Un puente sobre aguas turbulentas
Cuando planteo la necesidad de conectarnos me refiero a que los políticos entiendan que, en momentos en que enfrentamos la peor pandemia de los últimos 100 años, hay un país que tiene que seguir existiendo después de esta pandemia y que destruir lo que se ha construido no es la solución ni de corto, mediano, ni menos de largo plazo.
Gabriela Clivio es Economista y founding member CFA Society Chile
Cuando chica sentía una fascinación inexplicable por los puentes. Me deslumbrada ver que una estructura de un tamaño elefantiásico pudiera mantenerse en el aire sin derrumbarse, admirando la inteligencia y la habilidad de quien fuera capaz de diseñar esa obra mezcla de arquitectura e ingeniería. Es más, en algún momento de mi vida consideré seriamente la posibilidad de estudiar ingeniería civil para poder dedicarme justamente a la construcción de puentes. Ahora, al ver la realidad que estamos viviendo en el país siento, aún más, fascinación por ellos, ya que estos son un gran símbolo de unión y de avance.
Necesitamos de manera imperiosa construir puentes para conectarnos entre todos, porque sólo una vez conectados y reconociéndonos en nuestras diferencias y necesidades, seremos capaces de seguir adelante, escuchándonos y encontrando soluciones que nos permitan avanzar. No podemos seguir funcionando en forma de silos o islas; tenemos que construir puentes que unan estas islas en las que se ha fragmentado la sociedad. Lamentablemente, la forma en que se difunde la información actualmente, donde cada uno puede elegir el medio que represente su propia tendencia, también ha colaborado a la fragmentación o polarización que vivimos hoy. Adicionalmente, la falta de diversidad en los equipos, donde siempre vemos los mismos interlocutores que no empatizan, es sin duda otro factor.
Cuando planteo la necesidad de conectarnos me refiero a que los políticos entiendan que, en momentos en que enfrentamos la peor pandemia de los últimos 100 años, hay un país que tiene que seguir existiendo después de esta pandemia y que destruir lo que se ha construido no es la solución ni de corto, mediano, ni menos de largo plazo, porque la urgencia que enfrentamos hoy no es la situación permanente. Significa también que los políticos y los equipos técnicos entiendan que, no es el momento de hacer las reformas estructurales que hace 20 años duermen en el Congreso, sino de responder adecuadamente a las urgencias de gran parte de la población.
Lamentablemente, con el calendario de elecciones que tenemos por delante, no son pocos los políticos que han decidido dejar de lado su rol de ser -tal como lo expresaba Platón- “los seres más sabios de esa sociedad” para perseguir solamente su reelección contribuyendo a polarización de la sociedad con propuestas que si bien no aportan por su falta de seriedad, les aseguran figuración y de alguna manera podrían llegar a ser importantes para lograr sus objetivos personales de permanecer en el poder. Así, la forma de consumir información hoy en día, junto con el rol que han decidido jugar algunos, han exacerbado las diferencias y la sensación de islas a la que hacía referencia al comienzo.
En estos momentos de pandemia y de cuarentena, donde la situación hace rato es muy compleja para muchos, no es el momento de destruir nuestra red de protección social, ni de traer a la agenda iniciativas tributarias improvisadas, ni de proponer ayudas que encandilan, pero no resisten ni siquiera el Excel. Es el momento de pagar las cuentas de internet de los profesores que de su propio bolsillo han permitido que los niños continúen con el año escolar, de reducir las contribuciones para los pensionados que no pueden pagarlas y no de pensar o proponer subir impuestos, de utilizar las ayudas del Gobierno y no de quedarse sin ahorros en los fondos de pensiones, y de que los políticos vuelvan a ser “los seres más sabios de esa sociedad” y construyan puentes para unirnos y conectarnos en lugar de dividirnos y de lanzar ideas con las que sólo persiguen su propia elección.