeños de la casa.
Jorge Pavez es Director de Tecnologías Academia Industria 4.0
Hace algunos años, en la ya extinta Feria del Disco, me topé con un niño de alrededor de 8 años que le pedía a su abuelita que le comprara el juego God of War. Alarmado, le pregunté a la señora si sabía qué tipo de juego era. Su cara de asombro ante mi consulta, me reveló que la respuesta era no y que no tenía la menor idea de lo que estaba por comprar. Al explicarle el contenido del juego y hacerle saber que, al menos, sus destinatarios eran personas con criterio formado, logré ganarme un nuevo enemigo: el pequeño que se quedó con las ganas de obtener de su abuela lo que seguramente no lograría que sus padres compraran.
En esos tiempos la cantidad de juegos disponibles era mucho menor que ahora, e informarse de cuáles eran aptos para determinadas edades podía ser un trabajo menor, hoy la historia ha cambiado. Muchos de nosotros crecimos con Atari, Nintendo o SEGA —en los que la gran mayoría de los videojuegos eran muy inocentes y enfocados principalmente a menores de edad—, y la industria no está ajena a que aquellos niños hoy son adultos y que a muchos les sigue interesando “jugar como niños”, por lo que han creado una gama de categorías y los tipos de juegos han aumentado para llegar a todos los gustos y todas las edades. Lo mismo ocurre con los “monitos animados”, surgiendo una multiplicidad de series para mayores de edad, con contenido sexual, lenguaje inadecuado y violencia, que claramente no son aptas para menores de edad.
En paralelo, y tal como nuestros padres usaban a la tele como la “nana” de la tarde —en una época en que existía una regulación del contenido que mostraba—, hoy, en muchos casos, el computador o la Tablet se han convertido en la “nana 2.0”, con la limitante de que se trata de un universo sin regulación y con acceso casi ilimitado a plataformas —como YouTube o Vimeo— en las que no existen limitaciones de edad para acceder sin problemas y donde puede encontrarse material para mayores de edad.
En consecuencia, en los adultos responsables surge la necesidad de asegurarse de supervisar qué es lo que los niños ven en la TV, en Internet y también qué videojuegos usan, pues muchos de los contenidos ofrecidos no están dirigidos a ellos y pueden generar, a la larga, más de un problema a los más pequeños de la casa.
Con la televisión o Internet, lo más recomendable, hasta el momento, es informarse y aplicar el Control Parental, disponible en la mayor parte de los dispositivos y plataformas, tema al que nos referiremos en otra ocasión. Pero, ¿cómo saber qué juego es apto para cada edad, con la infinidad de videojuegos disponibles en el mercado? Pues bien, la respuesta está al nivel de la mirada.
Además de los tráiler con que cuenta cada juego, es posible apreciar mejor si este es adecuado o no accediendo a Gameplay, espacio de YouTube en el que los jugadores muestran sus habilidades, posibilitándonos apreciar mejor su contenido e idoneidad. Adicionalmente, es bueno saber que existe al menos una docena de sistemas de clasificación de videojuegos por edades en el mundo y que la mayoría de los países de Sudamérica se guían por el estándar de Pan European Game Information (PEGI), mientras que Estados Unidos, Canadá y México se ciñen primordialmente a las restricciones que establece Entertainment Software Rating Board (ESRB).
Al igual que los símbolos de stop que en nuestro país utilizamos en los paquetes de alimentos o los que usa el mundo del cine para establecer que una película es, por ejemplo, para mayores de 18 años, estas clasificaciones muestran en sus portadas, trailers y anuncios sobre cuál es el público objetivo al que está destinado y qué contiene el juego.
En el siguiente gráfico se pueden ver las edades recomendadas por la clasificación, tanto de ESBR como de PEGI, las que, si bien no son iguales, son muy semejantes.
A modo de ejemplo, el juego Fornite muy conocido entre los niños, no está recomendado para menores de 10 años debido a su nivel de violencia explícita, con uso de armas y que cuenta con personajes que si bien son animados, son muy parecidos a la realidad.
Pero, ojo, en los videojuegos no sólo basta con conocer su clasificación, haciéndose necesario que también se verifique su contenido interno para saber si este incluye compras dentro del juego, ya que si bien estas suelen implicar sumas muy pequeñas, su acumulación puede dejar tarjetas de crédito al borde de su capacidad o derechamente vacías.
Todo esto debe ir acompañado, idealmente, con la decisión de compartir con nuestros hijos la experiencia de jugar juntos para poder conocer realmente de qué se trata el juego y cómo los afecta individualmente, pues sabemos que no todos los niños de la misma edad reaccionan idénticamente a un estímulo.
Es bueno considerar, además, que esta actividad se puede tornar incluso más importante en el caso de los juegos online, ya que muchos permiten compartir la aventura con desconocidos, quienes podrían contactarse con nuestros hijos sin que nos demos cuenta. Y recuerde siempre lo que nos decían nuestros padres acerca de no hablar con desconocidos, pues hoy en día no sólo están en la calle, sino que pueden acceder a nuestro hogar a través de nuestros dispositivos.